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CRUCERO POR EL ESTRECHO DE MALACA

Los nuevos seguidores de Salgari

Acabamos de subir a bordo del barco que nos va a llevar a diversas ciudades de la costa occidental de Malasia. Es un aliciente saber que muy pronto dejaremos el calor húmedo y pegajoso de Singapur para disfrutar de la brisa marina. Nos acompañan, como no podía ser menos, las lecturas e imágenes de Emilio Salagari, Joseph Conrad y Paul Theroux.

Acabamos de subir a bordo del barco que nos va a llevar a diversas ciudades de la costa occidental de Malasia. Es un aliciente saber que muy pronto dejaremos el calor húmedo y pegajoso de Singapur para disfrutar de la brisa marina. Nos acompañan, como no podía ser menos, las lecturas e imágenes de Emilio Salagari, Joseph Conrad y Paul Theroux.
Una iglesia de Malaca.
Singapur es una magnífica y cuidada ciudad, con infinidad de sitios para ver, restaurantes estupendos donde degustar su singular gastronomía y alguno de los hoteles más emblemáticos del mundo, como el Raffles. La pulcritud y el orden de sus calles llama la atención, y por un momento el viajero se olvida de que está en Asia. Abandonar su puerto en barco es una de esas experiencias que dan fuerza.
 
Hago una primera inspección del barco y observo que seis días van a ser pocos para verlo entero y, lo que es más importante, para disfrutar de todo el entretenimiento y lujo que ofrece. Curiosamente, la mayor parte de mis compañeros son indios que aprovechan su semana de vacaciones escolares. Ellas con sari y ellos sumamente correctos.
 
En el mismo instante en que abandonamos el puerto, el segundo más grande del mundo, el sol está cayendo: el espectáculo desde cubierta es sobrecogedor. En el barco los ritmos de nuestro tiempo cambian. Una extraña quietud parece adueñarse de todo, como queriendo adormecernos. Cuando amanecemos en alta mar, y aunque todavía es temprano, el sol ya calienta con fuerza.
 
Al mediodía llegamos a Pennag, una ciudad sorprendente, mezcla inusual de modernidad y decadencia colonial. Buena muestra de ello es el contraste entre su puente, el tercero más largo del mundo, y la iglesia anglicana, construida por los ingleses en 1818. Los viajeros se bajan con prisa, como queriendo aprovechar más el tiempo. Unos optan por una buena dosis de playa; otros, por la visita a Georgetown. También es visita obligada el templo Wat Chayamangkalaram, que alberga un Buda reclinado de 33 metros.
 
Langkawi.Cuando regreso al barco ya es de noche. Nos espera una larga travesía hasta llegar a nuestro siguiente destino. Por la mañana llegamos a Langkawi. Uno de los tripulantes me cuenta que esta isla forma parte de un archipiélago integrado por unas 104, la mayoría de ellas inhabitadas. Los piratas solían esconderse en sus cuevas y playas.
 
Me dirijo a una de éstas, a pasar unas horas de merecido descanso. Todo lo que me rodea es un regalo para los sentidos: arena blanca y fina, agua azul cristalina y palmeras para resguardarse del sol. Me decido a dar un paseo y me apunto a una excursión en bote para hacer snorkle. Lo que se ve en el fondo marino es indescriptible: corales inmensos, peces de colores, estrellas de mar de azul añil, y algún que otro erizo que no me gusta tanto.
 
Por la tarde subo hasta lo alto de la montaña, desde donde me han dicho que la vista es impresionante. He leído que el Gobierno de Malasia ha invertido mucho dinero y esfuerzo en convertir Langkawi en un paraíso para los turistas. Desde allí arriba se puede ver los magníficos hoteles, los cuidados campos de golf, incluso un par de centros comerciales. No es extraño que se emplee este emplazamiento para desarrollar la zona.
 
De regreso, no faltan las prisas para no perder el barco, aunque me he quedado con las ganas de ver más cosas. Navegamos toda la noche y parte del nuevo día. Nos dejamos caer por el gimnasio para hacer un poco de ejercicio, que teníamos descuidado con tanto buffet y tanto relax.
 
Torres Petronas.La próxima parada es casi un capricho de infancia. Son las siete de la mañana: apenas tengo dos horas para visitar Malaca. Esta ciudad fue colonia portuguesa y holandesa, y tal influencia europea se refleja en su arquitectura.
 
Las guías destacan como visita obligada el parque aviario Peackock Paradise, que cuenta con más de 3.000 aves de 100 especies distintas, pero me temo que en esta ocasión no tendré tiempo de conocerlo.
 
Después de unas horas en el mar llegamos a Port Klang, parada necesaria para acercarnos a Kuala Lumpur, donde podemos contemplar el edificio más alto del mundo: las Torres Petronas. Una empresa española participó en su construcción.
 
A pesar de sus rascacielos impresionantes, esta ciudad todavía conserva mucho misterio: en sus callejuelas del barrio chino o en la denominada "Pequeña India". Kuala Lumpur es una fusión pacífica de razas donde todo el mundo tiene cabida.
 
Regresamos a Singapur en el sexto día de crucero; el puerto ya empieza a ser una imagen conocida. Se me ha hecho un poco corto, pero creo que ha sido una magnífica toma de contacto con sitios a los que quiero volver. Al desembarcar me acuerdo por primera vez de que tengo maleta: sin duda ésta es una de las mayores ventajas de viajar en crucero.
 
 
Ficha técnica
–Nombre de la compañía: Latitud 4. Teléfono: 93 304 32 11.
– Línea: Star Cruises.
– Barco: Superstar Virgo.
– Itinerario y escalas:
Día I: salida del puerto de Singapur (a las 16:00h).
Día II: Penang.
Día III: Langkawi.
Día IV: Singapur.
Día V: Malaca y Port Klang.
Día VI: llegada a Singapur.
– Precio: desde 735 euros por persona. No incluye vuelo.
– Comercialización: Latitud 4 trabaja con la mayoría de agencias de viajes de España.
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