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EDITORIAL

Tezanos pone el CIS a los pies de los caballos

La manipulación es tan burda que en realidad sólo sirve para desprestigiar al CIS, al propio Tezanos –que tampoco tenía un prestigio profesional deslumbrante– e incluso al doctor Sánchez.

Tras su sorprendente barómetro de septiembre, había no poca expectación por la nueva entrega del estudio demoscópico del CIS. Finalmente, la publicación de los datos correspondientes a octubre ha superado las peores expectativas.

José Félix Tezanos ha vuelto a cambiar el método para el cálculo final de la estimación de votos, rompiendo por segunda vez en dos meses la serie histórica del CIS. Desde el punto de vista técnico es una barbaridad injustificable, ya que si algo tiene –tenía– el instituto demoscópico público es una base de datos de resultados de muchos años, que ahora queda rota por el capricho de su sectario presidente, indigno del cargo por su obsceno partidismo.

El desastre es absoluto incluso en el corto plazo: estos cambios de método hacen que esta encuesta del CIS en realidad no se pueda comparar ni con la del mes pasado. Con esto Tezanos logra cerrar el círculo del despropósito y la contradicción, ya que en una polémica entrevista de hace unas semanas decía que con sus encuestas "no pretende acertar" sino "señalar las tendencias", y si algo hace imposible un método de análisis que cambia cada mes es, precisamente, leer las tendencias y cómo evoluciona la intención de voto mes a mes.

Afortunadamente, gracias a los estudios más serios de las empresas privadas sí podemos tener información útil sobre la evolución de la opinión pública, pero no deja de ser muy grave que una institución como el CIS llegue a un punto de desprestigio tal y, sobre todo, demuestre que este Gobierno es capaz de cualquier cosa con tal de obtener un beneficio ínfimo, al fin y al cabo sólo dura unos minutos, visto el escandaloso nivel de manipulación del descalificable Tezanos.

En efecto, la manipulación es tan burda que en realidad sólo sirve para desprestigiar al CIS, al propio Tezanos –que tampoco tenía un prestigio profesional deslumbrante– e incluso al doctor Sánchez, que no pierde oportunidad de demostrar que no da, ni de lejos, la talla mínima que hay que exigirle a un presidente del Gobierno de España.

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