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Emilio Campmany

Sánchez contra el interés nacional

Sánchez quiere quedar bien con von der Layen, que es quien tiene que buscarle un enchufe cuando logremos echarle de la Moncloa

Sánchez quiere quedar bien con von der Layen, que es quien tiene que buscarle un enchufe cuando logremos echarle de la Moncloa
Pedro Sánchez en Marivent | EFE

Hace diez días, Teresa Ribera sorprendió a todos saltando a la yugular de Ursula von der Leyen cuando ésta sugirió que todos los europeos estaremos obligados a reducir nuestro consumo de gas para ser solidarios con quienes no tendrán más remedio que hacerlo debido a su dependencia del gas ruso. Lo hizo parafraseando al ministro de Finanzas germano, que rechazó en su día rescatar con dinero alemán a países que habían vivido por encima de sus posibilidades. La ministra dijo que España, a diferencia de otros, no había vivido por encima de sus posibilidades energéticas y se negó a aceptar ningún recorte en defensa de nuestra industria y nuestro interés nacional.

Como poco dura la defensa del interés nacional en los gobiernos socialistas, la semana pasada España aceptó un acuerdo que recoge la propuesta de von der Leyen convenientemente aguada. Los ahorros serán voluntarios y podrán ser de menos del 15 por ciento, pero podrían llegar a ser obligatorios si Rusia corta bruscamente el suministro de gas. Los mandatarios europeos que han aceptado que, como Berlín tendrá que recortar, todos estaremos obligados a hacerlo por solidaridad, están vendiendo a sus opiniones públicas que el gas que los alemanes dejen de recibir de los rusos tendremos que dárselo los demás quitándonoslo del que compramos a terceros previa reducción de nuestro propio consumo.

Pero no es así, al menos en cuanto a España. Si Rusia le corta el suministro de gas a Alemania, no hay posibilidad de llenar parte de ese vacío con lo que ahorremos los españoles porque las conexiones con Alemania no son lo suficientemente anchas como para hacerle llegar tanto gas. España podría, sin necesidad de reducir su propio consumo, revender a Alemania gas licuado tras haberlo tratado en nuestras plantas. sin embargo, no puede hacerlo porque Francia nunca ha permitido que España esté conectada con Europa Central para que dependiéramos de su electricidad de origen nuclear. Por eso nosotros no dependemos del gas ruso, porque Francia nos impidió su acceso a él, que es lo que nos obligó a comprar el de Argelia. Ahora que esa conexión vendría bien para enviar en vez de para recibir gas, resulta que sólo podemos hacerlo a muy baja escala por los inconvenientes puestos en su día por los franceses.

La verdad es que, si Rusia le corta el gas a Alemania, lo que ocurrirá será que el país germano tendrá que decretar cortes de energía eléctrica en sus fábricas y sus manufacturas dejarán de ser lo relativamente competitivas que son ahora. Esto permitiría al resto de países europeos que no dependan del gas ruso apropiarse de mercados que hasta ahora eran alemanes. La Unión Europea está tratando de evitarlo imponiendo a todos los recortes que Alemania no tendrá otro remedio que hacer.

Podría defenderse que España ha aceptado la propuesta de la Comisión por su carácter esencialmente voluntario. Pero, entonces, ¿por qué se apresura el Gobierno a sacar un decreto-ley donde aparentemente se impone el ahorro obligatoriamente a las empresas? Porque Sánchez quiere quedar bien con von der Layen, que es quien tiene que buscarle un enchufe cuando logremos echarle de la Moncloa, y porque así nos tiene entretenidos hablando de si se pone o no la corbata. Quien le ha puesto en evidencia es Isabel Díaz Ayuso mandando el decreto a freír puñetas, que es la mejor manera de defender a nuestra industria y a nuestro interés nacional. La única que en esto lo está haciendo.

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