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DRAGONES Y MAZMORRAS

La más fermosa

Como sabemos –y cada vez es más patente–, la política es la peor enemiga de la cultura, y cuanto más intervencionista y más progre es el Gobierno que manda en la nación peor van las cosas. No puede ser de otro modo cuando la ministra de Cultura es Carmen Calvo y la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, por centrarme en el elemento femenino de la Cosa, ya que la semana se declina, por decreto gubernamental, en femenino plural. Y así, los principales espacios culturales de la capital de España se han vestido ya de mujer para recordar al mundo entero lo que valemos.

La música y la fotografía invaden el Círculo de Bellas Artes; la primera, con voces femeninas "procedentes de tres continentes", ni más ni menos (recuerden que la consigna de este Gobierno, catapultado por el terrorismo islámico, es la "alianza de civilizaciones"); la segunda, con una exposición de Marisa González formada por una veintena de fotografías de manos de mujeres trabajadoras. El Museo de América, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid –que pasa–, contribuye al engrandecimiento de la mujer artista con una exposición de la pintora colombiana Débora Arango.
 
Pero la guinda sobre la tarta de nata la pone Rosa Regás en su propia casa (los aterrorizados empleados cuentan que se mueve por la BN con la misma arrogancia que el ama de llaves de Rebeca): cuatro actos, que se inauguraron el miércoles con la notable asistencia de Jesús Caldera, ministro de Trabajo y Asuntos sociales, conocido por su gran trabajo intelectual y sus excelentes dotes de narradora. Por eso la sesión estuvo dedicada a las mujeres escritoras, con la presencia de Lourdes Ortiz, Josefina Aldecoa, Almudena Grandes y Nuria Varela; todo muy subversivo y muy plural.
 
Lo que no comprendo es cómo, tratándose de la mujer "trabajadora", no se les ocurre invitar a las que dan más el callo en el frente de la Literatura y sufren más sevicias en el plano laboral, tanto de reconocimiento social e intelectual como de retribución económica. Me refiero a las periodistas y a las traductoras. Admitirán que era una oportunidad de oro para hacer demagogia, y de la buena.
 
Rosa Regás.El jueves se rindió culto a la "alianza de civilizaciones" con un conjunto de poetas – perdón, poetisas– procedentes de "diferentes exilios, latitudes y ascendentes culturales": Cuba, Uruguay e Israel. Pero será la semana que viene, con el ciclo "El Quijote en clave de mujer", cuando den el do de pecho. El lunes se proyectará la película Dulcinea, de Vicente Escrivá (1962), presentada y comentada por Julia Barella y Beatriz Herranz, del Instituto de Estudios Feministas de la UCM; y el martes Lidia Falcón, Fanny Rubio, Iris Zavala, Rosa María Pereda y Marina Mayoral, moderadas por Rosa Regás, celebrarán una mesa redonda sobre el tema. 
 
No les prometo nada, aunque si encuentro un disfraz adecuado tal vez me acerque a esto último. Hubiera preferido la película, pero el martes estoy directamente implicada en un acto también cervantino, del que les hablaré en su momento, porque si ni el Marqués de Tamarón, que es contrario al "manco de Lepanto", ha podido zafarse del IV Centenario (si aún no se le ha visto, pronto se le verá defendiendo sus tesis en el programa de Sánchez-Dragó), yo, que soy una ferviente admiradora, menos todavía.
 
Lo de Tamarón no es nuevo: en la primera edición de su libro El siglo XX y otras calamidades publicó un artículo titulado 'Quijotes y yupis' en el que fundamenta su aversión hacia el autor del Quijote. En él acusa a Cervantes de hacer "una burla sangrienta de todo impulso noble y generoso" y de haber estado siempre del lado de los poderosos como habría estado, hoy, del lado de los yupis.
 
Se da la circunstancia de que en la segunda edición de este libro (Pre-Textos) Tamarón omitió este capítulo, porque en aquella época era el director del Instituto Cervantes y no le parecía adecuado incluirlo. Este último detalle no lo cuento sólo como ejemplo de honestidad intelectual, sino para que si alguien quiere leer dicho artículo en la única edición hoy asequible no me tache de mentirosa.
 
Para terminar, y como homenaje a esa "clave de mujer" que se pretende desentrañar en el Quijote, reproduzco aquí el soneto 'La más fermosa', de Enrique Hernández Miyares, escrito a raíz del III Centenario (o sea, en 1905) y citado por Rodríguez Marín (también director de la BN, por cierto) en su libro Sonetos sonetiles ajenos y propios, con la esperanza de que ni a Barella ni a Herranz, las del Instituto de Estudios Feministas de la UCM, se les olvide mencionarlo el próximo martes.
 
La más fermosa
 
Que siga el caballero su camino
agravios deshaciendo con su lanza:
todo noble tesón al cabo alcanza
fijar las justas leyes del destino.
 
Cálate el roto yelmo de Mambrino
y en tu rocín glorioso altivo avanza;
desoye al refranero Sancho Panza,
y en tu brazo confía y en tu sino.
 
No temas la esquivez de la Fortuna
si el Caballero de la Blanca Luna
medir sus armas con las tuyas osa;
 
y te derriba, con contraria suerte,
de Dulcinea, en ansias de la muerte,
¡di que siempre será la más fermosa!
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