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EDITORIAL

Podemos y la politización del dolor

Pablo Iglesias ya no habla con entusiasmo de politizar el dolor. Ahora fustiga a la oposición y, en el colmo de la desfachatez, se hace la víctima.

Desde su irrupción en la arena política, Podemos, sus confluencias y alrededores han echado mano de todo lo que les ha parecido oportuno para ganar posiciones: del paro, de los desahucios y hasta de los suicidios, que en lo peor de la crisis achacaban a la situación económica de los fallecidos y de los que con aberrante indecencia culpaban a los bancos o al PP...

No hay desgracia que no haya sido miserablemente utilizada por los neocomunistas para hacer populismo de la peor estofa. Los ejemplos son innumerables: así, Pablo Iglesias llegó incluso a hablar en términos reivindicativos de "politizar el dolor", concepto repulsivo que también ha manoseado a su antojo Alberto Garzón y del que han tirado hasta en campañas y manifestaciones; en cuanto a Ada Colau, cuando se desempeñaba como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) incluso llamó "criminal" a un representante de la banca en el Congreso; y, como muchos recordarán, Manuela Carmena hizo campaña electoral en Madrid sobre la tóxica mentira de que en la capital eran legión los niños famélicos, niños que desaparecieron en cuanto la potentada comunista se encaramó a la Alcaldía...

La nefasta alcaldesa de Madrid ilustra a la perfección la catadura de estos indeseables, que en cuanto se encaraman al Poder entierran en cal viva –por recurrir a imágenes muy del gusto de Iglesias, vicepresidente por la gracia del partido al que fustigó por practicar el terrorismo de Estado– los sensacionalismos obscenos con que ceban su discurso populista. Es más: allí donde en los últimos meses han emergido escándalos con responsabilidades políticas más que evidentes, los que iban de justicieros hasta hace apenas dos días se vuelcan en tapar los hechos, ignorar a las víctimas y cortocircuitar las investigaciones parlamentarias y la acción de la Justicia.

Sirva de ejemplo espeluznante lo ocurrido con las menores tuteladas de Baleares, sometidas a todo tipo de abusos. ¿Qué estarían diciendo los que clamaban por la politización del dolor si la Administración (tremendamente) responsable fuera del PP? ¿Y si la pareja de Isabel Díaz Ayuso hubiese sido condenada por abusar de una menor y la presidenta de Madrid, acusada por la Fiscalía de entorpecer la investigación, como de hecho está ocurriendo con Mónica Oltra? Casi mejor no imaginar el aquelarre de desprecio y odio que estaría perpetrando sin descanso la izquierda política y mediática.

Pablo Iglesias ya no habla con entusiasmo de politizar el dolor. Ahora fustiga a la oposición y, en el colmo de la desfachatez, se hace la víctima. Qué hipocresía, qué doble rasero más repugnante.

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