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Emilio Campmany

Cáscara de cayetano

Esto es lo que viene haciendo el PP desde los tiempos de Aznar: renunciar a toda transformación ideológica limitándose a gestionar, cuando le dejan.

Esto es lo que viene haciendo el PP desde los tiempos de Aznar: renunciar a toda transformación ideológica limitándose a gestionar, cuando le dejan.
Pablo Casado, Teodoro García Egea y Pablo Montesinos en una imagen de archivo | EFE

Se preguntaba el editorialista de El País si la destitución de Cayetana constituía "un giro de envergadura (…) ideológico y de calado o meramente táctico". Casado ya ha contestado. Habrá moderación, pero sólo en las formas. Pero si es sólo una cuestión de formas, ¿tiene sentido desembarazarse de alguien tan valioso? Casado lo ha explicado. No se trata de ser moderado, sino de parecerlo, y eso es lo que no sabe hacer Cayetana. Porque el PP, dice Casado con arriolesca cursilería, tiene que ser "un partido de plazas anchas, no de trincheras estrechas". Es decir, tiene que atraer los votos de quienes no piensan como ellos.

Como esta explicación es evidentemente floja, Casado ha querido alegar la intolerable moderación, no formal sino sustancial, de Cayetana al mostrarse dispuesta a formar Gobierno de coalición con Sánchez. El en esto nada moderado Casado se niega a tal cosa a pesar de que, si facilitara que los comunistas dejen el Gobierno, sería bueno para España. Él prefiere esperar a gobernar el escombro que dentro de vaya a usted a saber cuántos años deje Sánchez.

Así pues, aparentemente, siguiendo la terminología del editorialista, la destitución de Cayetana es sólo táctica y el PP sigue siendo el guardián de las esencias de la derecha que Casado prometió cuando derrotó a Soraya en la carrera por la presidencia del partido, sólo que ahora lo disimulará. Sin embargo, no hay tal. No se trata de moderar la ideología o de fingir moderación para ocultar aquello en lo que se cree. Se trata, tristemente, de que no hay ideología. Ha dicho Casado:

Un partido no puede pretender que una sociedad se parezca a él por mucha razón que tenga. Lo que debe hacer es parecerse lo más posible a la sociedad.

Esto es lo que viene haciendo el PP desde los tiempos de Aznar, renunciar a toda transformación ideológica limitándose a gestionar, cuando le dejan, la sociedad que va modelando el PSOE. Ahora Casado tiene al menos la decencia de reconocerlo. Por eso España es, desde 1982, cada vez un poco más socialista, económica y culturalmente. Y, por lo que a Casado respecta, así seguirá siendo.

En cualquier caso, este propósito confeso de dejar a la izquierda el trabajo de transformar la sociedad y conformarse el PP con parecerse después lo más posible a ella no sólo explica que muchos de sus electores, al sentirse huérfanos, hayan buscado opciones algo más comprometidas con su ideología, sino que también revela cuál es la verdadera razón de la remoción de Cayetana. En definitiva, Casado no puede tolerar que la antigua portavoz no se conforme con parecerse a la sociedad que moldea la izquierda y quiera cambiarla para que primen en ella los valores liberal-conservadores. Casado en cambio sólo quiere gobernarla, no reformarla. Dice ser más cayetano que Cayetana con la sabiduría de saber ocultarlo bajo un manto de moderación. Pero luego la verdad es que de cayetano sólo tiene la cáscara.

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