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EDITORIAL

Casado y la reconstrucción de la derecha

La tarea de Casado pasa por recuperar a políticos y votantes que, fuera del PP de Rajoy, han seguido fieles a la causa de España y la Libertad

Si Pablo Casado quiere verdaderamente cumplir su compromiso de emprender una auténtica reconstrucción del centroderecha español y lograr que el PP vuelva a ser la casa común de liberales y conservadores –o, en términos más imprecisos, de todos aquellos que se sitúan a la derecha del PSOE–, tendrá que hacer algo más que combatir la nauseabunda campaña que un sector de su propio partido está fraguando contra él desde lugares como Andalucía, tratando de presentarlo despectivamente como un peligroso "derechista".

Sin duda, Casado tendrá que hacer frente a esa miserable facción del peor PP, que rehuye el debate de ideas para instalarse cómodamente en el consenso socialdemócrata y cambalachear con los nacionalistas, si quiere consolidar su liderazgo. Ahora bien, la tarea que tiene por delante va mucho más allá y, por supuesto, tampoco se agota con su por otra parte oportuna reunión con un José María Aznar que no sólo forma parte fundamental de la historia del PP –para lo bueno y para lo malo–, sino que ha sido muy crítico con la deslealtad ideológica y la deriva suicida del partido durante la funesta etapa de Mariano Rajoy.

Como ha quedado de la peor de las maneras claro, la llamada que Rajoy hiciera en 2008 a liberales y conservadores a marcharse a otro partido fue mucho más que un calentón mitinero: constituyó un siniestro anticipo de lo que vendría, la corrupción ideológica de un PP que acabaría ejecutando el mayor incremento de la presión fiscal de la etapa democrática, aceptando los términos de la paz sucia de ETA y José Luis Rodríguez Zapatero, renunciando a todo proyecto de reforma autonómica que lograse tanto la reducción del gasto público como el reforzamiento de la vertebración de España o aceptando la infame Ley de Memoria Histórica.

Acabar con todo eso y con todo lo que ha hecho del PP un partido socialdemócrata ramplón que, para colmo, no está comprometido con la lucha contra el nacionalismo y con la defensa del Estado de Derecho en todo el territorio nacional será imprescindible para que vuelvan tanto los millones de votantes que lo han abandonado en los últimos años como las personalidades que se han apartado asqueadas de la escena pública o incluso han dado el paso de abrazar o fundar otras siglas.

Aunque no haya sido fruto de una derrota electoral, sino de una ignominiosa conjura de socialistas, comunistas, alabarderos de terroristas y golpistas, el desalojo del PP del Gobierno debe servir de catarsis que haga posible tanto la depuración interna como la recuperación de todos esos políticos y votantes que, fuera del partido demolido por Santamaría y Rajoy, han seguido siendo fieles a la causa de España y la Libertad.

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