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ORIENTE PRÓXIMO

Vuelve el doble rasero antiisraelí

Los bríos que muchos cronistas suelen poner en sus reportes de prensa para suavizar la agresión palestina contra Israel son legendarios. Pero el modo en que la última respuesta militar del ejército israelí fue retratada por varias agencias de noticias internacionales merece un lugar especial en el apartado de las distorsiones periodísticas.


	Los bríos que muchos cronistas suelen poner en sus reportes de prensa para suavizar la agresión palestina contra Israel son legendarios. Pero el modo en que la última respuesta militar del ejército israelí fue retratada por varias agencias de noticias internacionales merece un lugar especial en el apartado de las distorsiones periodísticas.

Un compendio de AP, Reuters, EFE y DPA publicado por un diario argentino decía así:

Un primer ataque contra el barrio de Zeitun, en el este de la ciudad de Gaza, dejó un muerto, Mohammed Enaya, y un herido, indicó Adham Abu Salmiya, de los servicios de urgencia de Hamás, en el poder en la Franja de Gaza. Al anochecer, otro palestino, Saber Abed, de 25 años, murió en un ataque aéreo en el norte del territorio palestino, según Salmiya. La tercera víctima murió unas dos horas antes en otro ataque similar en la localidad de Bet Lahiye, cuando circulaba en una moto. Según trascendió, dos de las víctimas, entre ellas Saber Abed, eran miembros de los Comités de Resistencia Popular (CRP), un grupo radical de Gaza.

Dado que la fuente de la noticia era el propio Hamás, es sorprendente que el dato de que "dos de las víctimas" fueran terroristas haya sido incorporado al reporte. Al fin de cuentas, parece que Israel no ha hecho de la caza aérea de motociclistas gazatíes un deporte militar.

Ésta fue la reacción israelí a una cadena de atentados que dejó ocho muertos y más de cuarenta heridos. Terroristas palestinos se infiltraron en el país, ametrallaron un autobús, lanzaron misiles antitanque contra dos automóviles privados, hicieron saltar por los aires un jeep militar y mantuvieron un tiroteo con soldados israelíes. Además, desde Gaza se atacó territorio israelí durante días con fuego de mortero.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas permaneció mudo. Quien habló fue la Autoridad Palestina... para cargar contra Israel. El presidente Mahmud Abbas pidió a la ONU que detuviera la "agresión" israelí y el principal negociador palestino, Saeb Erakat, advirtió a las autoridades israelíes de que no buscaran un "pretexto para la agresión" o de lo contrario se las verían con un "castigo colectivo". De los atentados múltiples, no provocados por acción militar israelí alguna, planeados desde un territorio gobernado por palestinos y perpetrados por extremistas procedentes de ese propio territorio, desocupado por Israel, ni una palabra.

Apenas unos días antes, unos diez mil palestinos fueron maltratados sin que previamente hubieran efectuado el menor ataque; pero como el malhechor era un gobernante árabe, el asunto no produjo gran consternación periodística, mucho menos una condena mundial importante.

El fin de semana del 13-14 de agosto, Bachar al Asad atacó con tropas y buques de guerra el campamento de refugiados palestinos de Latakia. La Autoridad Palestina habló de actuación "inaceptable", la OLP habló de "crímenes contra la humanidad", los medios de comunicación informaron al respecto. Pero no hubo punto de comparación entre la manera en que se trató la represión siria de los refugiados indefensos de Latakia, por un lado, y la respuesta defensiva israelí contra terroristas de Gaza, por otro. Como ya ocurrió cuando Kuwait y Arabia Saudita expulsaron a cientos de miles de trabajadores palestinos en represalia por el apoyo que Yaser Arafat dio a Sadam Husein durante la guerra del Golfo de 1991, o como cuando cientos de palestinos perecieron en la guerra entre Hamas y Fatah de 2007, las agencias de noticias internacionales y los simpatizantes usuales de la penuria palestina brillaron por su ausencia o su perfil bajo.

La doble vara moral ha retornado. No es que se hubiese marchado del todo, pero con los líos del revuelto mundo árabe parecía haber amainado la obsesión global con las vicisitudes del conflicto palestino-israelí, y surgido una tenue esperanza de que la mesura y el sentido común finalmente se impondrían. Fue apenas una ilusión. Tal como los incidentes de Latakia y Gaza han demostrado, las treguas que la prensa mundial da a Israel son tan efímeras como las de Hamás en el campo de batalla.

 

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