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Federico Jiménez Losantos

Si Rivera acierta, Ciudadanos yerra

Ni como bisagra ni como alternativa, se puede estar contra el PSOE de Sánchez y con el PSOE de Page, que no ha roto con Sánchez tras la entrega de Navarra y la toma de TVE por el comando informativo de Otegi.

Ni como bisagra ni como alternativa, se puede estar contra el PSOE de Sánchez y con el PSOE de Page, que no ha roto con Sánchez tras la entrega de Navarra y la toma de TVE por el comando informativo de Otegi.
Albert Rivera, durante su discurso el viernes en el Consejo General de Ciudadanos. | EFE

Tras una larga ausencia de declaraciones, típica de los presidentes de partido en España y deudora de una concepción oriental del Poder, donde el temor al que calla es mayor que al que amenaza, Rivera ha vuelto a escena como era previsible: reafirmando su liderazgo frente a los garicanos. Lo ha hecho con estrépito, delatando que la crisis no era fruto de problemas internos sino de la debilidad estructural de un partido sin más definición ideológica que la que marca el líder. Nada nuevo. Mandarlos a "fundar otro partido para irse al PSOE" recuerda al Rajoy que dijo: "el que quiera irse al partido liberal que se vaya y el que quiera irse al partido conservador, que se vaya". Y se fueron.

De Rajoy 2008 a Rivera 2019

La diferencia entre el Rajoy de 2008 y el Rivera de 2019 es que, en aquella época, liberales y conservadores tenían un partido, el PP, que desde 2008 fue una copia borrosa del PSOE y un conjuro contra el PP histórico. Pero Ciudadanos es un proyecto político sin la estructura nacional del PP, capaz de sobrevivir a dos sequías de votos. A Cs lo siguen votando menos que al PP y no tiene estructura para sobrevivir a los errores de orientación.

Este viernes, Alejandro Fernández, líder del PP en Cataluña, dijo en esRadio que el PP "no puede cometer un error más en Cataluña". Es cierto, pero su estructura ha sobrevivido a dos: el que alumbró un partido dizque liberal, Cs, y el que dio a luz un partido conservador, Vox, ambos salidos de aquel PP de los 11 millones de votos. En cambio, cuando Rivera dice que sus críticos "funden un partido y se vayan con Sánchez", no ve que ese partido ya lo ha fundado él, y es el de Manuel Valls. Y que Cs amenaza en toda España con firmar ese pacto con el PSOE que él se niega a sí mismo.

La tamborrada de aplausos encabezada por Villacís y Aguado en el fervorín madrileño olvida que ambos han propuesto o proponen compartir poder con el PSOE, cuya relación con el "sanchismo" no es más que la grotesca diferenciación entre el PSOE con el que no quiere pactar Rivera y el PSOE con el que sí puede pactar y pacta su partido, contra el PP y Vox. Pero ese cambio de prioridad de ser el gran partido español en Cataluña a serlo en toda España heredando la base electoral del PP no pasa por decir que la Izquierda es mala sino que la Derecha es buena. Y eso no se atreve a decirlo un Rivera que no es maricomplejines sino maricomplejones, y que sólo comparte con el PP el pánico a los medios de Izquierda y el odio a los de Derecha. A los que ha dejado el PP, se entiende, que somos poquísimos.

La alergia a las ideas de Albert Rivera

Teresa Giménez Barbat, la fundadora de Ciudadanos que se fue a UPyD e hizo una gran tarea en el Parlamento Europeo pero a la que Rivera no ha dejado volver, siquiera para acompañar a Maite Pagaza, ha publicado en OK Diario El eje cultural de Ciudadanos, un análisis de la crisis y de lo que ve como gran problema de Rivera: su alergia a la lectura y las ideas:

Lo que distingue al grupo de Garicano, Roldán e Igea del que, con la salvedad de Juan Carlos Girauta, ha cerrado filas con Rivera no es el factor ideológico, sino el sustrato cultural, el sentido crítico, la razón ilustrada. Este grupo, no obstante, tiene otras insuficiencias, y la principal, me temo, es su incomodidad ante cualquier tipo de pacto o de medida que se salga del carril de lo políticamente correcto.

