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EDITORIAL

Venezuela retrata

La 'comunidad internacional', que no sabe, que no contesta, por enésima vez demuestra lo muy poco que le importa la libertad de Venezuela.

Lo que está sucediendo en Venezuela desde la desaparición del tirano Hugo Chávez podría perfectamente figurar en una edición actualizada y realcalamitosa de la Historia universal de la infamia. Para su desgracia, los venezolanos amantes de la libertad están comprobando que la realidad puede desarbolar la imaginación del novelista más disparatado.

El chavismo, paradigma del neopopulismo más infecto, durísima y ojalá inolvidable lección no sólo para los venezolanos, se está retratando definitivamente como un cáncer devastador para la libertad, la prosperidad y la democracia, devenida en aquellas tierras demagogia de la peor estofa. Se está retratando y está retratando, especialmente a sus simpatizantes extranjeros, turba hipócrita que calla o directamente jalea los peores atropellos contra la prosperidad, la dignidad y las libertades de los venezolanos. En España son legión, estos execrables revolucionarios por cuenta ajena que jamás se manifiestan ante la embajada de la república bolivariana, que nunca condenan los desmanes chavistas, que siempre buscan justificación para los dichos y hechos más injustificables del espadón de Barinas. Merecerían vivir bajo su yugo, en las mismas condiciones de miseria e impotencia que sus víctimas, los humillados y continuamente ofendidos venezolanos partidarios de la democracia liberal.

Pero también se está retratando la comunidad internacional, que no sabe, que no contesta, que por enésima vez demuestra lo muy poco que le importa la libertad de Venezuela. La Organización de Estados Americanos (OEA), que tan brava se exhibió con la Honduras que se deshizo del chavista Zelaya, ahora se alinea con el régimen bolivariano, al que repugnan tanto las leyes que no cumple ni las propias. Por su parte, la portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Victoria Nuland, luego de desear una "pronta recuperación" al tirano Chávez y que "todas las voces sean escuchadas", se largó en días recientes un estupefaciente "No hay excusas para la violencia para ninguna de las partes" que viene a equiparar a las víctimas del chavismo, la oposición acosada, amordazada, perseguida, con sus victimarios, los esbirros del Gorila Rojo.

¿Y nuestro ministro de Exteriores, tan pendiente de los asuntos más acuciantes de la actualidad internacional? ¿Qué tiene que decir al respecto de lo que sucede en Venezuela? En octubre, cuando Chávez se proclamó vencedor de los comicios presidenciales, Margallo sentenció: "Es un buen día para Venezuela". Y el pasado jueves 10, en que el moribundo debió haber tomado posesión de su cargo, ¿fue también un buen día para Venezuela o, como denuncia la oposición, la consumación de un autogolpe ampliamente anunciado? Lo sabemos muy ocupado en criticar a Israel y jalear a la Autoridad Nacional Palestina o al rey de Marruecos, pero quizá merecería la pena que dedicara un par de minutos a este fastidioso asunto.

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