Menú
Cristina Losada

Garzón contra Zelenski

Para gentes como el ministro Garzón, el comunismo es una versión de Disneylandia, y quién, en la infancia, va a renunciar a ese mundo de fantasía.

Para gentes como el ministro Garzón, el comunismo es una versión de Disneylandia, y quién, en la infancia, va a renunciar a ese mundo de fantasía.
Alberto Garzón | EFE

No sabe qué hacer Izquierda Unida con lo de Ucrania. Lo supo al principio, cuando su respuesta a la invasión ordenada por Putin fue pedir la disolución de la OTAN. No tenían que viajar por el túnel del tiempo, porque no habían salido del túnel. Qué magnífico era el mundo cuando se dividía entre los buenos y los malos, cuando a un lado estaba el comunismo y al otro el capitalismo. Era todo más fácil. Pero desde la caída del imperio soviético, las cosas se le complicaron a los herederos de todo aquello. Han pasado los años y las décadas, pero no hay manera. Incluso es peor con el recambio generacional. Para gentes como el ministro Garzón, el comunismo es una versión de Disneylandia, y quién, en la infancia, va a renunciar a ese mundo de fantasía.

Ahí estamos, por lo tanto, a una hora de que Zelenski se dirija al Congreso de los Diputados, dando a la prensa un comunicado crítico de Izquierda Unida. ¿Crítico con Putin? Sólo lo justo para disimular la auténtica carga de profundidad, que es la que se dirige contra el gobierno y el presidente de Ucrania. Proclaman que Zelenski ha suprimido once partidos políticos, que ha vulnerado los derechos civiles del pueblo ucraniano y que ese "gesto antidemocrático" es inaceptable en un país aspirante a la UE. Ahí estamos, en medio de una invasión injustificada e injustificable, en el fragor de una guerra en la que los civiles son el principal objetivo de los ataques rusos, contando muertos y ejecutados con tiros en la nuca, asistiendo al despliegue del terror de Putin, y viene Izquierda Unida con el papel de fumar. Eso, ¿qué fuman?

Lo primero, tergiversan. Los once partidos no se han suprimido ni prohibido, como ha dicho Garzón. Se han suspendido durante la vigencia de la ley marcial. Los han suspendido por sus vínculos con el Estado agresor. Son los partidos de Putin en Ucrania. Sólo uno de ellos está en el parlamento, y su líder es un oligarca que tiene hilo directo con el autócrata ruso. Estaba en arresto domiciliario desde el año pasado, acusado de traición, se escapó, qué causalidad, tres días antes de la invasión rusa, y no se sabe dónde está. Otro de los partidos afectados está dirigido por el hombre al que, según fuentes británicas, Putin quería colocar al frente de un gobierno títere en Ucrania.

¿Que todo eso lo pone muy en duda IU? Vale, pues. Que envíe una misión de observadores para investigar si esos partidos tienen o no lazos con el Estado agresor y merecen la suspensión o se ha extralimitado Zelenski. Que vaya Garzón con su chándal a determinar, ayudado de un robot de cocina, si quiere, cuál es la calidad democrática de la Ucrania en guerra. Pero ya se le puede decir que lo que está pasando allí no es una huelga de juguetes. Y que en un país que lucha por su supervivencia las reglas no son como en un país en paz.

Claro que esta preocupación por la calidad democrática de la Ucrania invadida no es más que un pretexto. Ninguna inquietud les provoca la calidad de la democracia en Rusia, las detenciones de miles de personas, la ley del silencio allí impuesta. Es un pretexto para lo fundamental: sembrar dudas sobre Ucrania y difamar a su presidente. En su espejo retrovisor, la Ucrania de Zelenski, con su vocación de formar parte de Occidente, está entre los malos.

¿Niñerías de IU sin consecuencia? ¿Otra travesura de Garzón? No hay niñerías ni travesuras cuando un partido está en el Gobierno. Mientras Sánchez extraía oxígeno publicitario de la comparecencia de Zelenski, sus socios de Gobierno desacreditaban al presidente de Ucrania y a su lucha para defenderse de la invasión. Quousque tandem?

Temas

En España

    0
    comentarios