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Emilio Campmany

El tahúr y la tía Angela

La partida que hoy juegan Angela Merkel y Yanis Varoufakis tiene mucha gracia si se contempla con perspectiva histórica.

La partida que hoy juegan Angela Merkel y Yanis Varoufakis tiene mucha gracia si se contempla con perspectiva histórica.

La partida que hoy juegan Angela Merkel y Yanis Varoufakis, al parecer excelente jugador de póquer, tiene mucha gracia si se contempla con perspectiva histórica. La tiene porque Merkel es una ossi, alguien que sabe lo que es vivir bajo un régimen comunista y que por eso no es comunista. En cambio Varoufakis es un comunista que ha tenido la suerte de no vivir nunca bajo un régimen comunista. Tiene además gracia que el ministro sea griego porque, por serlo, se libró por poco de tener que padecer en sus propias carnes la ideología que hoy predica, pues fue precisamente hace ahora setenta años cuando en Yalta Churchill logró librar a Grecia de la bota soviética a cambio de dejar que Stalin se apoderara de toda la Europa del Este, incluido el trozo de Alemania donde se crió Angela Merkel.

También puede establecerse algún paralelismo entre la situación que hoy padece Grecia y la que sufrió Alemania después de la Primera Guerra Mundial. La diferencia, que no es poca, es que en el caso de Alemania su enorme deuda era consecuencia de las reparaciones de guerra que los que la derrotaron le impusieron y en Grecia la deuda tan sólo es fruto del despilfarro de sus gobiernos. Sea como sea, el caso es que ni Alemania podía hace noventa años ni Grecia puede hoy pagar su deuda. Y no deja de ser curioso que la solución con la que diera el Comité Dawes fuera parecida a la que propone el ministro de Finanzas griego, pagar conforme se vaya pudiendo. La consecuencia fue que los alemanes perdieron todo estímulo para generar riqueza en beneficio de sus acreedores, como la perderían los griegos si se aceptara la oferta de Varoufakis.

A la larga, lo que ocurrió con Alemania es que fue pagando su deuda no ahorrando, sino con préstamos procedentes de Estados Unidos, donde los excedentes de capital eran tales que había dinero hasta para dárselo a quien probablemente no podría devolverlo. Luego llegó Hitler, dijo que no devolvería un dólar más, a todo el mundo le pareció tan natural y pasó lo que pasó. Y con algo parecido será con lo que amenace Varoufakis a Merkel, no pagar, salirse del euro y confiar en que la economía griega se recuperará a base de gasto público y una moneda muy devaluada que desaliente las importaciones y favorezca las exportaciones. Sea o no un farol del tahúr Varoufakis, la tía Angela, mejor jugadora de lo que cree el griego, deberá mantenerse firme, y si quieren irse del euro con tal de no pagar, que se vayan, porque si los demás jugadores ven que la ossi se arruga cuando le envidan, los demás haremos cola y le echaremos el resto a la primera ocasión que se presente. Y eso sí que no hay moneda única que lo aguante.

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