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EDITORIAL

El veleta insensato Sánchez y el PSOE como problema

El PSOE es un partido desnortado, ayuno de ideas y estrategia, que sólo consigue excitar a sus bases con el patético "no es no" de Sánchez.

En una nueva vuelta de tuerca discursiva, Pedro Sánchez inicia su campaña oficial para las primarias socialistas presentando un programa completamente distinto al que ha venido vendiendo y anunciando en los muchísimos actos que ha desarrollado en los meses de campaña oficiosa. Atrás quedaron la cercanía a Podemos y también el sentido de una modificación del artículo 2 de la Constitución que primero no era necesaria, después fue una cosa y ahora parece ser otra.

No se trata, ni mucho menos, de cambios sin importancia, ya que en este momento tan complicado de su historia el PSOE tiene que redefinirse y lo va a hacer alrededor de dos grandes asuntos: la cuestión nacional (y nacionalista) y las relaciones con la izquierda antisistema.

Los socialistas no resolverán su tremenda crisis de identidad sacando a Franco del Valle de los Caídos o apoyando los carriles bici de Carmena y Colau, sino decidiendo si son un partido español y si su oferta electoral es para una mayoría moderada o para despeñar a España en el precipicio de la ultraizquierda liberticida y miserabilizadora.

Las indecisiones de Sánchez son, por tanto, de una gravedad descomunal, porque atañen a los asuntos más importantes y porque dejan al ex secretario general del PSOE como un insensato oportunista indigno de confianza, que lo mismo aboga por un acuerdo con Ciudadanos sobre la base de un programa más o menos razonable de centroizquierda que se afana en pactar con Podemos y todo el nacionalismo.

Lo cierto es que apenas hay de qué sorprenderse: el PSOE es un partido desnortado, ayuno de ideas y estrategia, que sólo consigue excitar a sus bases con el patético "no es no" de Sánchez.

Sánchez es un problema, sin duda alguna. Pero lo verdaderamente preocupante es que no parece que el PSOE en su conjunto quiera y pueda ser parte de la solución a la crisis política que padece España, en un momento en que la izquierda más repugnante, la que jalea los crímenes de la tiranía venezolana y blanquea a los asesinos de la banda terrorista ETA, y el nacionalismo más infame y desleal están en posiciones que les resultan muy propicias para jugar al cuanto peor, mejor.

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