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Cayetano González

La decepción de Ortega Lara

Si yo fuera Rajoy, sentiría como un puñal la contestación rotunda de Ortega Lara cuando se le pregunta sobre quién le ha decepcionado más en este Gobierno.

Si yo fuera Rajoy, sentiría como un puñal la contestación rotunda de Ortega Lara cuando se le pregunta sobre quién le ha decepcionado más en este Gobierno.

Se expresa con una enorme claridad y se le entiende todo. Es directo, conciso, austero en el uso de las palabras. Es, en definitiva, un castellano viejo, haciendo honor a su origen burgalés. La redactora de LD Miriam Muro ha tenido el acierto y la habilidad de plantearle una serie de preguntas muy concretas sobre cuestiones que afectan a su condición de víctima del terrorismo, pero también otras que tiene relación con la actualidad política. Uno puede compartir todo, parte o nada de lo que dice Ortega Lara, pero no se pierda de vista que quien se pronuncia sobre cuestiones relacionadas con la unidad de España, con la lucha contra ETA, con la supremacía de la ley, es alguien que estuvo secuestrado 532 días con sus 532 noches por la banda terrorista, por el simple hecho de ser español. Es decir, que tiene un poquito más de autoridad moral para hacerlo que muchos políticos o incluso tertulianos que se pasan todo el día pontificando sobre lo humano e incluso sobre lo divino.

Ortega Lara dice muchas cosas en la citada entrevista sobre la actualidad política, sobre las razones que le llevaron hace unos años a darse de baja en el PP y más recientemente a unirse al proyecto de Vox. Habla desde la libertad que tiene como ciudadano para expresar sus opiniones, libertad que de alguna manera se ganó a pulso después de haber soportado casi un año y medio de privación de la misma. Se nota que habla sin rencor, sin intentar pasar factura, sin querer herir. Pero no se deja nada en el tintero.

Si yo fuera Rajoy, sentiría como un puñal clavado en el corazón la contestación rotunda de Ortega Lara cuando se le pregunta sobre quién le ha decepcionado más en este Gobierno:

Quien más me ha decepcionado es Mariano Rajoy. Nunca pensé que la política antiterrorista de este Gobierno iba a seguir este cauce. Del anterior presidente Zapatero me lo esperaba. Pero entre las promesas electorales de Rajoy estaba la no negociación. Quizás no se ha sentado con ellos directamente en la mesa negociadora, pero lo que ha hecho es asumir todos los compromisos adquiridos por el anterior Gobierno y está siguiendo a pies juntillas su hoja de ruta. Eso es prácticamente lo mismo que negociar.

Como la memoria colectiva puede flaquear, entre otros motivos porque algunos están empeñados en que eso pase, conviene recordar la reunión que, no habiendo transcurrido un mes desde que hubiera dejado el Palacio de la Moncloa, mantuvo en enero del 2012 el expresidente Zapatero con el ministro de Interior nombrado por Rajoy, Jorge Fernández Díaz, en la propia sede del ministerio. Una reunión de la que lo único que se sabe es que duró dos horas, pero es fácil suponer que Zapatero transmitió a su interlocutor los compromisos a los que había llegado con ETA y que estaban pendientes de cumplimiento. Siete meses más tarde, Interior puso en marcha el mecanismo de decisiones que propiciaron la puesta en libertad de uno de los secuestradores de Ortega Lara, Josu Uribetxeberría Bolinaga. ¿Casualidad, coincidencia o, como piensan Ortega Lara y otros muchos, cumplimiento de esa "hoja de ruta"?

No sé cuánto influirá este descontento con la política antiterrorista del Gobierno del PP expresado por Ortega Lara y compartido por la mayoría de víctimas de ETA en las próximas citas electorales. Pero, más allá de ese posible castigo electoral, la preocupación que habrían de suscitar en el PP reflexiones del tipo de las expresadas por Ortega Lara debería estar más en el terreno de lo moral, de los principios, de lo que ha sido la trayectoria de un partido, específicamente en el País Vasco, que hasta hace poco fue un referente para muchos españoles en la lucha por la libertad y contra el nacionalismo obligatorio.

Debería preocupar en el PP que la viuda de Gregorio Ordóñez, Ana Iribar, dijera hace muy pocos meses –cuando empezaron a salir a la calle sanguinarios etarras merced a la derogación de la Doctrina Parot– que nunca más volvería a votar a Rajoy; que uno de los motivos, no el único, por el que Jaime Mayor Oreja decidió no volver a ser candidato de los populares en las elecciones europeas e irse a su casa fue su total desacuerdo con esa política antiterrorista; que personas de trayectoria tan intachable en la lucha contra ETA como María San Gil, Carlos Iturgáiz, Santiago Abascal o Regina Otaola, por poner sólo unos ejemplos, hayan mostrado también de diferentes maneras su desacuerdo con lo hecho por este Gobierno en la lucha contra ETA.

El escepticismo y el pesimismo sobre una posible rectificación de fondo del actual Gobierno del PP en esta materia se agrandan cuando se oye decir al ministro del Interior que a ETA solo le queda sus presos y "poquito, poquito más", como si la presencia de Bildu, Sortu o Amaiur en las instituciones fuese algo que se pudiera desgajar del entramado y de los fines por los que ETA ha asesinado a 857 personas. Uno se pregunta qué hemos hecho los ciudadanos para tener en un ministerio tan importante a una ministro tan incompetente. A no ser que el ser ministro de Interior por ser amigo de Rajoy sea una patente de corso para poder decir todo lo que le venga a uno en gana, aunque carezca del más mínimo rigor. En ese supuesto, habrá que convenir que tiene mucha razón Ortega Lara cuando dice que quien más le ha decepcionado en este Gobierno es Mariano Rajoy. Al fin y al cabo es el presidente del Gobierno quien toma las últimas decisiones sobre la política antiterrorista, y si encima tiene genios en Interior como Fernández Díaz, las posibilidades de equivocarse se disparan hasta el infinito.

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