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Emilio Campmany

Tratar con Putin

Para que Putin no haga lo que no queremos, de nada sirve evitar darle pretextos.

Para que Putin no haga lo que no queremos, de nada sirve evitar darle pretextos.
Mural anti Putin y pro Ucrania en una pared de Viena. | Georg Hochmuth / APA / DPA

Se siguen haciendo esfuerzos diplomáticos para poner fin al sufrimiento del pueblo ucraniano. Los últimos son los del primer ministro israelí, Naftalí Bennett, no demasiado fáciles de comprender. Emmanuel Macron mantiene las líneas abiertas, aunque sólo sea para que su imagen de líder mundial le ayude a ganar las elecciones. Y los mismos ucranianos se reúnen regularmente con una delegación rusa, aunque hasta ahora sólo ha servido para pactar unos corredores humanitarios que luego Moscú ordena bombardear. Sin embargo, no hay que olvidar algo. Putin miente, no respeta sus compromisos ni los tratados suscritos por su país. En estas condiciones, es inútil intentar que haga una cosa a cambio de otra. No hay ninguna garantía de que honrará lo pactado. Al contrario, lo repudiará a poco que pueda hacerlo con relativa impunidad.

Los tratos con él no pueden basarse en intentar averiguar qué quiere y, de lo que exija, darle lo que se pueda, ya sea la neutralidad de Ucrania o la desmilitarización de los países del Este de Europa pertenecientes a la OTAN. Porque querer, lo que se dice querer, lo quiere todo. Nada le saciará. Lo que queramos regalarle gratis et amore lo recibirá con buen ánimo, pero eso no detendrá sus exigencias. La solemne declaración de que la OTAN no intervendría en Ucrania no sirvió para persuadirle de que el país no constituía una amenaza a su seguridad sino para convencerle de que podía invadirla con la certeza de que nadie acudiría en su defensa.

Polonia no quiere entregar cazas y bombarderos a los ucranianos porque el despegue desde suelo polaco de aviones de combate con el objetivo de atacar a las tropas rusas podría ser considerado por Putin como un casus belli que le daría la excusa para invadir Polonia. Es irrelevante. Rusia atacará a Polonia, o a las repúblicas bálticas si se tercia, cuando crea que puede hacerlo con garantías de victoria, haya o no Varsovia dado aviones a los ucranianos. Y no lo hará si cree que la OTAN responderá con suficiente fuerza como para derrotarle, aviones mediante o no. Y la manera de que se convenza de que así será no es diciéndoselo, sino preparándose para tal defensa a la vista y paciencia del mandatario ruso, y que proteste cuanto quiera. Para que Putin no haga lo que no queremos, de nada sirve evitar darle pretextos. Putin no necesita pretextos, siempre que la relación costes-beneficios le resulte favorable. La única forma de evitar que haga lo que no queramos es demostrarle, no decirle, que esa relación coste-beneficio le será desfavorable, muy desfavorable. Y eso sólo se consigue mostrando fuerza y mucha resolución para emplearla. Hasta ahora, eso no se está haciendo con la suficiente energía.

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