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Francisco Pérez Abellán

El matonismo de internet

Internet está poblada de tontos. Pero tontos retontos requetetontos.

Internet está poblada de tontos. Pero tontos retontos requetetontos. La red de redes se ha convertido en un reservorio natural para el tonto ibérico. Incluso sobra el tonto en extinción. Puedes encontrar el tonto que publica falsedades, que escribe a sabiendas la mentira o que conculca la realidad por el gusto de que tropiecen otros. Es el tonto que se ríe cuando alguien resbala. El tonto que va de matón en la red.

El otro día escribía yo sobre el asesino enfermo, el que tiene los sesos como una mantequilla francesa, y va un tonto de aceite de ricino e intenta darle la vuelta al argumento. Cosa que no logra por puro tonto.

Ya me gustaría a mí alertar al maestro Ussía para que si tiene que salir de caza lo haga en internet, donde encontrará nuevas clases de tontos, tantas como para llenar un Origen de las especies como un Darwin de la palabra. Tontos para una cacería o tontos de reata para el diccionario de ídem de Campmany, el murciano de dinamita, que nunca fue concluido. El maestro podría pescar un tonto majagranzas para su colección, y desde luego es a internet adonde debe subir el maestro Burgos cuando quiera poner un vivo ejemplo de su descubrimiento: el tonto con balcones a la calle.

Mientras yo culpaba a una casta de políticos desvergonzada de obligar a las madres heroicas de la piel de toro a ocuparse de medio millón de hijos trastornados, que deberían ser atendidos por la medicina y los servicios sociales, el tonto correlindes, terminada la linde, seguía mi razonamiento para volverlo contra la víctima, en un ejercicio sublime de tontería. Un tonto engolado, aficionado a las hierbas con chorrito de limón. Tonto de wikipedia. Tonto del culo.

No es un tonto como Azarías, el de Los santos inocentes de Delibes, tipo "milana bonita", bordado por Paco Rabal, que llegado el caso tiene la intuición de una justicia social. Sino un tonto que acosa, que deja su opinión como un huevo de mosca, que puedes encontrar en racimos intentando secuestrar la libertad de expresión, descalificar las propuestas atrevidas, pontificar el debate, satanizar la libertad, en una suerte de mafioso extorsionador de internet, favorecido por el anonimato entontecido. En el fondo es solo un tonto nazi, un gusano goebbelsiano. Un tonto de L'uomo delincuente.

A Camilo, el del Nobel, le gustaban los tontos de Delibes. Tontos de plaza de pueblo y pilón, amorosos y afectivos. Tontos plácidos que se sientan a tomar el sol y te miran fijo mientras les saludas. Tontos que te conquistan con su tontería. Tontos que te abrazan por un poco de pan. Que no te molestan, aunque en España ya no cabe un tonto más. Los viajes de Cela, el del premio, están cruzados de tontos, como los artículos del maestro Umbral, aunque este no se recrea en la tontería. Paco marca tontos al primer toque. A Umbral nadie le sustituye, a no ser enfermos de tontería, porque ya nadie escribe como Juan Marsé engarzaba joyas, la mañana que dice que encontró muerta a Carmen Broto, cuando estaba de aprendiz en la joyería de Barcelona. Umbral engarza la prosa castellana como pescaditos de oro en una pulsera hasta hacer un río de oro. Aunque se diga poco, se le echa de menos en este erial plagado de tontos.

El tonto está rodeado de un coro griego de tontería. Lo malo del tonto es que sin querer se vuelve dañino. Tonto de baba, tonto con jardinera, tonto de boina. Tonto a las tres. Tonto que insulta. Tonto que escupe. Tonto pretencioso. Tonto de biblioteca. Tonto familiar de josemota, tonto tú, tonto tu padre.

Tonto orgulloso, tonto académico. El tipo de tonto que te persigue, que dice una y otra vez una tontería. Tonto de suplicio y de excomunión. El tonto que nos va a echar a todos al agua. El tonto de red lanza una tontería o un tuit, sube una foto tonta a facebook, en medio del homenaje de un montón de tontos. El tonto siempre es trending topic.

En España

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