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EDITORIAL

El ombliguismo de UPyD

Las condiciones bajo las cuales se aprueba un eventual concierto político con Ciudadanos lo hacen extraordinariamente difícil cuando no imposible.

La reunión del Consejo Político UPyD celebrada ayer no ha supuesto ningún avance significativo en la línea estratégica de un eventual acuerdo electoral con Ciudadanos, tal y como solicitó el europarlamentario Francisco Sosa Wagner y apoya la inmensa mayoría de los votantes y simpatizantes del partido a tenor de las últimas encuestas. Después de siete horas de debate, el partido de Rosa Díez aprobó ayer el documento con las condiciones para un posible pacto con otras formaciones que, de hecho, pone de manifiesto el escaso interés de los dirigentes de UPyD en llegar a este tipo de acuerdos. Se trata de unas condiciones "exigibles y no negociables", que obligan a la formación aspirante a coaligarse con UPyD a realizar todos los esfuerzos y concesiones necesarios para llevar a buen puerto cualquier pacto futuro.

Difícilmente puede alcanzarse un acuerdo para concurrir a las elecciones cuando uno de los partidos en liza se enroca en sus estatutos sin conceder la menor opción a discutir los términos de una alianza. Eso es lo que hizo ayer UPyD para dar una falsa imagen favorable a un pacto de unidad, que las condiciones bajo las cuales se aprueba ese eventual concierto hacen extraordinariamente difícil cuando no imposible.

El promotor de esta iniciativa de apertura a otros partidos con los que UPyD comparte ideario, el propio Sosa Wagner, tuvo que asistir ayer a una catarata de descalificaciones y ataques de sus compañeros de partido, que ponen de manifiesto el carácter endogámico de una dirigencia más celosa de mantener sus privilegios actuales que de buscar alianzas para alcanzar mayores cotas de poder real. Sorprende que Rosa Díez haga esta apuesta forzada por el inmovilismo cuando, en realidad, UPyD está todavía muy lejos de colmar las aspiraciones con que llegó a la arena política. Más asombroso es que no atienda al ejemplo que en la izquierda están llevando a cabo otras formaciones recientes, surgidas de la nada, que supeditan cualquier estrategia a su objetivo de alcanzar el poder con un éxito sin precedentes.

La grandeza de miras y la necesidad de hacer lo mejor para España, no para los dirigentes del partido, obliga a una formación de vocación nacional como UPyD a realizar todos los esfuerzos que le permitan formar parte de una opción electoral con garantías de éxito. Sin embargo, sus líderes han decidido hacer suyos los males tradicionales de los grandes partidos, convertidos en maquinarias electorales donde cualquier decisión se toma en función de los equilibrios internos y las aspiraciones personales de los que integran sus órganos dirigentes. Por más que, como declaró finalmente un abochornado Sosa Wagner, formalmente se abriera la puerta a un posible pacto con Ciudadanos, UPyD hizo ayer alarde de lo peor del bipartidismo que aspira a sustituir.

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