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Daniel Rodríguez Herrera

La triple victoria de Trump

La única buena noticia es que las cosas pueden cambiar muy rápidamente: hace sólo siete días Rubio parecía encaminarse directo hacia la victoria...

La única buena noticia es que las cosas pueden cambiar muy rápidamente: hace sólo siete días Rubio parecía encaminarse directo hacia la victoria...
Cordon Press

Las segundas primarias de este año electoral en Estados Unidos han dejado como ganadores a los dos candidatos que preveían las encuestas: Donald Trump y Bernie Sanders. El anciano socialista ha arrasado en New Hampshire, donde un electorado afín y geográficamente cercano al Vermont que lo ha hecho senador le ha dado más de veinte puntos de ventaja sobre Hillary Clinton, mejorando las predicciones. Pero ni Nevada ni Carolina del Sur, los dos estados que votarán en febrero, ni los quince que lo harán el supermartes 1 de marzo le son favorables, así que salvo sorpresas lo único que podrá conseguir es desgastar a Clinton, sobre todo económicamente, forzándola a una lucha que no tenía prevista.

Como siempre, lo más interesante este año está teniendo lugar en las filas republicanas. La victoria de Trump es el mejor resultado con el que podía soñar. En primer lugar porque, tras quedar muy por debajo de las encuestas en Iowa, estaba por ver si quienes decían que le iban a votar harían finalmente el esfuerzo de salir de su casa. Pues bien, lo han hecho, y mejorando las cifras que predecían los encuestadores. En segundo lugar, porque, tras doblar en número de votos al segundo clasificado, recupera al aura de triunfador que tan esencial es para su campaña. Y en tercer lugar, y casi más importante, porque los resultados de los demás candidatos garantizan que la fragmentación del voto, que tanto le favorece, se mantendrá todavía algo más.

Para entender estas elecciones hay que recordar que, como todos los grandes partidos, el republicano es una coalición de distintos grupos de votantes con intereses diferentes que, aunque se mantengan unidos en la misma casa común, tienen comportamientos muy distintos cuando se produce un proceso de primarias. Así, hay varios caminos que pueden explorar los candidatos si quieren salir elegidos, que en esta campaña han quedado reducidos a tres: las vías conservadora, moderada y populista.

La vena populista del Partido Republicano ha sido explotada por distintas vías, desde un liberalismo radical como el de Ron Paul al conservadurismo rancio de Pat Buchanan. Aquí no importa tanto la ideología como la sensación de cambio radical frente a los demócratas y los demás republicanos: un voto antisistema que Donald Trump ha sabido monopolizar con mucho éxito, lo que explica, por ejemplo, que Rand Paul se haya retirado sin acercarse siquiera a los resultados de su padre. El populismo garantiza un suelo de apoyos bastante firme, pero también tiene un techo que, aunque el showman Trump ha conseguido elevar considerablemente, sigue estando demasiado bajo, en teoría, para conseguir la nominación.

Ted Cruz, por su parte, ha conquistado el camino del conservadurismo, entendiendo que esta ideología significa en Estados Unidos algo muy distinto de lo que significa aquí. Cruz representa la pureza en las ideas, desde la reducción del tamaño del Estado federal al escepticismo con el cambio climático, pasando por posiciones tradicionalistas en lo moral y religioso, que le han permitido contar con el voto evangélico también. Pocos niegan que probablemente Cruz sea el más inteligente de los candidatos que se presentan por cualquiera de los dos partidos, al margen de ideologías, y sin duda tiene una estrategia diseñada para captar votos de las demás corrientes, pero la irrupción de Trump le ha dejado fuera del voto antisistema, con el que sin duda contaba cuando se presentó.

Finalmente está la vía del establishment republicano y la moderación centrista. Aquí es donde se han concentrado este año casi todos los candidatos. Tras Iowa, se esperaba que Rubio tuviera un buen resultado en New Hampshire y concentrara este voto, provocando la retirada de los tres gobernadores que se lo disputan: Bush, Christie y Kasich. Pero tuvo una cagada monumental en el último debate, algo que ha provocado que Kasich, que apostó todo a New Hampshire, haya logrado la segunda plaza. Bush también ha quedado levemente por encima de él: suficiente para continuar pese a todo el dinero que ha malgastado con tan magro resultado. Solo Christie ha quedado peor, y ya se ha anunciado su retirada. Pero no se sabe aún si el error de Rubio le descalificará o será un mero bache en el camino, como sucedió en 2012 con Perry y Romney, respectivamente. Así que por ahora el voto seguirá fragmentado, al menos hasta después del Supermartes.

Naturalmente, estas vías al éxito en las primarias republicanos no son compartimentos estancos, tan sólo puntos de partida que te permitan conseguir resultados y fondos suficientes para sobrevivir el mayor tiempo posible en esta carrera de resistencia. De las tres, sólo la populista tiene realmente un techo claro: en las encuestas, cuando se quitan candidatos y se preguntan por resultados con sólo dos o tres personas, Trump sale derrotado porque apenas sube en apoyos, mientras los demás se reparten casi todos los votos de los candidatos retirados. Por eso los resultados de New Hampshire son tan buenos para él. Desgraciadamente. La única buena noticia es que las cosas pueden cambiar muy rápidamente: hace sólo siete días Rubio parecía encaminarse directo hacia la victoria...

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