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Emilio Campmany

Gracias, sindicatos

Como Dios aprieta pero no ahoga, nos ha hecho la caridad de enviarnos a unos sindicatos liberales.

Como Dios aprieta pero no ahoga, nos ha hecho la caridad de enviarnos a unos sindicatos liberales.

Creímos que Dios quiso castigar nuestra soberbia con siete años de torvo radicalismo de izquierdas. Por eso nos mandó a Zapatero, para que su pavorosa gestión nos hiciera expiar nuestras culpas. Sin embargo, debe de ser que nuestros pecados fueron mucho más graves, pues ahora nos castiga con un Gobierno mezcla de rancia socialdemocracia y democracia cristiana pasada de fecha. La cosa debió de ser gorda para hacernos merecedores de un gobernante como Cristóbal Montoro, una especie de Bela Lugosi en el papel de sheriff de Nottingham.

Pero, como Dios aprieta pero no ahoga, nos ha hecho la caridad de enviarnos unos sindicatos liberales. Ya demostraron su bondad poniendo en jaque a Telemadrid, y a punto estuvieron de conseguir que la cerraran y ahorrarnos a los madrileños ese lujo que no podemos permitirnos consistente en saber qué hace una de Chamberí en Honolulú. Ahora van a por las Olimpiadas de Madrid 2020. Su intento de reventar la candidatura de la capital madrileña no puede ser más loable a fuer de liberal. En esta ciudad en la que todos sabemos que no tenemos dinero para pagarnos unos Juegos, pero en la que nadie tiene el coraje de reconocerlo, los valientes sindicatos liberales se han propuesto impedir que nuestras administraciones públicas despilfarren nuestro dinero en esta absurda muestra de prodigalidad.

Ya sabemos que hoy en España apenas hay liberales. Hay socialistas a manta de Dios y bastantes conservadores, un considerable número de comunistas y radicales de izquierda y algún demócrata cristiano, pero liberales, lo que se dice liberales, se pueden contar con los dedos de una mano. Y que estén dispuestos a reconocer públicamente que lo son, menos aún. Y la mayoría de esos pocos lo son sólo de boquilla. Por eso tiene muchísimo mérito que nuestros sindicatos, haciendo bandera de su independencia y con el valor que siempre les ha caracterizado, rescaten del barro donde se había ahogado la bandera liberal contra el gasto público y hagan cuanto en su mano esté para evitar la desgracia de que nos adjudiquen los Juegos Olímpicos de 2020. Y no con hueras palabras, sino con acciones directas.

La única duda que me cabe es si su acoso a los representantes del COI que nos visitan, la huelga del metro durante estos días, las múltiples manifestaciones en las horas y lugares donde esté asegurada la presencia de los enviados será suficiente para desencantarles. Sin embargo, no cabe duda de que, sin el encomiable y liberal esfuerzo de los sindicatos, la probabilidad de que nos adjudiquen los Juegos y tengamos que hacer frente a una abultadísima factura sería mucho mayor. Por eso, y aun sin estar seguro de que su liberal esfuerzo vaya a ser suficiente: gracias, sindicatos. Por lo menos vosotros no os avergonzáis de demostrar vuestro liberalismo enfrentándoos con bravura a estas Administraciones a las que nuestro dinero se les va por entre los dedos como el agua por canasta.

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