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Cristina Seguí

Querido Albert

Hay algo peor que no acometer una auténtica regeneración, y es defraudar.

Hay algo peor que no acometer una auténtica regeneración, y es defraudar. Defraudar por vaciar las palabras de contenido y convertir la ilusión en terminología hueca. Es doblemente decepcionante adornar a una España baqueteada y ninguneada con atrezzo en forma de pactos anticorrupción tan viejos como las mochilas de los años setenta que pretendes dejar atrás.

La regeneración en forma de retórica y poesía discursiva huye del convencimiento de los que estamos expectantes, no vacila en pactos ni en sesiones de investidura. A la regeneración le apesta el tufillo de una organización que se frota las manos con los parados y convierte las instituciones en el burdel de amigos y los agentes sociales a los que Garicano dice que hay que seguir subvencionando.

Y es que querido Albert, la regeneración no enamora a una sociedad decepcionada porque obliguéis al PP a que elijan a sus candidatos mediante primarias internas. Sorprende, además, esta exigencia en un partido que ha elegido a sus candidatos desde Barcelona dividiendo sus primarias en dos procesos, uno para decidir el número uno y el siguiente para decidir del dos en adelante.

Caso icónico el de Valencia, cuyo candidato al Ayuntamiento, Fernando Giner, se afilió a Ciudadanos muy poco antes de ser elegido candidato desde Barcelona, y que entró dentro de las rifas de corrillo celebradas por Carolina Punset en su casa de Altea.

La Regeneración no se rubrica, la regeneración se acomete sin buscar titulares. No es metonimia ni otra capa de pintura para mejorar la estética de una casa que se cae a pedazos.

Regeneración es dejar de ser dirigidos por ineptos apoltronados en el fondo de nuestros bolsillos, en vez de sacarles otro carnet de afiliado y regalarles un puesto en una lista por torpedear otro partido. Lo es acabar con la subvención a partidos políticos y sindicatos, como en el resto de Europa y el mundo. Esos que demuestran sistemáticamente estar en contra de nuestras libertades, mientras pagamos su impunidad y vemos con impotencia cómo ceban el gasto público y nos empobrecen amparados en la dialéctica del Estado del Bienestar, que funciona como suero compralibertades y amedrenta al menos avezado para seguir colocando a amigos y familiares.

Regeneración es que vuestros candidatos se comprometan a pagar a sus futuros asesores con su neto y no con el nuestro. Que abandonéis el populismo heredado consciente o inconscientemente de los padrinos políticos que venís a sustituir y que hace poco bautizaban a vuestros candidatos. Albert, ese populismo multiplica a los pobres y trata a los votantes como imbéciles.

La regeneración no consiste en atracar a las libertades en forma de consenso para convertirse en una especie de milagro atrapalotodo. El único consenso que hemos conocido, es el de las oligarquías políticas que han sacrificado las libertades de todos para asegurar las suyas.

Ay, esas oligarquías… ay, esas otras que se abren paso para seguir haciéndolo…

En España

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