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Cayetano González

Feijóo tendrá que optar

El objetivo principal que debe mover a Feijóo es trabajar en la construcción de una alternativa sólida y fiable para echar cuanto antes a Sánchez.

El objetivo principal que debe mover a Feijóo es trabajar en la construcción de una alternativa sólida y fiable para echar cuanto antes a Sánchez.
El nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. | EFE

No creo que Alberto Núñez Feijóo piense de verdad que se puede llegar a algún acuerdo serio con Pedro Sánchez. Y eso es así por una razón muy sencilla: el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE no quiere ningún entendimiento con el PP, salvo aquello que le afiance en el poder, como, por ejemplo, la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

Está muy bien el perfil institucional, de hombre de Estado, que ha querido transmitir Feijóo tras ser elegido este fin de semana presidente del PP. Pero de ahí no debería pasar. Sánchez tiene su proyecto político y social que puso en marcha cuando hizo la coalición de gobierno con los comunistas de Podemos y buscó el apoyo parlamentario de los golpistas e independentistas catalanes, de los herederos políticos de ETA y de los siempre atentos a las "tajadas" que puedan sacar, del PNV. Y de ese proyecto, que persigue la voladura del régimen constitucional del 78 y un cambio profundo de la sociedad -memoria histórica, leyes de género, ataques al derecho a la vida, a la familia, a la libertad de educación, etc.-, no se va a bajar.

¿Quiere pactar Feijóo con quien ha concedido los indultos a los políticos catalanes que intentaron dar un golpe de Estado? ¿Quiere pactar con quien trata a los herederos políticos de ETA como un partido más? El objetivo principal y urgente que debe mover a Feijóo al frente del PP es trabajar en la construcción de una alternativa sólida y fiable para echar democráticamente cuanto antes al actual inquilino de la Moncloa, por el daño que está causando a España él y sus socios de gobierno. Todo lo que sea distraerse de ese objetivo será un error.

Feijóo tendrá que decidir como contribuye a la construcción de esa alternativa. Está muy bien decir que el PP aspira a ser la casa común del centro-derecha, donde caben todos y donde pueden volver todos los que se han ido en estos años, especialmente desde que Rajoy hizo lo indecible para que muchos lo hicieran, pero el nuevo líder del PP sabe que eso, después de todo lo que ha pasado en estos años, no es real.

El PP de Casado y por lo visto hasta el momento, el PP de Feijóo tiene una asignatura pendiente: aceptar que Vox es un partido que ha venido para quedarse. Con una intención de voto en la actualidad cercana al 20%, se hace muy difícil pensar que el partido de Abascal no vaya a jugar un papel fundamental en la configuración de muchos de los gobiernos municipales, autonómicos y del Gobierno de la Nación tras las correspondientes citas electorales que tendrán lugar en un futuro próximo.

No se trata de que Feijóo haga una declaración pública de amor hacia Vox. Es comprensible que quiera marcar diferencias, porque las hay, con el partido de Abascal. Pero son muchas más las cosas que les unen que las que les separan. Y, sobre todo, hay una demanda social del electorado del centro-derecha para que estos dos partidos se entiendan y consigan el objetivo de echar a Sánchez de la Moncloa. Si la nueva dirección del PP no acepta esta realidad, será un problema suyo, pero los hechos irán siendo tozudos, como lo han sido ya en Castilla y León y muy probablemente lo sigan siendo en la próxima cita electoral en Andalucía.

En definitiva, Feijóo tendrá que optar mas temprano que tarde que camino quiere seguir para contribuir desde la fuerza que pueda aportar su partido a lo que ya es una urgencia nacional: poner cuanto antes punto y final al peor gobierno que ha tenido España desde la transición política, encabezado por el peor presidente, con el permiso de su compañero de filas, José Luis Rodríguez Zapatero, que es con quien empezó todo.

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