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CHUECADILLY CIRCUS

Niños de tiza y cianuro hertziano

Sólo 19 páginas del último libro de David Torres y ya me he puesto a llorar dos veces. Una auténtica montaña rusa emocional, como la que me provocó el viernes pasado el pérfido Nacho Montes cuando me puso verde en el programa de Cristina López Schlichting. Cría cuervos... Todo esto me pasa por bueno, que lo soy un rato, aunque a veces no se note; como ahora.

Sólo 19 páginas del último libro de David Torres y ya me he puesto a llorar dos veces. Una auténtica montaña rusa emocional, como la que me provocó el viernes pasado el pérfido Nacho Montes cuando me puso verde en el programa de Cristina López Schlichting. Cría cuervos... Todo esto me pasa por bueno, que lo soy un rato, aunque a veces no se note; como ahora.
David Torres.
Resulta que andaba yo preocupado por la figura de Nacho, que como ya les conté conserva un tipo excelente a pesar de haber dejado atrás la talla 32 de Levi's hace muchas lunas, cuando recibo una invitación para la fiesta del 25º aniversario del Holiday Gym, allí donde los cuerpos más divinos de la capital son zaheridos sin piedad por un grupo de monitores dicharacheros perfectamente cincelados, como sacados de las ruinas de algún templo clásico. Tras arduas negociaciones, consigo que cuenten con él para su exclusivo party en la megadisco Kapital y que, de paso, conviden también a Carlos Arturo Zapata, célebre por los modelazos que diseñaba para la fenecida Rocío Jurado. Carlos, que actualmente reside en Miami, es uno de los pocos creadores de moda guapos, elegantes y simpáticos que he conocido en mi corta pero precoz existencia. Vamos, un lujo de tío, pero eso a Nacho no le importa. Él prefiere jactarse de llevar 14 años de emparejamiento mal avenido con el colombiano. ¿Recuerdan aquello de la zorra y las uvas? Literal. 
 
Total, que allí nos plantamos los tres; Nacho, impecable, como siempre, y Carlos, supersexy en una camisa de transparencias de las buenas, esto es, de las que uno puede llevar sin que le confundan con un miembro de Locomía. Mientras el periodista de la Cope, apodado Nacho el Macho por Antonio José Chinchetru cuando pululaba por esta casa, charlaba con la diva Ángela Carrasco y caía rendido a los pies de Aída Nizar y productos similares, Carlos y yo aprovechamos para ponerlos verdes y lamentar el estado de postración del famoseo patrio, nada que ver con su refinada clientela hispano-maiamera y con sus incondicionales españolas.
 
Cuatro gin & tonics más tarde, Nacho decide que ya tiene suficiente material para su próximo show copero, así que nos arrastra fuera de la dancetería rumbo a Chueca. Primera parada en Rick's, que ya no es lo que era, y segunda en Delirio, un garito subterráneo donde andaban celebrabando la Fiesta del Semáforo. El juego consiste en colocarse una pegatina en la solapa: roja para los estrechos, amarilla para las reinas y verde para los desesperados. En pocos minutos, la elegantísima chaqueta de Montes había pasado del negro al lechuga. En fin, que allí terminamos la noche en plan insomaniaco, aunque faltó ese carry me home que tanto nos excita. De modo que los tres nos regresamos a casa más solos que la una pero más felices que unas castañuelas. Como solía decir un amigo francés, lo bueno de Madrid es que uno no tiene que salir en pos de la fiesta: ya viene ella a buscarte.
 
Cuál no sería mi sorpresa cuando, la tarde siguiente, camino de mi batido de café en el Starbucks de la esquina, escucho por los auriculares de mi nuevo Sony Ericsson mega-neo-guay una voz como de ultratumba llamándome de todo e instando al jefe a que me eche. Igualito que aquella canción de Debbie Harry, dedicada seguramente a alguna pariente de Nacho:
Es como el tebeo de los domingos
Se cree Brenda Starr
Su operación de nariz es total
Lo que necesita es que la rajen con un cuchillo viejo...
A partir de ahora, yo que Nacho miraría a ambos lados de la calle antes de cruzar hacia la emisora. Accidents happens, y tiene toda las papeletas para acabar sus días en la parte de atrás de una ambulancia del Samur.
 
Antes de que eso ocurra, no se pierdan su show, todos los viernes a las seis de la tarde en la cadena de los obispos: la forma más sana de concluir la agotadora semana laboral y comenzar el finde como Dios manda.
 
