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Francisco Pérez Abellán

Una policía con gafas

La Policía necesita un esfuerzo de inversión, pero de otro tipo.

La policía española necesita un esfuerzo de inversión y una amplia mejora de su política criminal. Por ejemplo, precisa afinar en los especialistas colaboradores como los antropólogos forenses. Todavía no ha pasado el eco del escándalo al confundir los huesos del caso Bretón con restos animales por tener un servicio pericial inadecuado. La policía debería hacer práctica común la consulta a especialistas en diversas materias que ayuden a la investigación criminal. Y contar más con médicos, profesores universitarios, criminólogos y detectives.

En vez de eso, en España se deterioran de forma alarmante instituciones colaboradoras que antes eran prestigiosas, como la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid, que está siendo investigada judicialmente por un presunto delito de falsedad documental en informes periciales y otros presuntos delitos.

La investigación judicial en la Complutense pretende aclarar no un hecho aislado, sino una práctica que al parecer se ha repetido. Bernardo Perea, director de la Escuela, y José Antonio Sánchez, presidente de la Asociación de Antropología y Odontología Forenses, han sido citados para declarar como imputados. Estas personas forman parte del equipo que con alarmante deterioro de su labor hizo un informe pericial para el caso Bretón en el que destacaron tres huesos astrágalos izquierdos en los restos de solo dos niños, lo cual es imposible. Y más recientemente fabricaron un contrainforme de la autopsia de Prim en el que no fueron capaces de enumerar correctamente las heridas de la momia, además de no encontrar elementos para concluir de manera científica cuál fue la causa de la muerte, y de paso, cometer un error de principiantes al afirmar que el hueso hiodes es un cartílago, cosa por la que suspenden en las facultades de Medicina. Ahora resulta que el comportamiento de estos peritos es también un presunto delito.

La entidad que les encargó el trabajo sobre Prim, la Sociedad Bicentenario, del que es directora generar la licenciada María José Rubio, afirmó en público, y lo grave es que lo hizo después de leer el desastroso informe pericial, que "el equipo forense es el más prestigioso de España".

El despiste y la incapacidad para juzgar la cualificación técnica es tal que reina la confusión. Para añadir cierto equilibrio es preciso decir que la policía precisa una amplia reorganización interna, una prima a la competencia y al mérito, remozado de instalaciones, renovación de flota de vehículos, combustible, armamento, munición, dotación de computadoras a bordo de los vehículos y una lista casi interminable de retoques y mejoras. En vez de eso hoy se maneja la posibilidad, tal vez como un fulminante efecto político, de la compra y dotación de Google glasses, gafas Google, para los agentes. Es decir lo que llaman una Policía 3.1 o Policía con gafas.

Las Google glasses son un dispositivo de visualización que permite acceder a la información disponible para un teléfono inteligente sin utilizar las manos, pueden ser manejadas con órdenes de voz y son capaces de hacer fotos y videos. Su estética pudo contemplarse con gran impacto en la cara inolvidable del Mono Burgos en un partido del Atlético, con un cierto aire de robocop. Presuntamente, el Mono accedía a estadísticas, tomaba fotos o videos y consultaba otros datos en línea. Cosa que también podría hacer con su teléfono móvil, como se ha dicho, y se ahorraría mil y pico euros, que es lo que cuestan las gafas. La estética es, salvando las distancias, la de un soldador con protección visual, aunque las gafas google son más estilizadas. Para ponerlas en marcha basta inclinar la cabeza hacia arriba y decir en inglés: "Ok, glass".

No obstante, se trata de un dispositivo experimental que en el estado actual de la organización policial española representa un elemento de ciencia ficción. La organización precisa antes remodelar los estudios de formación, establecer una batería de especialistas y adelantarse a la sofisticación creciente de la delincuencia. En vez de eso, el Ministerio del Interior concede la medalla del mérito policial a la Virgen, como si no fuera también de los delincuentes, va a comprar un camión-botijo descartado en los últimos veinte años por obsoleto y estudia convertir a la policía en guapa con gafas.

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