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Eduardo Goligorsky

Buscaban un alcahuete

El amancebamiento entre los explotadores de la mayoría social catalana y quienes toleran el expolio engendró un "relator".

El amancebamiento entre los explotadores de la mayoría social catalana y quienes toleran el expolio engendró un "relator".
Pedro Sánchez durante la votación | EFE

La oligarquía bifronte -ERC y Crida, Crida y ERC, tanto monta, monta tanto- tiene prisionera a la mayoría social de Cataluña gracias a un sistema electoral caciquil, que prioriza el voto de los tractores y purines rurales sobre el de las empresas y los ordenadores urbanos. La Constitución española impone al Gobierno del Estado el deber de salvaguardar el derecho de todos los ciudadanos del Reino a vivir en condiciones de libertad e igualdad, por lo que quienes desempeñan dicho Gobierno tienen la obligación de intervenir para rescatar a las víctimas de un secuestro inicuo, sancionando a sus captores. Este es el procedimiento que las fuerzas del orden público siguen en el espacio tenebroso de la depredación sexual para liberar a las mujeres cautivas y explotadas en los puticlubs de carretera.

El procedimiento es muy distinto y bochornosamente complaciente cuando el Estado debe intervenir -y no lo hace- en el espacio no menos tenebroso de la depredación política, para liberar a la mayoría social de cuatro provincias españolas que vive oprimida por el supremacismo identitario evadido del marco legal. El desamparo que padece esta mayoría social es peor que el de las sin papeles esclavizadas. El Gobierno que debería acudir en su auxilio la abandona, y no por desidia sino por su complicidad con los abusadores.

Se armó la gorda

Y entonces, el amancebamiento entre los explotadores de la mayoría social catalana y quienes toleran el expolio engendró un "relator". El títere que faltaba en el burdo guiñol. Y se armó la gorda. Para edulcorar el fruto malparido del pacto espurio, el gurú Enric Juliana lo presentó como un "secretario de actas" que desempeñaría su función "en las reuniones entre partidos catalanes que tendrían como objetivo intentar hallar una salida al laberinto" ("Venezuela es el marco de combate", LV, 7/2). Muy normal si no fuera porque Juliana evoca, desde el título de su artículo, la crisis venezolana. Tres veces alude en el texto a Venezuela, aunque le sale el tiro por la culata. Le escandaliza al gurú que los partidos y sociedades civiles constitucionalistas acusen a Pedro Sánchez de "alta traición", pero si este es un émulo de Maduro que apela a todos los fraudes para conservar la poltrona, la razón está de parte de quienes suman sus fuerzas para librar a España del "felón".

En verdad, son muchos -si no todos- los supremacistas y sus afines que rezan a sus santos laicos por la salvación del dictador Maduro. El locuaz diputado de ERC Joan Tardà lo hace sin disimulo (El Nacional, 23/1), y el sociólogo Manuel Castells lo secunda con más discreción ("¿Intervención en Venezuela?", LV, 9/2). Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Quim Torra, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y toda la corte de los milagros golpista son ramas del tronco narcisista y autoritario del que brotó el fruto Maduro, hoy podrido. Este crápula fue el único jefe de Gobierno, en todo el mundo, que se fotografió desplegando orgullosamente una estelada con estrella roja en compañía de militantes secesionistas visiblemente regocijados (El Periódico, 28/4/2017).

El fantasma de la derecha

Los supremacistas y sus compañeros de viaje políticos y mediáticos siguen catalogando con persistente malevolencia a todas la oposición constitucionalista como "extrema derecha", sin reconocer la preponderancia de centristas y liberales. Pero el hecho de que Felipe González, Alfonso Guerra y todos los socialistas leales a la E de su sigla denunciaran sin eufemismos "la degradación institucional" que traerá consigo la política sanchista, ha terminado de desbaratar este engañabobos, y por lo tanto ahora la comparsa rebelde incluye explícitamente entre sus enemigos al "socialismo de derechas" (Isabel García Pagan, "Y si no, ¿qué?", LV, 9/2). Bienvenido sea.

Igualmente, Marius Carol se empecina en agitar el fantasma de la derecha ("Madrid es una olla (a presión)", LV, 9/2) cuando declama: "Pablo Casado, que tiene tanta prisa que corre el riesgo de tropezar, se ha pasado la semana abriendo la espita del gas". Pero Carol reconoce involuntariamente su propio punto débil al agregar que "la memoria es frágil como la porcelana de Sèvres", porque si no fuera así recordaría que él mismo escribió ("Salir de la rueda del hámster", LV, 4/12/2017):

O enterramos el procesismo o cavará nuestra tumba.

¡Vaya espita del gas la que abre esta tan drástica como acertada advertencia, que reproduzco periódicamente en mis artículos citando siempre a su autor!

Derecho de pernada

No es extraño que la tropa de embaucadores haya puesto como condición a los entreguistas de la Moncloa que, como es habitual en las tratativas entre competidores mafiosos, estuviera presente un conchabado para avalar la transacción. En este caso la cesión, por parte del Gobierno, del derecho de pernada sobre la mayoría social de Cataluña. Lo cual obligaba a utilizar como relator, mediador o facilitador (Lola García dixit), a un alcahuete acomodaticio. Con el añadido de que el personal de este gremio está muy solicitado, en razón de lo cual ofrece un sinfín de posibilidades a charlatanes profesionales de distinto pelaje, preferiblemente hostiles a la sociedad abierta y enrolados en el bando antisistema, anticapitalista y antiglobalización, sin hacer ascos al cambalacheo con seres humanos.

A la cabeza de la lista de alcahuetes disponibles en el ámbito internacional figura desde tiempos inmemoriales Noam Chomsky, siempre dispuesto a demonizar las democracias occidentales, seguido por dos premios Nobel de la Paz igualmente belicosos: el argentino Adolfo Pérez Esquivel, empedernido correveidile de terroristas y guerrilleros, y la impostora guatemalteca Rigoberta Menchú, cuya falsa biografía la hizo acreedora a dicho premio.

Sin ir tan lejos, aquí tenemos a José Luis Rodríguez Zapatero, sonriente mercenario al servicio del sátrapa Maduro. Y al exjuez Baltasar Garzón, dúctil amanuense de la cleptócrata Cristina Fernández de Kirchner. La carrera del celestinazgo político también es promisoria para el futuro del doctor Pedro Sánchez cuando vaya próximamente al paro, porque siempre habrá dictaduras que necesiten servidores expertos en trabajos sucios, con conocimiento de idiomas. El proxenetismo político es una profesión muy rentable y por lo tanto apetecida.

Liberar a los catalanes

Tras el fracaso de la Operación Alcahuete -esperemos que definitivo, aunque ello depende de la cohesión del frente constitucionalista- el paso siguiente consistirá en liberar de sus ataduras políticas, sociales, culturales y económicas, a los catalanes, la mayoría de los cuales continúan aprisionados y desvalijados por los patrocinadores del trapicheo venal y sus secuaces. Andalucía marca el camino. La manifestación del 10-F lo pavimenta.

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