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Cristina Losada

La nueva trova socialdemócrata

Moratinos reconoce que la socialdemocracia está en horas bajas y ofrece una razón: los pocos socialdemócratas que quedan “no tienen tiempo ni capacidad” para pergeñar una “nueva narrativa”.

El partido socialista afronta su condición demediada con gran brío. Quiero decir, que no hay día sin tortas. Las facciones luchan por el poder. Esa es la música y ya se verá de qué va la letra. Por supuesto, todos proclaman que antes de hablar de personas, de nombrar nombres, se impone hablar de ideas. "Lo importante es el proyecto". A ese respecto, la reflexión más profunda ha venido de un ex a quien daba por desaparecido: Moratinos. El antiguo ministro reconoce que la socialdemocracia está en horas bajas y ofrece una razón: los pocos socialdemócratas que quedan "no tienen tiempo ni capacidad" para pergeñar una "nueva narrativa". El problema de los socialistas sería, así, el mismo que el de muchos aspirantes a novelista. Si tuviera tiempo escribiría una novela, explican aunque nadie les pida cuentas. Pero nunca lo tienen. En realidad, lo que no tienen es algo que decir, tal como le ocurre a la socialdemocracia.

Veamos los términos del debate. Si Moratinos opta por la narrativa, Bono prefiere la copla. La de toda la vida. Jurado, Pantoja, Escobar, qué sé yo. Es, desde luego, otra posibilidad para el partido. Novedosa. Pero ya tiene contrarios. En ese bando forman López y Gómez, partidarios de la medicina. El primero quiere mandar a una larga cura de reposo al manchego patriotero y el segundo desea lo mismo para el temible Fouché abatido. Ha recordado, en ese sentido, que Almunia dimitió cuando obtuvo 125 diputados. Buen recordatorio para el propio Gómez, que ha perdido en Madrid de manera escandalosa. Vaya paliza. Como se aprecia, todo son ideas.

En la posguerra, los socialdemócratas representaban una suerte de entente entre la planificación y el mercado. Ahora, carecen de modelo. Se sabe qué es el liberalismo, pero no se sabe qué es la socialdemocracia. Rendidas las banderas económicas, es un cascarón vacío y el vacío, en política, no dura. Se ha rellenado, por ejemplo, con una agenda radical: el caso de Zapatero. Y no se perfila una agenda reformista en la apasionante batalla de las ideas que libran las huestes de Carme y Alfredo. Difícil que de tal semillero surjan un Brandt, un Olof Palme o, incluso, un Mitterrand, aunque es seguro que habrá un Craxi. En cuanto a la plaza de Blair, creo que se la ha quedado don Mariano. Veremos qué nos depara la nueva trova de la socialdemocracia celtibérica.

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