Menú
CIENCIA

España, otra vez al revés

¡Qué mala semana ha elegido el Gobierno para hacer públicos sus planes de desmantelamiento nuclear! Justo en las mismas jornadas en que el Ejecutivo de Zapatero anunciaba el cierre de la central de Garoña y, en otro gesto de cara a la galería ecologista, declaraba su deseo de paralizar el crecimiento relativo de la energía atómica en nuestro país, no muy lejos (en Londres) la World Nuclear Association recibía los planes de muchas naciones dispuestas a reforzar su apuesta por esta alternativa energética basada en el uranio.

¡Qué mala semana ha elegido el Gobierno para hacer públicos sus planes de desmantelamiento nuclear! Justo en las mismas jornadas en que el Ejecutivo de Zapatero anunciaba el cierre de la central de Garoña y, en otro gesto de cara a la galería ecologista, declaraba su deseo de paralizar el crecimiento relativo de la energía atómica en nuestro país, no muy lejos (en Londres) la World Nuclear Association recibía los planes de muchas naciones dispuestas a reforzar su apuesta por esta alternativa energética basada en el uranio.
La revista New Scientist reseñaba el acto de manera ejemplar (16-9-2006): "A pesar de todos los debates suscitados, cada vez está más claro que la mayoría de los países contemplan ahora la energía nuclear como la mejor alternativa para aunar el crecimiento de las necesidades de consumo y la defensa del medio ambiente". Por desgracia, España no está representada en esa mayoría.
 
Le guste o no a nuestro Gobierno, vivimos un auténtico "renacimiento nuclear". En 2020 estarán operando 168 nuevos reactores en todo el mundo. China, India y el Este de Europa lideran la revolución, pero no se quedan atrás Estados Unidos (con 20 nuevos reactores previstos), Europa Occidental (con más de 10), Iberoamérica y Sudáfrica. En total, más de 30 países, que juntos suponen dos tercios de la población mundial, han manifestado sus intenciones de ampliar la oferta energética atómica justo la misma semana que nosotros nos desmarcamos.
 
Alguien debería hacer alguna reflexión sobre nuestra difícil relación con la energía. Los seres humanos somos una auténtica calamidad energética. Nuestra eficiencia como máquinas de generación y aprovechamiento de energía es manifiestamente mejorable. De cada 100 calorías que consumimos con la alimentación sólo 18 se convierten en energía mecánica, capaz de mover nuestros músculos, lanzarnos a la carrera o hacernos dar un salto. Esto quiere decir que, desde que tenemos conciencia de nuestra condición de vertebrados superiores, hemos viajado por este mundo sabedores de las grandes limitaciones a que nos somete nuestro organismo.
 
El Sol.Por eso, uno de los retos más primitivos de la Humanidad ha sido aprovechar la energía emanada de otros fenómenos naturales o de otros animales y, más adelante, crear nuestras propias fuentes energéticas. Y no nos faltan oportunidades para hacerlo. De hecho, según la ciencia física, la energía está por todas partes. La cantidad total de energía que hay en el Universo es constante, no se crea ni se destruye: la energía emitida por el Sol a modo de radiación es equivalente a la que se dispersa por el espacio en forma de calor, parte de la cual llegará a la Tierra y permitirá a las plantas practicar la fotosíntesis. A su vez, éstas servirán para alimentar al ganado, que obtendrá nutrientes suficientes en forma de calorías para realizar un trabajo determinado (servir de fuente de energía para transportar un carro, por ejemplo). En última instancia, ese mismo animal será parte del menú de un ser humano, que se aprovechará de su dotación energética para salir de caza. El círculo es inagotable.
 
De modo muy sencillo, podemos decir que parte de la evolución del ser humano ha consistido en una inagotable carrera por "cultivar" cada vez más energía. Digo "cultivar" porque no hay nada más parecido al proceso de búsqueda de recursos energéticos que el propio cultivo. El Homo sapiens empezó usufructuando la energía que le regalaba la naturaleza, apropiándose de la energía de otros congéneres utilizados como esclavos o domesticando animales de carga para realizar tareas de altos requerimientos energéticos. Paralelamente, comenzó a servirse de su ingenio para producir y controlar energía de manera artificial.
 