Menos mal que todavía quedan chicos como los de antes, esos que te abren la puerta e incluso te invitan a cenar, aunque sólo sea para ligarse a tu hermana, pero a mí eso no me importa. Es más, me priva. Los matrimonios de conveniencia nunca se hicieron pensando en la novia, sino en la familia. No sé qué alto representante del liberalismo asnar decía el otro día que el matrimonio monógamo y de por vida es un impulso natural. A este paso, algunos próceres terminarán defendiendo la dote, incluso los asesinatos de honor al estilo paquistaní, en nombre de la libertad y la rancia tradición del sureste español. La monogamia me parece una institución la mar de artificial, aunque muy beneficiosa (¿acaso la naturaleza humana no reside precisamente en su artificiosidad?). Ni todo lo natural es bueno ni todo lo bueno natural. Otra cosa es que alguien le ponga la mano encima a mi hermana. Ése no la cuenta.
 
A lo que iba, que David Torres, buenorro oficial de muchos, organizó una reunión en el restaurante Viridiana para presentar su última novela, Niños de tiza, en la que Roberto Esteban, ex boxeador metido a portero de discoteca y sicario ocasional (justo el tipo de hombre que Nacho Montes necesita), debe resolver un terrible asesinato cometido cuando él no era más que un crío. Y hasta aquí puedo leer, que decía Mayra Gómez Kemp en ese "concurso idiota, plagado de azafatas guapas con gafas redondas que se sentaban cruzando las rodillas y mostrando los muslos blancos y esponjosos" que tan poco le gustaba a la madre del protagonista.
 
Reunidos en torno a unos deliciosos aperitivos de atún, foie, jamón serrano y por ahí, preparados con todo cariño por el singular Abraham García, a quien David le debe no estar gordo, sino cerca, me encuentro a Rafael Reig, columnista estrella de Público (al natural pierde diez años y gana un par de kilos, pero a él le gusta que le saquen mal en las fotos y luego epatar en vivo; para que digan que los progres no son como los demás) y ferviente admirador de Javier Marías. A él dedicó algunos de sus comentarios más atinados, como que no es de extrañar que el hijo del filósofo diga que es imposible relatar lo real, porque él está incapacitado para ello. Celebramos un pasaje memorable de su novela más vendida, Corazón tan blanco, aquél en que se describe una felación y al final no sabemos si el escritor tiene la be en la pe o la pe en la be, propia o ajena (¡qué ce importa eso!).
 
El matrimonio Beckham.Entre bocado y bocado, David reivindica la novela negra y nos reparte ejemplares de otra de sus obras, Bellas y bestias, una recopilación de sus artículos en El Mundo con unas fotografías muy buenas. De Trinidad Jiménez ("una de las pocas mujeres que se dedican a la política que no sólo lo es, sino que lo parece") a Ángela Vallvey ("da la impresión de oler bien incluso de lejos"), pasando por Alaska ("la demostración palpable de que la movida jamás fue a ningún sitio salvo, quizá, a la peluquería"), todo el que es o fue en Madrid (de David Beckham dice que, "a su lado, la palabra macho es latín medieval, y el sudor de la entrepierna, un dopaje") tiene su sitio en esta galería de errores, horrores y monstruos de la naturaleza con que los Gran Vía Riders nos topamos casi a diario, y entre los que gracias a Dios nunca figurarán la delegada garrafa ni el sheriff de Chueca. Ni siquiera el excelso escritor oxoniano (es decir, de Oxford, no de Ox, que en inglés significa una cosa muy fea).
 
Por cierto, felicidades a todas las mamás. A ellas y a las féminas en general les paso el blog de un señor muy interesante que tiene un club de fumadores o algo así y al que conocí en la presentación de David. Como diría un cursi bilingüe, champagne for the brain (hasta que le salte la tapa de los sesos para ver qué sale). A Javier –el del blog, no Marías, God forbid!– le ha faltado tiempo para escribirme un e-mail e invitarme a comer. Últimamente sólo almuerzo con hombres hetero. Entre la anorexia de las tías y la vigorexia de los maricas es imposible encontrar a alguien normal con quien compartir una pata de cordero o un simple cocido.

La semana que viene no hablaré de Rajoy, sino de un cumpleaños, de la Removida y de un par de asuntillos más. Y antes de que se me olvide: si lo desean pueden releer lo de Nacho Montes más o menos al revés; es decir, que el impecable era yo y la zorra... Apliquen la máxima del académico, si es que consiguen enterarse de qué va.


Enquire within: chuecadilly@yahoo.es
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