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Francisco Pérez Abellán

Los Sala-Martínez

En Alicante ha habido un crimen que algunos comparan con el de los Urquijo porque hay yerno encerrado.

En Alicante ha habido un crimen que algunos comparan con el de los Urquijo porque hay yerno encerrado. La víctima es Maricarmen Martínez, viuda de Vicente Sala, que fuera presidente de la controvertida CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo). Crimen de misterio, lleno de confusión y falsedad. A la viuda hay quien la llama "la reina de Alicante".

Los Sala-Martínez viven en una enorme parcela de terreno a la que popularmente nombran como Falcon Crest, donde el patriarca construyó una casa grande y luego un chalet para cada uno de sus cuatro hijos, tres mujeres y un varón. Dentro de este recinto, y según el sumario, la víctima estuvo a punto de sufrir un atropello de coche cuando hacía ya tiempo que las cosas se habían deteriorado en el ambiente familiar. También se quejaba de que andaban abriéndole los rincones secretos y moviendo las joyas de su colección. Incluso decía notar la falta de alguna de las cosas más valiosas.

En el seno familiar, la ruptura se produjo a partir de las decisiones de la víctima, que, estando en su derecho, decidió hacer los cambios precisos para favorecer a su hijo varón en la gestión de los negocios.

Entre otras cosas, esto acabaría generando un clima de tensión y rechazo incluso entre los nietos de la fallecida, que le reprocharon haber "hecho daño" a sus madres y les empujó a romper con ella. Incluso uno llegó a difundir la acusación de que era una señora que, pese a su gran fortuna, utilizaba bolsos comprados en el top manta. Es decir, que dentro de la finca familiar había de todo menos paz y sosiego. En esta situación, la matriarca decide llevar uno de sus coches al concesionario que regenta su yerno, Miguel Ángel López, marido de la hija menor, con quien según la Policía hacía tiempo que no se hablaba. Confía en él para que haga la revisión del Porsche Cayenne del que es propietaria, y acude de forma muy extraña a recoger el vehículo al interior del lavadero, en una zona aislada, donde el asesino le pegó dos tiros con una munición amañada, pues, pese a que le dispararon a la cabeza, murió no de los balazos sino desangrada. El asesinato es de tal chapucería que los forenses arriesgan la opinión de que la muerta podría haberse salvado, aunque con graves secuelas, si hubiera sido atendida.

Pese a la evidencia de que el tirador es un tipo insolvente que actuó con nervios e imprecisión, el crimen, por mor de la deficiente información que se nos sirve, se dijo que tenía "factura profesional", hasta que la evidencia lo ha desmontado. Es decir, que lo más probable es que el que disparó se corresponda más con el perfil de idiota criminal que con el de terminator galáctico.

La Policía ha detenido como investigado al yerno que hizo la revisión del coche y ha presentado 23 indicios, algunos de gran peso, que lo señalan como presunto culpable. Entre ellos hay un testimonio que parece indicar que apartó a los empleados del lavadero y que incluso podría haber hecho un ensayo general de lo ocurrido. Entre las hipótesis está que su beneficio iría por el lado de evitar que el grupo dejara de invertir en coches. Pero en las relaciones familiares hay muchos más intereses rotos. Dado que la propietaria era dueña de todo lo que está cambiando, es injusto que se haya creado de ella una imagen disparatada de apegada al dinero y otras vilezas que de rebote tratarían de justificar lo injustificable. Este es un crimen que ha ocurrido entre gente muy rica por una motivación que según parece solo mueve a los insaciables.

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