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Francisco Pérez Abellán

Autofoto con féretro

Telecinco en su apuesta Guadiana de los sábados, que va y viene, presentó unas autofotos con féretro inéditas del periodista Alfonso Basterra, padre adoptivo de la niña Asunta, asesinada en Galicia y de cuyo crimen se le acusa, a él y a su ex esposa. Para unos es un circo mediático y para otros un juicio paralelo. ¿Quién tiene razón?

Se trata de autofotos (selfies, en inglés) que Basterra se hizo en el tanatorio de Boisaca (Santiago de Compostela) durante el velatorio de la niña a la que según el fiscal primero drogaron con altas dosis de lorazepán y luego mataron por asfixia. Para el psiquiatra mediático Cabrera se trata de una autofoto "necrológica y narcisista histórica", lo que la prensa ha destacado como si fuera un destilado de precisión e inteligencia, pese a que no quiere decir nada en relación con el crimen. Porque esa es la cuestión: ¿Estas fotos demuestran algo dentro de la investigación criminal?

Ya hubo imágenes polémicas, aquellas sí importantes, sobre el proceso investigador en el que presuntamente Basterra tomaba instantáneas chocantes y anómalas de su hija en actitudes extrañas con ropas atrevidas y representándola como muerta. Lo que podría estar relacionado con el hecho de que también almacenara otras inadecuadas de jóvenes de origen asiático en su ordenador. Sin embargo las actuales están fuera de contexto y sirven para el circo mediático, y no es que yo quiera disminuir aprecio alguno por los medios de comunicación, es que se están desprestigiando solos. ¿Puede un padre hacerse fotos con el ataúd de su hija en el velatorio a través del cristal expositor sin ser criminalizado?

A priori, no hay nada especialmente macabro en ello, y desde luego, nada delictivo. En la película "Los otros" de Amenábar –moro de la morería-, cualquiera puede observar como en tiempos pasados- de ahí que lo de “histórico” sea adecuado-, se hacían fotos de los muertos como si estuvieran vivos, cosa que hasta copia la ciencia forense, y puedo demostrarlo.

De forma pedestre se ha afirmado que estas fotos son espeluznantes y que "cambian el sentido de todo lo actuado" siendo objeto de una propaganda grandilocuente e inexacta. Al hilo de esto, nadie excepto los que las exhiben, saben por qué se filtran ahora y tal vez tenga algo que decir el agudo abogado defensor de Rosario Porto, la madre adoptiva hoy imputada, José Luis Gutiérrez Aranguren, dado que también se exhibe una autofoto de Porto en el mismo escenario. Las ocho instantáneas difundidas no cambian nada, salvo que si se demostrara que el fotógrafo es el asesino pudiera afirmarse también que se trate de un trofeo, como los del psicópata asesino de ancianas de Santander que elevó un altar en el que atesoraba efectos de sus hazañas.

Solo en ese sentido las fotos que ahora conocemos se insertan en el proceso. ¿Quién las ha valorado? ¿Quién las filtra? ¿Forman parte del sumario? ¿Por qué ahora? El ruido lo confunde todo. Claro que son fotos necrológicas puesto que tienen que ver con la muerte pero pertenecen al narcisismo (El mito de Narciso dice que se sabía tan bello que al verse reflejado en el agua se arrojó para amarse a sí mismo) del mismo modo en el que hoy en día cualquiera se hace una autofoto. Por tanto no prueban nada. No es lo que podríamos considerar un brillante análisis psiquiátrico. Ni siquiera al modo telexpress. Así que mucho ruido y pocas nueces.

Las fotos reveladas de forma sorprendente y extemporánea, sin pedir el acuerdo de la defensa de Alfonso Basterra o son fetichismo o solo una muestra de escaso gusto estético y del otro, pero igualmente legítimas, que han sido injustamente jaleadas por el gallinero en el que reina la ignorancia friki de la investigación. Por otro lado, ¿deberían pagarse sustanciosos derechos de autor dada la mucha audiencia?

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