Rivera no es muy amigo de la cultura. Hasta ahí, nada que no delate también a dirigentes de otras formaciones. Ahora bien, a diferencia de lo que es habitual en el gremio, Rivera ha hecho de ese desprecio un rasgo cardinal de su formación. Un estilo. Ya no es sólo su renuencia a tratar con los fundadores, absolutamente legítima. Es, por ejemplo, el que a mi juicio es uno de los grandes déficits de Ciudadanos, sobre el que nadie, ni yo misma, hemos terciado lo suficiente: la ausencia de un think tank a la manera de FAES o Pablo Iglesias.

No creo que sea casual que, después de 13 años de existencia, el partido no disponga de una factoría de ideas, pues Rivera percibe el hecho intelectual como un contrapoder indomesticable. Y ello, obviamente, tiene un reflejo en quienes componen su círculo de confianza, más inferiores que él en casi todo. Rivera solía ufanarse de dirigir el partido como si fuera una empresa. Bien, no es así: en el mundo empresarial, el talento está bastante más reconocido.

Paréntesis para una historia futura

Sería interesante escribir la historia real, no la imaginada, de FAES, que nació impulsada por Aznar para dotar a su PP de una base doctrinal homogénea, refundiendo las ideas, todas con fundaciones detrás, de signo conservador, democristiano y liberal, que sería la matriz en que verterlas. Esperanza Aguirre y Vidal Quadras fueron los primeros encargados de forjar ese think tank pero con un problema que desde el principio marcó su funcionamiento: su carácter instrumental, al servicio del partido y su líder. Por eso al llegar a la Moncloa, Aznar canceló la línea liberal en favor de un centrismo de gobierno, vagamente democristiano, con Eugenio Nasarre y Nueva Revista como referentes. De eso trata mi ensayo Viaje al centro de la nada en La Ilustración Liberal, que, junto al del "invierno mediático", marcan el distanciamiento del grupo LD y el PP y el Gobierno de Aznar.

En realidad, la historia intelectual de la derecha política española en el último cuarto de siglo es en lo esencial la ruptura del think y del tank, la bifurcación de dos proyectos, el de FAES y el del Grupo LD, que nacen la vez, participan juntos en las Jornadas Liberales de Albarracín, con el PP en la Oposición y sus primeros años en el Poder, y rompen definitivamente en 1999, cuando el PP ya acaricia la mayoría absoluta y cambia todas sus referencias intelectuales. Después de 2008, Aznar se refugia en una nueva FAES, que recupera la referencia liberal, pero se centra más en la historia del liberalismo español -con publicaciones excelentes- que en la política actual, tropezando siempre con la dependencia económica del PP de Rajoy.

Paradójicamente, cuando Aznar rompe con esas amarras y crea un think tank atlantista, llega en un golpe de audacia a la presidencia del PP Pablo Casado, con personajes a su lado como Lasquetty y Álvarez de Toledo, pertenecientes a aquella FAES de segunda generación que recreó Aznar para la oposición a Zapatero antes de la traición definitiva de Rajoy. Quizás en 2020, al cumplir los 20 años de Libertad Digital, sea el momento de hacer esa historia de las ideas en la derecha, inseparable de sus opciones políticas, así los impuestos, la Ley de Violencia de Género, la de Memoria Histórica o la exhumación de Franco.

