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Emilio Campmany

Los 'juegos geográficos' de Sánchez

La Historia se acelera y hay que pensar mucho y muy bien qué se hace y por qué se hace.

La Historia se acelera y hay que pensar mucho y muy bien qué se hace y por qué se hace.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | A. Ortega. Pool / Europa Press

Este domingo, el ministro de Exteriores chino, por ponerse del lado de Argelia, acusó a Sánchez de dedicarse a "juegos geográficos". No se trata de un mero desdén. Desde que Rusia invadió Ucrania, Putin le ha dado un tantarantán al orden internacional, con el consiguiente realineamiento general. Hasta China, con ser tan poderosa, se siente obligada a respaldar a Rusia, a pesar de haber sido ambos países enemigos durante siglos y de lo mucho que a la globalización perjudica esta guerra.

El apoyo español a Marruecos, amigo de los norteamericanos, ha empujado a Argelia al otro lado. Por eso está la excolonia francesa buscando la manera de venderle a Italia, país que China fichó para su proyecto de Nueva Ruta de la Seda, el gas que quiere dejar de vendernos a nosotros. Es cierto que Argelia siempre fue aliada de la URSS y luego lo ha seguido siendo de Rusia por inercia. Pero, en el mundo de la posguerra fría, cada cual podía jugar sus cartas con cierta libertad. Esto es cada vez más difícil.

Biden está tratando de atraerse a viejos rivales como Venezuela e Irán para que el petróleo que tenían sancionado salga al mercado y alivie el alza de los precios provocada por las sanciones a Rusia. Putin está intentando hacerse amigo de una Arabia Saudí que, aunque siempre ha sido aliada de Estados Unidos, se siente muy abandonada por Washington, indiferente a las agresiones iraníes a los saudíes. Hasta el mismísimo Israel, aliado fiel de los norteamericanos, mantiene sus líneas abiertas con Rusia desde que Estados Unidos permitió que Moscú irrumpiera en Siria y en Libia, y no digamos después de haber huido de Afganistán.

El mundo de nuevo poco a poco se va dividiendo en dos bloques, aunque todavía no esté muy claro quién va estar en cada cuál. Esto ya es en sí muy peligroso, como demuestran los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial. Mientras, cada país trata de mantener sus opciones tan abiertas como sea posible, pero ineludiblemente habrá que tomar decisiones.

Y, en este ambiente, nuestro presidente se dedica a hacer lo que muy gráficamente ha llamado Wang Yi "juegos geográficos". Aunque en España no sólo ha sido él. Yolanda Díaz apoyó a Sánchez en lo de Ucrania con el falso argumento de que es el presidente del Gobierno quien dirige la política exterior, para no ser ella corresponsable del envío de armas a Ucrania. Y ahora se queja de que en lo del Sáhara no le preguntaron nada. El PP se enfurece porque no le consultan, pero de lo que dicen Feijóo, Maroto y Gamarra se trasluce que no tienen formada una opinión sobre el fondo del asunto y ¿para qué les van a consultar, si no saben lo que creen que le conviene a España?

La Historia se acelera y hay que pensar mucho y muy bien qué se hace y por qué se hace. Y los políticos españoles, de todo pelaje, en el Gobierno o fuera de él, no tienen opinión acerca de lo que le interesa a España. A lo más que llegan es a eso, a meterse en juegos geográficos. Que no nos pase nada.

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