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Elías Cohen

¿Qué pretende Ruhaní?

Aunque les pese a los ayatolás, necesitan terminar con las sanciones, o al menos suavizarlas, y, consecuentemente, negociar el programa nuclear.

Aunque les pese a los ayatolás, necesitan terminar con las sanciones, o al menos suavizarlas, y, consecuentemente, negociar el programa nuclear.

Después de la actuación de Ruhaní en la ONU, surge una pregunta clara: ¿qué pretende el presidente iraní? Thomas Friedman lo tiene claro: los iraníes están ahogados por las sanciones y necesitan mejorar su calidad de vida. Por ello, aunque les pese a los ayatolás, necesitan terminar con las sanciones, o al menos suavizarlas, y, consecuentemente, negociar el programa nuclear.

La Administración Obama parece que no ha dejado pasar la oportunidad y Kerry no ha dudado en celebrar una reunión histórica con el ministro de exteriores de Irán, Javad Zarif, con los representantes de los otros cuatro países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU como testigos. Por otro lado, y con cierta prisa, Obama y Rouhaní volvieron a hacer historia: mantuvieron una conversación telefónica, que según la Casa Blanca se centró en el programa nuclear de Irán y en la preocupación del presidente norteamericano por tres compatriotas capturados en Irán, Robert Levinson, Saeed Abedini y Amir Hekmat –este último en paradero desconocido.

Ciertamente, Ruhaní llevaba tiempo calentando su visita a Nueva York. Felicitó a los judíos porRosh Hashaná (Año Nuevo) mediante Twitter y liberó a once presos políticos. En la entrevistaque concedió a la CNN dijo que no busca la guerra con ningún país y que Irán nunca desarrollará la bomba atómica. También intentó esquivar las preguntas sobre el Holocausto diciendo que no es historiador. Es una forma de negación de la Shoá, es cierto, pero al menos se sitúa lejos de las palabras de Ahmadineyad.

En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, volvió a insistir:

Las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva no tienen lugar en la doctrina de defensa y seguridad de Irán, y contradicen nuestras convicciones básicas religiosas y éticas.

Mientras tanto, los quisquillosos israelíes siguen sin fiarse. No es para menos. En el informe del Departamento de Estado de EEUU de 2012 sobre terrorismo, Irán fue designado como "el Estado patrocinador del terrorismo más activo". En el mismo año, el informe Post 9/11 International and Regional Cooperation in Counter-Terrorist Financing, publicado por el Centro Internacional de Contraterrorismo, con sede en la localidad israelí de Herzliya, aseveraba:

Irán es quizás el más notable proveedor conocido de fondos, capacitación, armas y refugio seguro para Hezbolá y Hamás, entre otros.

Asimismo, Teherán sigue siendo el principal aliado del régimen de Bashar al Asad.

Por otro lado, Ruhaní no es un ningún moderado, es un hombre del régimen. Según Ray Takeyh, destacada figura del Council on Foreign Relations y exasesor principal sobre Irán en el Departamento de Estado de EEUU, ha dicho que el nuevo presidente iraní

está comprometido con el programa nuclear del país, pero también ve la importancia de la economía y la necesidad de negociaciones más serias.

Por su parte, el escritor irano-estadounidense Sohrab Ahmarí ha recordado que durante la campaña electoral Ruhaní se jactó de que durante su mandato como negociador Irán no suspendió el enriquecimiento, y por el contrario afirmó: "Hemos completado el programa". Ahmarí ha advertido también de que Ruhaní fue responsable de reprimir las revueltas estudiantiles de 1999. Asimismo, y según la investigación argentina llevada a cabo por el fiscal Alberto Nisman, Ruhaní estuvo implicado en el atentado contra la AMIA de Buenos Aires (1994).

Ruhaní tiene un largo camino por delante si quiere normalizar las relaciones con Occidente y suavizar las sanciones. En Irán, le crecerán muchos enanos. Quizás la diplomacia haga la vista gorda con las violaciones de derechos humanos en la República Islámica, pero la financiación y promoción del terrorismo y, sobre todo, el programa nuclear deben dar un giro muy radical. Aunque EEUU y sus aliados tiendan la mano y den muestras de amabilidad, hay líneas rojas que deben ser innegociables. Esperemos que verdaderamente lo sean.

© elmed.io

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