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Gabriel Moris

No podremos olvidar lo inolvidable

Espero que la verdad de estos crímenes que cambiaron España pueda salir a la luz pública, para bien de las víctimas y de los españoles.

Hace unos días rememoramos el nacimiento de nuestro tercer hijo. Como casi todos los hijos, fue un regalo del cielo, no sólo por agrandar nuestra familia, sino por las cualidades que le adornaban. He aquí algunas de ellas: estaba comprometido con el hombre –especialmente con el débil–; sólo tenía unos enemigos: los terroristas y sus apoyos; cariñoso con todos, era de trato afable; le preocupaba la preservación del medio ambiente y practicaba deporte; poseía un gran sentido del humor y de la amistad, etc.

La razón que me impulsa a escribir estas líneas no es sólo el recuerdo de su nacimiento, sino la coincidencia con el decimotercer aniversario de su vil asesinato en los trenes de Cercanías.

Para los padres, la pérdida de un hijo resulta especialmente dolorosa, ya que es un hecho antinatural; si a ello añadimos las circunstancias en que se produjeron las matanzas del 11-M, los hechos sobrevenidos y las consecuencias personales y colectivas, creo que a nadie puede extrañar que algunos no hayamos podido superar el duelo que conlleva la pérdida de un ser querido. Soy consciente de que nuestro caso, con la pérdida –por derrame cerebral– de un hermano que rebosaba salud, a los tres días del atentado, aparte de las secuelas en el resto de la familia, no es único. El año pasado, la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M realizó un estudio de campo sobre las víctimas y el 70% de ellas padece estrés postraumático.

Este breve relato sólo sirve para dar una idea de los daños personales y colectivos que causaron los desconocidos autores y los conocidos infractores, que trece años después siguen impidiendo que la verdad y la justicia sean una realidad.

El próximo día once veremos, como en años anteriores, grupos más o menos numerosos de víctimas y políticos más o menos afines, junto a monumentos erigidos en recuerdo y homenaje a los que nos arrebataron en aras de la España que soportamos estoicamente los españoles.

En estos días que preceden al Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, han aparecido dos informaciones relacionadas con el 11-M:

– El exdirector adjunto operativo de la Policía Eugenio Pino anuncia que existen en dependencias policiales documentos con el visionado de las cintas de las estaciones. En ninguna apareció Zougam ni los que encontraron fallecidos en Leganés.

El cineasta francés Cyrille Martin ha estrenado un documental sobre los atentados Un nuevo Dreyfus. Jamal Zougam, ¿ chivo expiatorio del 11-M?

Hasta hoy, contra la voluntad de nuestros gobernantes, todos los años por estas fechas suelen aparecer noticias o libros relacionados con la mayor matanza cometida en Europa en tiempo de paz. Desgraciadamente, las instituciones que conforman nuestro Estado de Derecho siguen huyendo de una investigación seria que conduzca a conocer la verdad total de los atentados, lo que permitiría impartir justicia.

Hipótesis sobre el 11-M hay tantas como personas que hayan realizado investigaciones con cierto rigor, pero hay una constante en todas ellas: la investigación, la instrucción y el juicio son incompletos y se aceptaron pruebas falsas. La justicia incompleta no puede llamarse justicia.

Dos hechos confirman las afirmaciones que anteceden:

– En enero de 2008, después de la clausura del IV Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, organizado por el Observatorio de Víctimas de la Universalidad San Pablo CEU, una víctima del 11-M pidió al líder del PP que prometiera investigar los atentados si llegaba al Gobierno, y obtuvo su aquiescencia. Hasta hoy, ni el PP, ni el PSOE ni ninguno de los demás partidos parlamentarios han mostrado su voluntad de investigar los atentados, más bien rehuyen recordarlos, como si ello fuera un maleficio.

– En abril del año 2011, en la presentación del libro de Fernando Vaquero La ruta del odio, la presidenta del Foro de Ermua, Inma Castilla de Cortázar, comentó una respuesta del juez Bermúdez a su pregunta sobre la sentencia del 11-M: "¿Cuándo vamos a conocer a los autores del 11-M?". El juez respondió: "Hay cosas tan graves que es mejor que no se sepan". El juez tiene una medalla al mérito policial con distintivo rojo. Y en ello sigue la Justicia, pasados trece años de los atentados. ¿Cuántos años faltan para que podamos conocer todo lo que guardan en secreto el juez y todas las autoridades de España? ¿Por qué ese secretismo?

A mí nadie me ha pedido perdón por lo hecho o por lo no hecho. Espero que la verdad de estos crímenes que cambiaron España pueda salir a la luz pública, para bien de las víctimas y de los españoles. Aparte de lo que suceda y cuando ocurra, algunos nunca podremos olvidar lo inolvidable.

En España

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