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EDITORIAL

Felipe González deja en evidencia a los chavistas de aquí y allí

La “injerencia” que denuncia lo peor de la izquierda española, siempre presta a jalear a sanguinarios liberticidas, es un deber para todo demócrata que se precie.

Aunque no le hayan dejado visitar a los opositores encarcelados Leopoldo López y Antonio Ledezma, ni asistir a las vistas de sus juicios, que han sido suspendidos, la encomiable visita del expresidente González a Caracas ha servido para poner nuevamente en evidencia la naturaleza liberticida del régimen chavista de Nicolás Maduro. La campaña de difamación contra González, así como todos los impedimentos que le han puesto para llevar a cabo su labor en defensa de los derechos humanos y de la libertad, no ha hecho más que contribuir a exponer la calaña de un régimen capaz de encarcelar a la gente por el simple hecho de mostrar su oposición al Gobierno.

La visita de González ha servido también para volver a mostrar las complicidades de buena parte de la izquierda española con el chavismo y la incoherencia del propio Partido Socialista. Aunque Pedro Sánchez haya aplaudido la iniciativa de González –al igual que han hecho el expresidente Aznar y el Gobierno–, lo cierto es que los socialistas están buscando alianzas con Izquierda Unida y con Podemos, formaciones que tienen por referencia el populismo empobrecedor y liberticida que padecen los venezolanos. Ya podrá la formación que lidera Pablo Iglesias afirmar ahora que respeta la visita de González a Venezuela, pero tan poco comprometida afirmación no es otra cosa que una forma de ocultar sus intactas complicidades con el régimen de Nicolás Maduro, cuyas violaciones a los derechos humanos en ningún momento ha condenado. Y para qué hablar del ex número tres de la organización ultraizquierdista, Juan Carlos Monedero, que ha denigrado las razones de González para acudir al país caribeño. En cuanto al coordinador federal de IU, Cayo Lara, ha acusado al exmandatario de creerse "en periodo colonial".

Por lo visto, para la izquierda más siniestra no había "injerencia" alguna digna de crítica cuando los dirigentes de Podemos asesoraban a la tiranía chavista, pero hay un "colonialismo" inaceptable cuando un expresidente español se preocupa por la falta de libertad en aquel país. Lo cierto es que la “injerencia” que denuncia lo peor de la izquierda española, siempre presta a jalear a sanguinarios liberticidas, es un deber para todo demócrata que se precie. Las críticas de semejantes personajes no pueden sino ser consideradas una prueba de que se está en la buena dirección.

Habrá quien diga que una cosa es la política internacional y otra las alianzas para conformar Gobiernos en ayuntamientos y autonomías españoles, pero lo cierto es que quien defiende la conculcación de derechos y libertades en el extranjero es perfectamente capaz de hacer lo propio en España en cuanto se le permita.

Ojalá la loable iniciativa de González sea sólo un primer paso para elevar la presión, dentro y fuera de España, sobre Nicolás Maduro y consiga además ahuyentar a ciudadanos incautos de unas formaciones que quieren infligir a España los males que el chavismo está infligiendo desde hace ya tanto a Venezuela.

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