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Francisco Pérez Abellán

Una botella en la basura

No deje Vd. que tiren más botellas a la basura, señora ídem.

A toro pasado no podemos olvidarlo: es la primera vez que la prensa alemana nos llama "Madrid, capital de la basura". Cuando de verdad todo esto haya terminado, seguirá la convicción de que ha ocurrido bajo el mandato de doña Ana, a la que no llamaré "alcaldesa", porque eso podría entenderse como "mujer del alcalde", siendo ella aquí el alcalde entero. Padecemos un tsunami en la memoria, de más de una semana de huelga de limpieza, lo que es un puro infierno de Madrid lleno de bolsas de plástico, de peladuras de patata, de naranja y de limón, de residuos sólidos y líquidos. Un rastro de bolsas verdes que han caído de una papelera y un pedazo de revista con un artículo de Umbral con sus cuerpos gloriosos, tal vez manchado de caca de perro. Habría que ver cómo Paco le saca algún producto al cuerpo glorioso de este alcalde hembra en el delirio de la ciudad de la basura.

En el camposanto de La Almudena huele a podrido la mortaja de los muertos. Nuevas escenas matritenses de Mesonero Romanos sobre el agua sucia. En las solapas, huesos de pollo y ketchup con hamburguesa. Madrid en olas de plástico, envoltura de camisa, cajas de juguetes, restos de comida y bebida. Madrid, un mar seco como nunca, maloliente y disparatado. El agua parada en los tres ojos del Puente de Toledo, en un remolino de porquería. La Puerta de Alcalá como una papelera volcada. A lo lejos, el skyline postmoderno: las cuatro torres que descansan en un vertedero multicolor de bolsas con residuos. Montañas sin reciclar de basura preseleccionada. El poblachón manchego del que huyen los turistas. Madrid ciudad del crimen. En Puerta Cerrada, Fortunata y Jacinta, hijas de Pérez Galdós, se manchan el vestido al salir riendo de Casa Botín.

Una ciudad sucia como un Gobierno sucio que arrastra en su caída a todo el país. El Madrid de la duda sobre la integridad de España, el Madrid de la metáfora, la globalización, la Doctrina Parot, los asesinos y violadores preparándose para marcar paquete tras un contenedor volcado. Hay una quemazón en las cárceles que amenaza al Madrid de los Austrias, pringoso y desharrapado; y a este Madrid de los Borbones, que ni aprenden ni olvidan; el Madrid de los seis millones de parados, donde ladran las pistolas, golpean los puños americanos, se contratan sicarios de los que según Rub al Caba no existen. Este Madrid rojo como la rosa reventona del PSOE, este Madrid azul de las palomas heridas del PP, que se han perdido en la falda de Cospedal, mientras Nacho Villa, cual Bruto, tu quoque, fili mi?, ilustra en la tele del todo a cien un crimen de género con sucia carne picada.

Parecen ratas de aire que semejan golondrinas, pero son palomas del Retiro, gordas de comer basura, feas y traidoras, acostumbradas al navajeo con los gorriones, terreno conquistado por los envoltorios de los caramelos, las bolsas rasgadas, los botes de cerveza reventados, en torno a la estatua del Ángel Caído. Camilo José Cela se alivia con un cuesco como un trombón en la universidad que todavía lleva su nombre.

En este Madrid sucio donde hasta el Congreso huele a chamusquina, donde cuando no se pasa el arroz se filtran las goteras, donde se borran los tiros del 23-F y el tribuno Posada, media melena blanca, publica discursos censurados de Prim en el bicentenario, pasará mucho antes de que se pueda limpiar tanta basura.

Madrid de los sucios misterios sin resolver, de explosivos en los trenes de Atocha. Madrid del chotis del viejo profesor con el papa en latín. Un Madrid mugriento, de bohemia asesina, de posada del peine, de Gutiérrez Solana con las señoritas putas ateridas de frío y las ventanas cerradas para evitar el tufo de la calle.

Con todos los respetos al alcalde mujer, doña Ana Botella, cuando yo la conocí, alguien de la prensa del lengüetazo la había convencido de que ella es como Hillary Clinton. Pero mire, doña Ana, ahora ya podemos decir claramente que no. Porque Vd. no es Hillary, ni tiene su vocación negociadora. Usted ha heredado la dinastía de su antecesor y sus 9.000 millones de deuda. Usted ocupa una alcaldía que es un puesto de elección en unas municipales capaces de poner al rey en el puerto de Cartagena.

Hay seis preguntas de arena sin respuesta en la memoria de Madrid. Si Vd., doña Ana, pretende superarlo, no puede seguir en su anaquel, colgada del mueble bar, haciendo como que la gravedad no va con su carácter. No deje Vd. que tiren más botellas a la basura, señora ídem.

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