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VENEZUELA

Comunismo y garrotazos

La popularidad de Hugo Chávez se ha nutrido de una verborrea que proclama la necesidad de crear una economía que mejore la calidad de vida de los venezolanos y la inclusión de todos. Hoy, ambos objetivos están más lejos que nunca, lo cual está acabando con el apoyo de la ciudadanía al mandatario.

La popularidad de Hugo Chávez se ha nutrido de una verborrea que proclama la necesidad de crear una economía que mejore la calidad de vida de los venezolanos y la inclusión de todos. Hoy, ambos objetivos están más lejos que nunca, lo cual está acabando con el apoyo de la ciudadanía al mandatario.
Su discurso populista y revolucionario se está enfrentando a realidades inocultables. Una de ellas es que la economía está en franco deterioro. Las cifras oficiales del Banco Central indican que la economía nacional lleva cuatro trimestres en recesión. Ante esto, el gobernante sólo atina a atacar a la "burguesía" y aseverar: "La economía que está cayendo en Venezuela es la capitalista". Así pretende lavarse las manos y evadir su responsabilidad en la caída del 5,8% del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre de este año.

La grave crisis ha sido también reflejada por CMA Sovereign Risk Monitor, institución especializada en información crediticia que ha incluido a Venezuela entre los cinco países del mundo con más de un 50% de probabilidades de ir a la quiebra.

Sin embargo, Hugo Chávez se mantiene impertérrito en su marcha hacia el comunismo, expropiando y cerrando empresas por doquier. No le importa destruir en el empeño puestos de trabajo y medios de producción. Ya son más de 4.000 las empresas que han cerrado en estos once años de poder chavista. Chávez tampoco puede ocultar que muchos de sus seguidores se están alejando de su proyecto gubernamental, ni que su violento discurso es ampliamente rechazado por la población. Ocho de cada diez venezolanos encuestados por la firma Alfredo Keller y Asociados rechazan la expropiación de empresas. Y según estudios recientes de Hinterlaces el discurso radical de aquél está cada vez más desconectado de las aspiraciones de los más pobres.

El colapso del proyecto que trata de imponer Chávez ha hecho que la población proteste cada vez más; que reclame sus legítimos derechos a unas mejores condiciones de trabajo y salariales, el cumplimiento de las promesas hechas, la reparación de las vías de comunicación, la mejora de los servicios públicos –especialmente de los relacionados con la salud–...

Ante el claro rechazo de la población, la respuesta del régimen ha sido la política del garrotazo y la prisión preventiva. Para muestra, basta mencionar el trato brutal que recibió en Caracas el personal de la Maternidad Concepción Palacios cuando exigía a la dirección del centro el pago de los salarios atrasados, así como un mayor respeto a sus labores. Una enfermera y dos camareras fueron encarceladas en la sede de Policaracas, no sin antes haber recibido una buena dosis de garrotazos bolivarianos, muy revolucionarios.


© AIPE
 
ROBERT BOTTOME y NORKA PARRA, director y analista, respectivamente, de Veneconomía.
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