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Hernán Felipe Errázuriz

El triunfo de Obama

Los beneficios que podríamos recibir del Gobierno de Obama serán, en todo caso, indirectos y significativos. Nos interesa el éxito de su gestión. Dependemos del fortalecimiento de Estados Unidos para compartir sus avances en el conocimiento.

Barack Obama, con su mera elección, cambió la historia. Hasta John McCain, al reconocer el triunfo de su adversario, transmitió que estaba contribuyendo a hacer historia con su derrota.

La victoria es de Obama, de su equipo y de la democracia estadounidense. En ningún otro país podría haber ocurrido algo semejante. Partiendo de la nada, superó a Hillary Clinton, poderosa senadora, respaldada por los capitostes de su partido. Luego, reunificó a los demócratas y sumó a independientes y republicanos disidentes. Finalmente, venció a McCain, una leyenda, héroe de guerra, experto legislador y conocedor de la política exterior. Recaudó sobre 600 millones de dólares, varias veces más que sus oponentes. En su campaña demostró liderazgo, una brillante estrategia e innovadora organización.

Distinto es gobernar. Su primer nombramiento, el jefe de su gabinete, anticipa que incorporará a funcionarios de prestigio para suplir su inexperiencia. Lo que viene es extremadamente complejo: recuperar la economía, contener el déficit fiscal, abordar las amenazas terroristas, disminuir la dependencia del petróleo importado, controlar la proliferación nuclear y concluir con éxito las guerras en Afganistán y en Irak. Son tiempos difíciles y, en la confusión inicial, Israel puede actuar preventivamente para destruir las instalaciones nucleares de Irán, y de Rusia para amedrentar a Ucrania y Georgia. Ya sabemos que Putin y Medvedev guardaron silencio sobre la elección en Estados Unidos, y que más bien su respuesta fue la instalación de misiles en el enclave ruso de Kaliningrado, entre Lituania y Polonia.

A los desafíos de Obama poco puede aportar Latinoamérica. No seremos prioridad, aunque algunos digan lo contrario. Sí habrá programas con atractivos titulares para América Latina, seguramente de bajo contenido. También manifestaciones de apertura para flexibilizar el contraproducente embargo a Cuba, por lo demás bajo el agonizante régimen castrista.

Los beneficios que podríamos recibir del Gobierno de Obama serán, en todo caso, indirectos y significativos. Nos interesa el éxito de su gestión. Dependemos del fortalecimiento de Estados Unidos para compartir sus avances en el conocimiento, los mercados recíprocos y los beneficios de la estabilidad y seguridad mundial. Por eso mismo, nos preocupan sus declaraciones proteccionistas y de revisión de los tratados de libre comercio, que esperamos sean una de tantas promesas incumplidas de los presidentes estadounidenses.

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