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Cayetano González

Tres elecciones, tres

Los partidos del centro y la derecha andan cada uno con sus quitas, con sus dimes y diretes sobre lo que tienen o no que hacer.

En el año que acaba de comenzar tendrán lugar tres elecciones autonómicas: en el País Vasco y Galicia, como muy tarde en otoño, y en Cataluña, cuando el inhabilitado Torra y el prófugo Puigdemont decidan, bien antes del verano o incluso después del periodo estival.

Ante este panorama, los partidos del centro y la derecha andan cada uno con sus quitas, con sus dimes y diretes sobre lo que tienen o no que hacer. La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, acaba de proponer una alianza electoral en las tres CCAA, pero sólo con el PP, excluyendo a Vox. Un sector de Ciudadanos en Cataluña ha salido diciendo que de eso nada, que ellos no quieren saber nada de los populares. El barón más poderoso del PP, Alberto Núñez Feijóo, tampoco quiere una coalición en su tierra con los naranjas ni, por supuesto, con Vox.

Aznar, en una de las reflexiones más desacertadas que ha hecho en los últimos tiempos, ha recomendado a Casado que confronte con el Gobierno de Sánchez como si Vox no existiera y que confronte con el partido de Abascal como si el que no existiera fuera el Gobierno frentepopulista. Es decir, la gallina. Los de Vox, encantados en el fondo con el rifirrafe entre los otros partidos, porque están convencidos de que eso les beneficia y refuerza en la idea que algunos miembros de ese partido tienen de sustituir al PP a medio plazo. Por tanto, a día de hoy, la posibilidad de construir una alternativa, no solo política, también cultural, a lo que se ha instalado ya en el Gobierno, que no es otra cosa que un frente que busca un cambio de régimen, está muy alejada de la realidad.

Y en medio de este desconcierto de los partidos del centro y la derecha, tres citas con las urnas. Razonablemente, de acuerdo con las previsiones electorales, en Cataluña la gran incógnita es si los números dan para que ERC lidere un tripartito con el PSC y Podemos. Si no, el nuevo Ejecutivo de la Generalidad lo integrarán ERC y Juntos por Cataluña, con el apoyo en la investidura de los antisistema de la CUP.

En el País Vasco, lo más probable es que se repita el Gobierno de coalición PNV-PSE, porque todas las encuestas dan al partido de Urkullu como claro ganador y a los socialistas como tercera fuerza. En Galicia, todo el mundo sabe que, si quiere seguir al frente de la Xunta, Núñez Feijóo necesitará obtener mayoría absoluta, porque en caso contrario será el BNG, junto al PSG y Podemos, quien gobierne.

Es decir, que ni en Cataluña ni en el País Vasco el PP, Ciudadanos y Vox van a tener influencia alguna en la conformación de los Gobiernos autonómicos, pero sus alianzas o entendimientos sí serían importantes, para mandar un mensaje de cierta esperanza a sus electorados en el resto de España y, en segundo lugar, porque pueden arañar, acudiendo juntos, algún escaño en los Parlamentos autonómicos que hiciera que su representación fuera algo más importante que la que tienen actualmente. En Galicia, la mayoría absoluta que necesita Feijóo puede estar tan apretada que cualquier voto que se pierda puede tener una influencia decisiva.

El escenario electoral es por tanto bastante enrevesado para PP, Ciudadanos y Vox. Pero, al mismo tiempo, será la primera oportunidad que van a tener para buscar algo que no es que sea urgente, es que es de extrema necesidad: defender los intereses de todos los españoles que quieren que España siga siendo una nación de ciudadanos libres e iguales. Algo que con el Gobierno frentepopulista que ha formado Sánchez, con el apoyo de independentistas catalanes, nacionalistas vascos y herederos de ETA, corre un peligro cierto.

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