Todo comenzó con el uso primero del fuego (hace unos 25.000 años), con el que no sólo se tenía dominio sobre la energía calorífica, que impedía morir congelado, sino que se mejoraba considerablemente la capacidad de transferencia energética de los alimentos: cocinados sabían mejor, duraban más, aportaban más seguridad y eficacia.
 
La estrecha relación del hombre con la energía ha perdurado desde entonces, bañando nuestra historia de luces y sombras. Hoy en día la energía mueve el mundo: si no supiéramos cómo producirla, almacenarla, transportarla y utilizarla de manera controlada no habría modo de calentar nuestras casas en invierno, iluminar las calles a media noche, trasladarnos a confines lejanos del mundo, comunicarnos a distancia, cocinar, divertirnos mediante el uso de la televisión, el cine, los videojuegos... Hoy no podemos vivir sin realizar cada segundo un acto que requiera un consumo energético de manera directa o indirecta.
 
Conforme las sociedades avanzan consumen más energía. Por eso la energía es fuente y consecuencia del progreso. La eficiencia en el uso de la energía es la clave para el desarrollo. Renunciar a ella conduce a la miseria. En contra de lo que algunos quieren hacernos creer, el mundo no se empobrece, la naturaleza no se deteriora y el bienestar no se pone en peligro cuando se aumentan la producción y el uso de energía... Un empleo racional, científico y adecuado de cuantas fuentes energéticas conocemos (desde la hidroeléctrica a la nuclear, pasando por las llamadas "energías alternativas") es garantía de crecimiento, desarrollo económico, ensanchamiento del bienestar y aumento de la libertad.
 
Leonardo da Vinci ha sido uno de los grandes curiosos de la Humanidad.Pero este empleo no sería posible si el ser humano no hubiera contado con una herramienta fundamental nacida de la chispa de su propio ingenio, una habilidad que le diferencia de otros animales y que le convierte en el mejor de los exploradores que conoce la naturaleza: la curiosidad.
 
La necesidad de saber, el deseo de conocer cómo funciona el mundo que nos rodea, el amor por la sabiduría sin pedir a cambio nada más que el simple placer de acostarse con un nuevo conocimiento es consustancial a todo hombre y mujer. Entre nuestra especie, sin embargo, hay un puñado de individuos que ha hecho de esta curiosidad su modo de vida, su pasión única, su obsesión, su proyecto personal. Son los científicos, hombres y mujeres dedicados en cuerpo y alma a descifrar el sutil lenguaje con que nos habla la naturaleza, y que casi siempre está codificado en elegantes fórmulas matemáticas.
 
Muchos de ellos han dejado sus nombres en los anales de la historia bautizando elementos, ecuaciones, fenómenos o productos que han mejorado nuestra capacidad de cultivar energía. A la mayoría se les conoce por la consecuencia de sus obras (los watios de Watt, los julios de Joule, los amperios de Ampere...), otros nos sorprenden con increíbles aportaciones de las que no se suele hablar en los colegios e institutos. Pero todos comparten una misma pasión por la ciencia, y todos son igualmente importantes en el desarrollo de la tecnología energética de la que hoy disfrutamos.
 
Detrás de cada nueva ecuación, de cada nuevo invento, de cada nueva respuesta yace una peripecia humana que merece la pena conocer y respetar. Por eso es especialmente ominoso saldar los viejos debates sobre política energética con la celeridad de los tópicos de siempre. Por eso es tan necesario abrir los oídos y los ojos a los sucesores de esos sabios que llenaron con su ingenio de energía el mundo. Algunos de ellos se han reunido ahora para dar su visto bueno al futuro de la energía nuclear. Mientras, algunos políticos prefieren darles la espalda, a ellos y a sus antecesores.
 
Como si la historia de la ciencia pudiera borrarse de un plumazo de los libros de texto… ¿O será que sí se puede?
0
comentarios