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Cayetano González

Dirás y harás cosas que me helarán la sangre

La siguiente estación de este entendimiento PSOE-Bildu serán las elecciones vascas del próximo 12 de julio.

La madre de Joseba y Maite Pagazaurtundúa, Pilar Ruiz Albisu, escribió una carta el 12 de mayo de 2005 al entonces secretario general del PSE, Patxi López, en la que le decía lo siguiente:

Patxi, ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son.

Dos años antes, en febrero de 2003, la banda terrorista ETA había asesinado en Andoáin a su hijo, sargento de la Policía Municipal de esa localidad guipuzcoana y militante del PSE.

Cuando el pasado miércoles se conoció el pacto que el PSOE había firmado en el Congreso de los Diputados con Bildu sobre la reforma laboral, para garantizarse la abstención de los cinco diputados abertzales en la votación de la nueva prórroga del estado de alarma, lo primero que me vino a la memoria fueron esas premonitorias palabras de la madre de los Pagaza.

Pero cuando, tres días después, el propio presidente del Gobierno –y secretario general del PSOE– justificaba ese acuerdo con los herederos de ETA-Batasuna en que, ante la negativa del PP a apoyar o a abstenerse, necesitaba amarrar la aprobación de esa nueva prórroga del estado de alarma –como si negociar con un grupo como Bildu formara parte de la nueva normalidad–, entonces las palabras de Pilar Ruiz resonaron con más fuerza, recobrando todo su valor. Bastaba con sustituir el destinatario: Patxi por Pedro.

Es verdad que no debería sorprender ese acuerdo del PSOE con Bildu, porque ya lo había hecho antes en Navarra, en la investidura de la socialista María Chivite, o en la del propio Pedro Sánchez. Y, sobre todo, lo hizo Zapatero cuando puso en marcha en 2004 su proceso de negociación con ETA. Desde entonces, los puentes entre el PSOE, Batasuna y ahora Bildu nunca se han roto, porque se necesitan para llevar adelante ese proyecto de ruptura de la España constitucional que lidera Pedro Sánchez, y donde Bildu en el País Vasco y ERC en Cataluña son los socios preferentes. Podemos es otro actor importante, pero no el principal.

El pacto de la pasada semana del PSOE con Bildu no es fruto de una necesidad imperiosa por sacar adelante una votación, no es un error de estrategia o una precipitación. Hay una necesidad mutua. Es verdad que al mismo tiempo hay una gran dosis de relativismo por parte del presidente del Gobierno, que se traduce en considerar a Bildu como una fuerza política más, e incluso calificarla –como hizo desde la tribuna del Congreso– de progresista. Ese relativismo lleva también aparejado el empeño del PSOE y de sus terminales mediáticas en lograr que la historia del terror causado por ETA sea algo del pasado que tampoco conviene recordar mucho, y en normalizar ante la sociedad la actuación en las instituciones de los herederos de su proyecto político.

La siguiente estación de este entendimiento PSOE-Bildu serán las elecciones vascas del próximo 12 de julio. Si la suma de diputados en el Parlamento vasco de PSE, Bildu y Podemos alcanza los 38 escaños, que es donde se sitúa la mayoría absoluta, la posibilidad de un Gobierno tripartito con lehendakari del PSE o de Bildu podría ser una realidad. Y el primero que lo sabe es el PNV, que no sale de su asombro con la jugada de Sánchez.

En homenaje y respeto a la memoria de todas, absolutamente todas las víctimas del terrorismo, me permito en estas circunstancias citar las de militancia socialista que fueron asesinadas por ETA: Germán González (Urrechu, 27-X-1979), Enrique Casas (San Sebastián, 23-II-1984), María Teresa Torrano (Portugalete, 23-IV-1987), Fernando Múgica (San Sebastián, 6-II-1996), Fernando Buesa (Vitoria, 22-II-2000), Ernest Lluch (Barcelona, 21-XI-2000), Froilán Elespe (Lasarte, 20-III-2001), Juan Priede (Orio, 21-III-2002), Joseba Pagazaurtundúa (Andoain, 8-II-2003), Isaías Carrasco (Mondragón, 7-III-2008) .

La madre de los Pagaza terminaba su carta a Patxi López, pero que bien podría enviar hoy a Pedro Sánchez, de la siguiente forma:

¡Qué solos se han quedado nuestros muertos! ¡Qué solos estamos los que no hemos cerrado los ojos!

Desgraciadamente, así es.

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