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GEES

El extraño rescate

Se pueden aprobar impuestos regulares, pero no hacer sacas arbitrarias sobre la propiedad privada.

Los hipertrofiados bancos chipriotas han perdido mucho dinero, sobre todo prestándoselo al insolvente Estado griego y a sus insolventes ciudadanos, y necesitan desesperadamente un rescate o se hunden. Hasta aquí la normalidad del desastre. El resto es todo peculiar, extraño y único, que es lo que explica, ya que no justifica, las anomalías del procedimiento utilizado para salvarlos a ellos y al país de la quiebra, y al mismo tiempo puede que evite que se propaguen las posiblemente negativas consecuencias de los irregulares procedimientos de rescate.

De entrada, el negocio bancario es con gran diferencia el principal sector económico del pequeño país, de 1,1 millones de habitantes, y representa varias veces el PIB local, que no llega a los 18 millardos de euros. En depósitos tiene unos 70 millardos. El sector opera con reglas privilegiadas y de dudosa honestidad, que le permiten captar dinero sospechoso, no menos de 20 millardos de procedencia rusa que se supone muy poco confesable. Todo el país y los demás impositores lo saben, y siempre se han sentido felices con ello.

A la hora de poner dinero para sacarlos del hoyo, los alemanes y otros establecen un límite de 10 millardos y piden que 5,8 salgan de la propia banca, a cuenta de pérdidas. Se le pondría un gravamen a las cuentas de más de 100.000 euros (la mitad) y otro más pequeño a las de menos. Pero el dinero en las cuentas no es de los bancos, sino de los impositores, y, según reglas comunitarias, las cuentas de menos de 100.000 están garantizadas por los Estados. Que salgan indemnes del desaguisado mafiosos internacionales y ciudadanos chipriotas que en todo caso se han portado como unos frescos, a cuenta de europeos que no tienen nada que ver con lo que allí sucede, resulta ya insoportable en los países a los que les toca el grueso de la factura. Pero tomar dinero de las cuentas no deja de ser un robo. Incluso las que no están expresamente garantizadas por ley lo están por principio, lógica y costumbre. Se pueden aprobar impuestos regulares, pero no hacer sacas arbitrarias sobre la propiedad privada. Eso es lo que está pretendiendo hacer la Unión Europea. Que se resistan a transferir recursos, obtenidos vía impuestos, de ciudadanos económicamente eficientes a otros que no lo han sido tiene mucha lógica. Que lo hagan de la forma en que pretenden hacerlo se salta las normas y amenaza los fundamentos del orden económico. Porque los que saldrían ilesos serían los propietarios de los bancos (accionistas) y los tenedores de la deuda que éstos han emitido, los cuales, manifiestamente, han invertido mal. Igualmente los que compraron, a su propio riesgo, deuda del Estado, que es una parte, pequeña, del rescate.

Lo curioso es que los expertos proponen métodos muy diferentes, perfectamente legales, menos costosos y más eficientes, pero Europa y las autoridades chipriotas no han cesado de barajar gran número de combinaciones de los porcentajes y los montos de ahorros a los que se aplicarían.

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