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EDITORIAL

Unidad constitucionalista frente al Gobierno de la Vergüenza

La única forma de resistir y combatir es la unidad de las formaciones leales al orden constitucional.

Ya no es tiempo de hacer especulaciones sobre la situación en que se encontraría España si los partidos constitucionalistas hubieran ofrecido en su día a Pedro Sánchez, como mal menor, su abstención ante la conformación de un Gobierno en solitario de los socialistas, sin más condición que la ausencia de acuerdos con el separatismo y la extrema izquierda podemita. Ahora toca afrontar el hecho dramático de que se va hacer realidad el peor Gobierno de cuantos podría haber presidido el nefasto Sánchez; un Sánchez que tiene como compañeros de viaje a partidos que, según sus propios dirigentes, buscan la destrucción del orden constitucional y de la propia nación española.

A este respecto, poco añaden las palabras que la diputada de ERC, Monserrat Bassa, ha evacuado este martes en el Congreso: "Me importa un comino la gobernabilidad de España"; o las de los proetarras de Bildu, que se han presentado como garantes de la continuidad de Sánchez al frente del Ejecutivo; o las del vicepresidente in pectore Pablo Iglesias contra la Monarquía. Y es que todas ellas, por repulsivas que sean, no aportan nada nuevo, ya sabe todo el mundo cuál es la calaña de los comunistas, los proetarras y los golpistas que el Gran Felón ha elegido como aliados.

Así las cosas, PP, Vox y Ciudadanos han de trazar una estrategia para combatir de la mejor forma posible a un Gobierno aberrante que no tratará de dar continuidad al régimen constitucional de 1978, sino de liquidarlo.

Poco importa en estos momentos saber si Sánchez ha fraguado esa infame alianza porque es un nihilista sin escrúpulos capaz de todo o, tal y como ha asegurado Pablo Casado, porque es él mismo un "radical" que comparte buena parte de los principios y objetivos de los antisistema a los que se ha asociado. Lo decisivo es que ha elegido como puntales de su Gobierno a quienes sólo le seguirán en la medida en que erosione o permita que se erosione el orden constitucional. Frente a este panorama sobrecogedor, la única forma de resistir y combatir es la unidad de las formaciones leales al orden constitucional.

Aunque los magníficos discursos de Pablo Casado, Santiago Abascal e Inés Arrimadas contra el Gobierno de la Vergüenza, que en realidad trata de imponer un nuevo régimen, sean un buen punto de partida, es necesario que esa coincidencia y altura de miras se plasme cuanto antes en acuerdos de colaboración y acción política conjunta. Difícilmente podrá preservarse la unidad de España si la derecha se mantiene desunida, lo cual no ha de pasar necesariamente por una reconstitución que haga desaparecer las legitimas diferencias entre PP, Vox y Ciudadanos; pero sí ha de dar lugar a coaliciones o acuerdos preelectorales que plasmen que lo que les une y está en riego de desaparecer, por la acción de un Gobierno social-comunista tutelado por los separatistas, es mucho más que lo que los separa.

Pedro Sánchez habrá sido aupado a la Presidencia del Gobierno con la más exigua y radical de las mayorías, pero sus tragaderas y falta de escrúpulos deben servir de alerta para que el centro-derecha no cometa el error de pensar que la presente legislatura será muy corta y de escaso recorrido. Lo será sólo en la medida en que Casado, Abascal y Arrimadas no tengan reparos en cogerse de la mano y dejen de defender por separado la unidad de España y el orden constitucional.

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