Hasta ahora, el nuevo PP sólo se enfrenta a la dictadura ideológica de la Izquierda en lo fiscal. Preso de sus complejos históricos y de género, se limita a los números. Sigue siendo más un partido para la gestión de Estado que un partido nacional de ideas y valores. Está más cerca de Rajoy y de la segunda etapa de Aznar en el Poder que del primer PP y la primera FAES. Por ahora. No sabemos qué decidirá Casado, que aún no ha acabado con el sorayismo, negación de toda política de Derecha y socio de la de Izquierda.

Si hago este excurso es para mostrar todo lo que ignoran Rivera y su partido de la historia profunda de esa Derecha, el PP, que quieren heredar. Y su peor ignorancia, su error estratégico mortal, es el trato a Vox. En el PP actual llevarán mal que bien el trato con los jeques atrabiliarios de Abascal, pero los ven como suyos, porque dicen cosas que ellos piensan.

Si Cs está "con España" no puede estar contra Vox

En su discurso al partido, que hoy -no ayer- sería compartido por sus votantes, porque Sánchez se ha destapado como socio fiel de la ETA y Podemos, Rivera dijo una gran frase: "Diremos no a Sánchez y sí a España". Pero no se puede estar con la España que se opone a su descuartizamiento sin contar con Vox. Y Rivera cuenta y no cuenta, su partido lo insulta en los mismos términos que la propaganda socialista y comunista, pero pacta con Vox a través del PP en Andalucía y donde hay una alternativa a la Izquierda.

Pero, ojo al cuco, no en todas partes. Su compromiso con España queda en suspenso en Castilla-La Mancha, donde pacta con García Page una especie de enmienda a lo que llama torticeramente el sanchismo, o sea, el PSOE con el que él no pacta para que su partido sí pacte con el PSOE. Eso le parecerá muy inteligente, pero no deja de ser una tomadura de pelo. Y jamás heredará así las bases del PP, bien al contrario: las irá perdiendo. Dice que el PP no puede ser alternativa porque tiene 50 casos de corrupción. ¿Y el PSOE? ¿50.000? ¿Y quién es su socio preferente? El PP de la corrupción, creo. La verdad es que ese fatuo saltimbanquismo moral de Cs resulta cada vez más estomagante.

Contra el PSOE en general y con el PSOE en particular

Esta semana, en Madrid y Murcia, seguirá el carnaval de negaciones y afirmaciones sobre este asunto. Y no sabemos por dónde saldrá Aguado, que tras romper el cordón sanitario de Monasterio ha abierto la puerta a Fray Gabilondo, que corre a ofrecerse como santo para la peana naranja. Lo malo es que cada idiotez de Ciudadanos provoca una estupidez de Vox. Y ambos ayudan esforzadamente a la restauración del PP, pero eso sólo se sustanciará si Sánchez ajusta fuerzas con Podemos en nuevas elecciones. Mientras, la repelente frivolidad de los portavoces -Franco en Murcia, Aguado y Monasterio en Madrid- supone una humillación diaria a los votantes de las tres fuerzas de centro-derecha, que las respaldaron para echar a la izquierda, no para echarse en cara sus respectivas debilidades.

Pero volviendo a Rivera, gran protagonista de este estío abrumador, hay que insistir en que, ni como bisagra ni como alternativa, se puede estar contra el PSOE de Sánchez y con el PSOE de Page, que, claro está, no ha roto con Sánchez tras la entrega de Navarra y la toma de TVE por el comando informativo de la ETA dirigido por Otegi pero al que abrió la puerta desde dentro el Gobierno de Sánchez y todo el PSOE. Para ser alternativa a la Izquierda, Rivera debe entender a los 2.700.000 votantes de Vox. O, al menos respetarlos. Si no, el virtuoso "no a Sánchez" puede quedarse en "Ya no, ay, al PSOE", en unas elecciones generales que parecen a la medida de Pablo Casado. Ah, y de aquella FAES de antaño, que se fue extraviando hasta perderse en los meandros del Poder. Rivera, es verdad, no ha fundado nada igual ¡Y se llaman ilustrados! ¡Han estado en París!

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