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Eduardo Goligorsky

Unidos por el espanto

Escribió Jorge Luis Borges en su poema "Buenos Aires":

No nos une el amor sino el espanto.

No imaginó ese argentino universal que su verso podría ser el eslogan ideal para aglutinar el 26 de mayo a los ciudadanos españoles, entre ellos a los catalanes, y particularmente a los barceloneses, en torno a los candidatos leales a la Constitución. Sí, "unidos por el espanto", dejando de lado las diferencias ideológicas y regionales hasta que desaparezcan las amenazas de balcanización y de involución totalitaria. Cuando se recupere la normalidad podremos retomar las disputas partidarias. Por eso, creo que se equivocan quienes piden que esa disputa se entable ya mismo entre quienes estamos condenados a unirnos para combatir el espanto.

Bolcheviques reciclados

Todos los observadores políticos vaticinan que Pedro Sánchez esperará conocer el resultado de los comicios del 26-M para decidir la composición de su gobierno. Su desmesurado apetito de poder lo empujará a concertar alianzas con quienes le aseguren la permanencia en la Moncloa, aunque su típica falta de escrúpulos lo hará especialmente vulnerable a los chantajistas de la peor especie: supremacistas empeñados en poner fronteras a su repúblika tribal y bolcheviques reciclados con injertos castristas y chavistas.

Habrá tiempo, hasta el 26-M, para recomponer la relación de fuerzas constitucionalitas descompensada el 28-A. "Unidos por el espanto" sería una buena fórmula inicial. ¿Exagero? A escala nacional, es motivo de espanto la proclividad de Sánchez a entenderse con Pablo Iglesias, abanderado de la izquierda radical, esa horda que genera, allí donde gobierna o donde ocupa las calles, el caos, el empobrecimiento y la ruptura de la convivencia. El proyecto estrella que los alucinados podemitas comparten con Sánchez es la plurinacionalidad, quimera infumable calcada de la cartografía medieval. Un bodrio que el servicial Miquel Iceta supervisará desde la presidencia del Senado. Lo demás es pura demagogia populista urdida para trastornar las mentes a través de las redes sociales. Juntos, si pueden, desmantelarán España y dejarán a sus habitantes sin luz ni agua potable, como los venezolanos. Qué espanto.

Teñidos de rojo

Bajemos al escenario catalán, donde Esquerra Republicana de Catalunya aparece como la gran esperanza blanca del pactismo. Cada vez que un formador de opinión intenta hacernos comulgar con este timo, habría que exigirle que complete la presentación e informe que ERC ya está pactando preferentemente con la resaca del terrorismo etarra, encarnada en EH Bildu. Ambos partidos enemigos de España se presentarán juntos a las elecciones europeas en la papeleta de Ahora Repúblicas, y aquí sus representantes confluirán en un solo bloque en el Congreso y el Senado. Pactos irremediablemente teñidos de rojo, más por la sangre derramada que por la ideología. Se acumula el espanto.

Lola García resume -sin mencionar, sospechosamente, el maridaje con la escoria post etarra- lo que nos aguarda si el espanto no nos une a tiempo para evitar que se materialice el presagio ("El asalto a los cielos de ERC", LV, 5/5):

ERC ha dado un gran paso para dominar a su rival. Con algo más de un millón de votos ha alcanzado el 24,7 %, mientras que JxCat ha obtenido el 12 %. Y ahora se dispone a culminar la faena. Primero con la acometida a Barcelona. La alcaldía en manos del independentismo es un mensaje de enorme potencia internacional. Pero también con las europeas de este 26 de mayo. (…) Y todo ello no sería más que el preámbulo del asalto a los cielos, o sea, a la Generalitat.

