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Guillermo Dupuy

Andalucía: peor sería con Podemos

Me perece bien que Ciudadanos no haga en Andalucía lo que tampoco va a hacer en Madrid: dejar que los socialistas gobiernen con los comunistas.

Me perece bien que Ciudadanos no haga en Andalucía lo que tampoco va a hacer en Madrid: dejar que los socialistas gobiernen con los comunistas.
EFE

Teniendo presente que los 67 escaños que PSOE, Podemos e IU suman en Andalucía son bastante más numerosos que los 59 que hasta hace tres meses tenían el PSOE e Izquierda Unida, resulta un poco iluso pensar que una formación socialdemócrata con trazos liberales como Ciudadanos vaya a lograr, con sólo 9 escaños, la regeneración de un régimen democrático tan envilecido como el que impera en Andalucía desde hace casi cuarenta años.

Sin duda, muchos de los compromisos que Ciudadanos ha logrado arrancar a Susana Díaz son dignos de elogio. Sin duda, el pacto suscrito por el PSOE y Ciudadanos me merece mucho más respeto que el que le ofrecía a Susana Díaz el PP, consistente, simplemente, en dejar que el PSOE y el PP gobernaran donde hubieran sido más votados. Sin embargo, mi respaldo a que Ciudadanos apoye la investidura de Susana Díaz –digna heredera, hasta ahora, y probablemente hasta siempre, de Chaves y Griñán sólo radica en el horror que me produce pensar en una Andalucía gobernada por el frente popular de PSOE, Izquierda Unida y Podemos.

Porque la cuestión ahora no es señalar esa estúpida obviedad de que los votantes andaluces de Ciudadanos no votaron a este partido para investir a Susana Díaz como presidente de la Junta. La cuestión ahora es saber si esos electores prefieren que el partido más votado en Andalucía gobierne gracias a un pacto firmado con sus representantes o, por el contrario, con los que votaron a la formación de Pablo Iglesias.

Los detractores del acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE en Andalucía –excluyendo los detractores de izquierda son ejemplos insuperables del wishful thinking consistente en creer y hacernos creer que es posible evitar que Susana Díaz sea nuevamente la presidenta de la Junta. Sin embargo, lo único que está en la mano de Ciudadanos es tratar de que los socialistas gobiernen Andalucía algo mejor de lo que lo han hecho hasta ahora; algo, sin duda, difícil de conseguir, pero que resultaría imposible si Ciudadanos hiciera en Andalucía lo que tampoco va a hacer en la Comunidad de Madrid: dejar que los socialistas gobiernen con los comunistas.

Se critica con razón que los dos grandes partidos nacionales busquen apoyo en formaciones nacionalistas o ubicadas en el radicalismo de izquierdas. Pero ¿a qué les abocamos si ponemos a parir a las formaciones que, sin ser ni una cosa no otra, les brindan su apoyo con la pretensión, tal vez vana pero sincera, de regenerarlos? Ciudadanos no renuncia a ser alternativa de gobierno porque sirva de bisagra al PP en Madrid o al PSOE en Andalucía. Sirve de bisagra porque a día de hoy no tiene respaldo suficiente para ser otra cosa que el apoyo a lo que consideran, muy justificadamente, un mal menor.

Por ello he de decir que, por mucho escepticismo que me despierte el pacto entre el PSOE y Ciudadanos en Andalucía, mayor es la indignación que me provocan quienes denigran al partido de Rivera por "apuntalar" al régimen socialista de Andalucía. Una cosa es que Ciudadanos no logre regenerarlo y otra que lo apuntale. Y no distinguir una cosa de otra no es síntoma de coherencia sino falta de capacidad a la hora de hacerse cargo de la no siempre estimulante realidad.

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