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Emilio Campmany

El consejo del tonto, el malo y el listo

Los tres parecen creer que las elecciones las carga el diablo y lo que hoy se vislumbra como una victoria segura en dos meses puede muy bien dejar de serlo.

Los tres parecen creer que las elecciones las carga el diablo y lo que hoy se vislumbra como una victoria segura en dos meses puede muy bien dejar de serlo.
PSOE

Zapatero, en conjunción planetaria con Cebrián y González, reclama a Sánchez que llegue a un pacto con Podemos. No debería el presidente del Gobierno echar en saco roto tan sabio consejo. Los tres parecen creer que las elecciones las carga el diablo y lo que hoy se vislumbra como una victoria segura en dos meses puede muy bien dejar de serlo. Choca sin embargo la coincidencia. De Zapatero sabemos que su profunda solemnidad siempre derrota a la izquierda y, por tanto, no extraña que fomente la alianza con los comunistas. Encima está la fuente de financiación que ha encontrado en el bolivarianismo, tan caro a los de Pablo Iglesias. Irene Montero, como vicepresidenta, podría hacer mucho por Maduro y daría la ocasión a Zapatero de apuntarse el tanto y cobrarlo, para sí y para quien esté en condiciones de facturar informes a lo Monedero.

Algo choca la presencia de Cebrián en el coro de cobardes que no ven en las futuras elecciones una oportunidad de mejorar resultados sino una ocasión de perder las que ya se ganaron. Lo digo porque hace apenas unas semanas el que fuera furibundo filosoviético promulgó urbi et orbi su apostasía y confesó haber sido bautizado en la iglesia liberal. Es extraño porque para su periódico será el único liberal genuino sobre la faz de la Tierra, ya que todos los demás son en realidad ultraliberales o peor, neoliberales, gente sin alma que pretende conjurarse con la burguesía para alienar al proletariado. Pero ya se ve que sólo fue un mal pensamiento y que, como el hijo pródigo, obedece a su querencia por el recio bolchevismo de dacha y caviar.

Más sorprendente aún es la coincidencia en la prudente admonición de Felipe González. El expresidente, aunque fuera un torpe terrorista, siempre fue un buen socialista y, como tal, odiaba a los comunistas. De modo que nunca se permitió apoyarse en ellos para gobernar, a pesar de que el precio que tuvo que pagar a los nacionalistas catalanes y vascos fue mucho más elevado del que hubieran exigido un Santiago Carrillo, al principio, o un Julio Anguita, al final. Que ahora dé consejos que para él no tuvo ha de tener alguna explicación. No sirve la que vale para Zapatero porque González no puede estar más enfrentado al régimen de Maduro. Tampoco puede ser la misma de Cebrián porque al sevillano nunca le gustó la URSS. Es verdad que les vendió lo de "OTAN, de entrada no", pero lo que cobró, entre otras cosas, fue que el Politburó le cortara la financiación a Carrillo, que de todas maneras andaba eurodescarriado. ¿Qué será lo que ahora le atenaza? A lo mejor no es miedo y lo que pretende el tontiastuto es que Iglesias se confíe en la creencia de que hay una oportunidad real de que le den un ministerio y deje pasar el tiempo sin ceder al gratis total, que es su única verdadera opción. Cuando vaya a darse cuenta de que los Reyes son los padres, ya estarán convocadas las elecciones en las que el comunista perderá una decena de escaños. A lo mejor el gatazo todavía se da maña cazando ratones.

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