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EDITORIAL

La penúltima traición de Casado

Casado podría haber elegido estas semanas hasta el congreso extraordinario del PP para restañar heridas y actuar por primera vez con lealtad.

La salida del cargo del todavía presidente de los populares está discurriendo en consonancia con el último tramo de su mandato, caracterizado por el juego sucio y la deslealtad hacia sus compañeros y militantes. Casado se presentó en una reunión del Partido Popular Europeo a modo de despedida, pero aprovechó la circunstancia para arremeter traicioneramente contra su partido por el pacto de legislatura suscrito en Castilla y León. El presidente saliente no solo criticó duramente el acuerdo con Vox de su compañero Fernández Mañueco, sino que lanzó un duro ataque contra Núñez Feijóo antes incluso de que asuma la presidencia que él abandona, como si estuviéramos ante una carrera por las primarias del PP y no presenciando la patética salida de la política de un personaje lamentable.

En su desahogo ante la plana mayor del centro-derecha europeo, Casado presumió de que con él al frente del PP no se hubiera producido ese pacto, porque su principal preocupación desde que llegó a la presidencia del partido ha sido aislar a la ultraderecha representada por Vox. Casado utiliza las tácticas denigratorias de la peor izquierda para caracterizar a un partido político que comparte no pocos de los principios y valores que siempre han caracterizado al Partido Popular. Buena prueba de ello es el trasvase continuo de votantes populares a las filas del partido de Abascal, que ya estaría empatado a escaños con el PP según algunas encuestas. Pero es que la estupidez de Casado y Teodoro al adelantar las elecciones castellanoleonesas para darse un baño de multitudes terminó en un batacazo y en una subida espectacular de Vox. En consecuencia, no es Casado el que ha aislado a la ultraderecha, sino Vox el que ha aislado su burda estrategia para castigar injustamente a Isabel Díaz Ayuso, convertida en la bestia negra del casadismo.

Casado podría haber elegido estas semanas hasta el congreso extraordinario del PP para restañar heridas y actuar por primera vez con lealtad para tratar de compensar las felonías que han puesto fin a su carrera política en medio de la vergüenza y el descrédito. En su lugar ha preferido utilizar ese generoso lapso de tiempo para dañar a su sucesor de la forma más rastrera imaginable, algo que, sin duda, los que un día le votaron no van a olvidar jamás.

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