Talante retrógrado

El que avisa no es traidor. Ernest Maragall es el candidato al que esta ERC, asociada en Europa a los post terroristas de EH Bildu, le ha encomendado la misión de convertir Barcelona en la plaza fuerte de los amotinados, sustituyendo la senyera burguesa por la estelada revolucionaria. Barcelona ya está desquiciada por un equipo antisistema que se cisca en el bienestar de los vecinos, ahuyenta el turismo, pone obstáculos a la iniciativa privada, abomina del derecho de propiedad, fomenta rencores guerracivilistas y convierte la ciudad en foco de atracción para delincuentes nativos y extranjeros. Para colmo, la alcaldesa Colau creyó que su cargo le concedía autoridad para "desborbonizar" el callejero y poblarlo con sus favoritos como si de su finca particular se tratara, y para crear en su jurisdicción su propia repúblika de pacotilla.

Unidos por el espanto, los barceloneses deberán cerrar el paso al candidato que pretende completar la degradación de su metrópoli y contagiarle el talante retrógrado de la Cataluña profunda. Recordemos que cuando al hoy candidato Ernest Maragall le tocó inaugurar las sesiones del Parlament como presidente de la Mesa de Edad, se excedió en sus funciones y pronunció "un duro e inusual discurso" contra España (LV, 17/1/2018) totalmente ajeno al protocolo, que la portavoz socialista Eva Granados calificó de "sectario" e Inés Arrimadas de "mitin de ERC". Y no se trata solo de cerrarle el paso a él, sino también de levantar barreras contra posibles contubernios con otros candidatos. Los más suspicaces solo confiamos en la integridad de Manuel Valls y Josep Bou, porque los socialistas y los comunes están predispuestos a concertar chanchullos -y no sería la primera vez- con los supremacistas identitarios portadores del espanto.

Mentir, mentir, mentir

Roger Torrent, presidente del Parlament hibernado, recita sin vergüenza el doble discurso de ERC. Les endilga un cuento chino a sus entrevistadores (LV, 5/5) ocultando que su partido comparte la papeleta electoral de Ahora Repúblicas con los custodios del legado criminal de ETA:

ERC sigue el principio de empatizar al máximo con los espacios políticos que hoy no comparten nuestro modelo de país. O que están en contra de nuestras ideas. Hace falta el esfuerzo de empatía que personifica Junqueras. (…) Para avanzar necesitamos consensos estratégicos. Y este es el gran déficit del independentismo del último año y medio, que no ha sabido construir esta unidad estratégica y explicarla.

Mentir, mentir, mentir, es la voz de orden. Torrent repite cinco veces a lo largo de la entrevista la falacia de que el independentismo representa la voluntad del 80 % de los catalanes, con ERC como punta de lanza. Miente descaradamente cuando sostiene que este es el porcentaje de partidarios del referéndum de independencia, porque si lee la prensa debe de saber que según la encuesta del Gabinet d´Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) ese porcentaje se sitúa en el 42,4 % (El Periódico, 30/10/2018). Y hace ostentación de su insolente desprecio por la inteligencia de los ciudadanos cuando añade que "la voluntad del 80 % se tiene que reflejar cada vez que haya urnas". Dicho pocos días después de que los independentistas salieran maltrechos de los comicios con el 39 % de los votos emitidos, o sea 1.626.000 sufragios, muy por debajo de los míticos dos millones, este embuste refuerza la convicción de que los parásitos del procés actúan como si pudieran seguir engañando indefinidamente a la buena gente, aborregada en el mundo ficticio que ellos han creado con sus medios de adoctrinamiento y de comunicación. Pero las urnas cantan: son cada vez menos.

Frente a este panorama truculento solo cabe suspender, hasta el 26 de mayo, todas las contiendas entre partidos constitucionalistas y las ambiciones personales. Si no lo hacen los dirigentes lo haremos los ciudadanos votando a los más fiables: "No nos une el amor sino el espanto".

PS: El soneto "Buenos Aires" de Jorge Luis Borges apareció en agosto de 1963 en Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, memorable ágora de debate contra los totalitarismos. Borges deja entrever aquí su relación conflictiva con la ciudad donde padeció los agravios que le asestó el peronismo, siempre fiel a la consigna "alpargatas sí, libros no". Pero a continuación de "no nos une el amor sino el espanto", el soneto concluye con un emotivo "será por eso que la quiero tanto".

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