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Francisco Pérez Abellán

El invento sexual

Leo y escucho crónicas sobre el juicio de León que son de auténticos aficionados.

Leo y escucho crónicas sobre el juicio de León que son de auténticos aficionados. Muy lejos de los especialistas en juicios o los reporteros de sucesos. Escribe y opina gente de la que solo comenta con autoridad en la peluquería. El deterioro del periodismo se ahonda y deshilvana como un hilillo de alquitrán dejando la democracia como una cáscara vacía. Montserrat, Triana y Raquel Gago están acusadas por el fiscal como autoras de un plan para asesinar a Isabel Carrasco en León, pero en realidad todo lo hizo mamá por salvar a su niña a la que arrastró al crimen.

Montserrat es la esposa del inspector jefe de Astorga, Triana es su hija y Raquel es policía municipal. Esta es una tragedia de una política de carrera fulgurante, dos policías y familiares de policías. Montse dispara en la pasarela del río Bernesga como Clint Eastwood en Harry el Sucio. Maneja un revolver Taurus del 38 como si no hubiera hecho otra cosa. Un disparo a la cabeza, otro al corazón. Montse y Triana tienen una plantación de marihuana y Raquel toma café con ellas poco antes del crimen y luego se comunica con Triana, que le hace una perdida desde un teléfono prepago que no es el suyo mientras permanece en el perímetro. Madre e hija van al crimen juntas y la asesina confesa se emboza en un pañuelo. Gracias a un jubilado se descubre el pastel.

Ahora resulta que hay una gran revelación en la intriga: dicen que la muerta trató de tener relaciones sexuales con la bella Triana y, como ésta se negara, le hizo la vida imposible guillotinándola en su trabajo y en su vida política, dado que Carrasco era la jefa del PP en León y en la Diputación leonesa. Triana, que sabe de lo que habla, dice que Carrasco la besó, estuvo insinuándose en su casa y la "entró", con un lenguaje cheli que es muy extraño en las ingenieras de telecomunicaciones. A mí todo esto me parece una calumnia para envilecer la memoria de la víctima: otro crimen además del asesinato, por el que también deberían ser juzgadas.

Este invento sexual para ensuciar la memoria de Carrasco sucedió hace mucho tiempo, según las implicadas, pero no importa porque el mal siempre es contemporáneo. Ni madre ni hija denunciaron en su día, aunque ahora se hacen las dignas. Madre e hija son familia directa de un policía premiado por sus servicios antidroga y sin embargo disponían de una plantación de marihuana, por la que les han condenado, sin que el padre actuara contra la maría. Igualmente se hicieron con dos armas de fuego y abundante cartuchería.

Llevaban merodeando alrededor de Carrasco mucho tiempo, y según el fiscal la rondaban desde meses atrás. Pero su última versión es que mamá, que ha demostrado ser la presunta asesina más fría desde Medea, mató para defender a la hija, que había perdido 25 kilos por el bullying de Carrasco, y una de las dos tenía que morir, por lo que Montse disparó el Taurus. Es posible hasta que Triana, que nunca ha sido gorda, no haya enflaquecido como el rocín de D. Quijote.

A todo esto, la presunta pareja de killers toma café con Raquel Gago, que llora y se estremece como cualquier pillado en falta. Gago es según algunos compañeros una buena policía y muy capacitada. Pero no huele a marihuana en la casa de Triana, donde hay una enorme cantidad y ya se sabe cómo huele, ni observa ningún tipo de preparativo cuando están a punto de cometer un crimen premeditado. La policía Gago se ve con las presuntas asesinas antes y con Triana después. Incluso se intercambian una señal telefónica. Luego Gago se lleva en su coche el arma del asesinato. Le dicen que su amiga íntima y su mamá han sido detenidas y se pone de perfil.

No obstante, frente al cinismo manifiesto de madre e hija, Gago impresiona al jurado con su cara demacrada y su voz rota. Afirma que no tiene vida desde que Carrasco fue asesinada, pero la que no tiene vida es Carrasco, a la que ahora tratan de colgar el remoquete de abusadora. En mi opinión, las acusadas no dicen la verdad.

Las crónicas de todo a cien critican al fiscal, que pide 23 años de cárcel para cada una, igual condena para las tres. Ya han conseguido imponer que no se trata de un crimen político, aunque toda la política de León ha cambiado desde el crimen. Ahora tratan de disminuir la culpa, los muy diletantes.

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