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Francisco Capella

No habrá huelga... por ahora

Las condiciones de trabajo y los salarios son peores que hace unos meses, eso es verdad, pero parece un poco aventurado asegurar que son condiciones malas, porque seguramente la inmensa mayoría de la población las aceptaría sin hacer demasiadas preguntas.

Pretendiendo haber hecho "un ejercicio de responsabilidad" y "demostrado un gran sentido de Estado", el sindicato USCA ha decidido no hacer, al menos en agosto, una huelga que amenazaba con provocar el caos aéreo en plena temporada turística. Tal vez han olvidado que en las Islas Canarias la temporada alta va mucho más allá del verano. Y que el turismo no es la única razón de ser del transporte aéreo. Quizás su sentido de Estado y su responsabilidad no son suficientes como para renunciar de forma indefinida al daño que pueden hacer con una huelga en un sector profesional tan peculiar. Llevan demasiado tiempo acostumbrados a conseguir sus objetivos mediante medidas de presión y les va a costar adaptarse a circunstancias en las cuales la profesión debe abrirse a la competencia y el salario debe estar estrechamente ligado a la productividad.

También reconocen que una huelga deterioraría su imagen aun más de lo que lo han hecho las constantes campañas de acoso y difamación a las que afirman haber estado sometidos. Pero esto parece indicar que ellos no han tenido nada ver que con el asunto, que están a años luz de reconocer las culpas, pedir perdón y practicar alguna penitencia. Y es que los controladores son buenos, no mienten ni hacen trampa ni manipulan nunca, no tienen grupos de estrategia que se dedican activamente a comentar a favor de su causa y en contra de sus detractores en todos los foros a su alcance: esas cosas sólo las hacen los malos gestores con intereses ocultos inconfesables o quienes les critican, auténticos demonios sin principios ni valores. Pero ¿han visto ustedes los famosos turneros con 29 días trabajados al mes? ¿Se han hecho públicas las antiguas nóminas del colectivo en su conjunto? ¿Las condiciones de esclavitud recientes han incluido latigazos?

Los controladores aéreos parece que se consideran trabajadores como cualesquiera otros, sin grandes diferencias relevantes, y con su mismo derecho a la huelga como recurso para protestar por sus condiciones laborales. Olvidan que existen colectivos sin derecho a la huelga o con ese derecho muy limitado (militares, policías). Y que, según contra qué cosas se proteste, la huelga parece un arma bastante desproporcionada. Las condiciones de trabajo y los salarios actuales son peores que hace unos meses, eso es verdad, pero parece un poco aventurado asegurar que son condiciones malas, porque seguramente la inmensa mayoría de la población las aceptaría sin hacer demasiadas preguntas. Es interesante notar que ahora aceptarían equipararse a sus colegas europeos: antes no les convenía.

Me parecen especialmente graves las apelaciones al miedo de los pasajeros: parece que Aena y otros organismos competentes estarían descuidando la seguridad, reduciendo irresponsablemente los descansos, forzando en exceso las cargas de trabajo e incrementando seriamente la probabilidad de un accidente. Pues todo esto se aclararía con transparencia: cámaras con audio y video en las torres y en los centros, difusión por internet de las imágenes de los aeropuertos y los radares y por radio de las comunicaciones, y algo de didáctica para mostrar al público sin tanto dramatismo en qué consiste este trabajo (que además está cada vez más automatizado). Los posibles problemas de seguridad e intimidad tendrían fácil solución mediante distorsión de voz y caras y retrasos en la difusión de la información.

Tal vez todo este escándalo de los controladores no sea más que una cortina de humo para distraer la atención sobre la liberalización y privatización de aeropuertos y servicios de control, pero ¿no podría ser también al revés? Reclamemos aire fresco y transparencia para ambos.

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