Inquieta andaba una ante el gran esperado discurso del todavía presidente de la Cámara Baja.
Esas últimas palabras, esos últimos consejos regalados desde una de las más preciadas y respetadas tribunas, esos últimos suspiros presidenciales.
Y no defraudó. No sé qué haré a partir de ahora sin la demagogia permanente de don José Bono, sin sus sabias y experimentadas indicaciones. Así que ante la soledad y el desamparo que se me avecina, aferrada he permanecido a su speech.
"Sabemos que mientras estemos unidos en lo esencial, hay esperanza y no podrá triunfar el fracaso". Así finaliza su glorioso segundo párrafo. Y lo dice alguien que ha pertenecido al Ejecutivo de un presidente que dilapidó el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Lo dice alguien que ha permanecido al lado de quien no tuvo el más mínimo reparo en reorientar las líneas de actuación que España estaba llevando a cabo en materia de política exterior. Debilitando el vínculo trasatlántico y haciendo gravitar la política iberoamericana alrededor de los gobernantes menos democráticos y más populistas. El mismo que ha permanecido en silencio mientras se rompía el pacto de la transición con la Ley de Memoria Histórica.
"¡Caminen juntos, pónganse de acuerdo!" fue uno de los momentazos en el día del trigésimo tercer aniversario de nuestra Carta Magna. Disculpen, porque no logro recordar esta petición por parte de casi ningún miembro del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero. Esperen, ahora sí. Recuerdo alguna de alguno, una vez éste o ésta abandonó el cargo que ostentaba. O más bien el cargo fue quien les abandonó. Matiz obvio que conviene recordar.
Dice Bono que ninguna importancia tienen las diferencias ideológicas. Y francamente, viniendo de alguien –dejo a un lado el valor que para mí sí tienen– que ha pertenecido al Gobierno más ideologizado, más sectariamente dirigido hacia asuntos malvada y estratégicamente escogidos con el único fin de saciar sus ansias electoralistas y arrinconar así al Partido Popular, procurándolo siempre mostrar como el ogro derechón, no puedo más que sonreír.
Porque una servidora, para bien o para mal, tiene memoria. Y empieza a estar agotada de que la de algunos sea tan frágil. Y si José Bono pretende presentarse como el gran salvador, el guardián del Apocalipsis que se avecina, alguien debería entregarle una lista para que muestre un poquito de pudor al respecto.
En España, desde hace mucho, ya nadie toma rabitos de pasa. Esos que mi abuela me recomendaba que tomara para ejercitar mi memoria y agilizar el rendimiento de mi cerebrín. Y me da a mí que más de uno va a necesitar toneladas de fósforo y hierro. Lo veo venir.