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EDITORIAL

Ni siquiera este PP merece 'cordones sanitarios'

Particularmente decepcionante es encontrar en este mejunje antidemocrático a Ciudadanos y UPyD, que vienen haciendo bandera, precisamente, de antisectarismo.

PSOE, Podemos, Ciudadanos, IU e UPyD han llegado a un pacto en la Región de Murcia en virtud del cual se comprometen a que ninguno de ellos pactará con el PP en el caso –bastante probable– de que los populares no alcancen la mayoría absoluta que les permitiera seguir gobernando como hasta ahora.

Se trata de la versión murciana del famoso e infame Pacto del Tinell, que unió a casi todas las fuerzas políticas catalanas en contra de los populares. Hay que matizar, no obstante, que la naturaleza de ambos acuerdos es distinta y, sobre todo, que el PP actual, anegado por la corrupción, tampoco es el PP contra el que se firmó aquél.

Pero, aun así, los cordones sanitarios son una práctica radicalmente antidemocrática cuando se aplican a partidos que, con más o menos corrupción, son democráticos y representan legítimamente a una parte de la sociedad.

Sí hay partidos ante los que, sin la menor duda, hay que levantar un muro insalvable: aquellos que han apoyado o apoyan el uso de la violencia terrorista o aquellos que, aunque traten de disimularlo, están defendiendo la puesta en marcha en España de regímenes liberticidas como los que padecen en Cuba, Irán o Venezuela. El PP de Murcia no es, obviamente, ninguna de las dos cosas.

Por supuesto, cualquier partido puede decidir legítimamente no pactar con los populares, pero eso no es lo mismo que forjar un compromiso con los bolivarianos de Podemos, los comunistas de IU o un PSOE que no brilla precisamente por su abnegada lucha contra la corrupción. Tampoco es muy edificante hacerlo antes de conocerse lo que dicten las urnas; por ejemplo: si el PP se queda a cien votos de la mayoría absoluta, ¿sería legítimo hurtarle la victoria electoral con un pacto contra natura de todos los perdedores?

Particularmente decepcionante es encontrar en este mejunje antidemocrático a Ciudadanos y UPyD, que vienen haciendo bandera, precisamente, de antisectarismo, que dicen querer alejarse de esa España cainita y guerracivilista de buenos y malos tan grata a la izquierda más cerril. Albert Rivera decía no hace mucho: "Aquel que decida votar por el PP, el PSOE, Podemos o UPyD no es mi enemigo, es mi compatriota", y ese debe ser el espíritu con el que todos los partidos no liberticidas se adentren en el complejo panorama de pactos que habrá en muchas autonomías y ayuntamientos tras el 24 de mayo.

Esto no implica que deban pactar con el PP, por supuesto, pero tampoco deben considerar a los populares el enemigo: basta con que sean el adversario. Además, si se deslizan por esa pendiente lo más probable es que pierdan la confianza de un electorado que cada día es más exigente y que para el sectarismo revanchista tiene otras opciones.

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