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ECONOMÍA

Mercantilismo vs. liberalismo

Lo que rige en América Latina es el mercantilismo, un sistema totalmente diferente del liberalismo. La confusión es dañina porque, al hacerse un mal diagnóstico, el daño perdura. Siempre se culpa al inexistente liberalismo para desacreditarlo, en parte por desconocimiento de su verdadera naturaleza, que descansa en la protección de los derechos de las personas.

Lo que rige en América Latina es el mercantilismo, un sistema totalmente diferente del liberalismo. La confusión es dañina porque, al hacerse un mal diagnóstico, el daño perdura. Siempre se culpa al inexistente liberalismo para desacreditarlo, en parte por desconocimiento de su verdadera naturaleza, que descansa en la protección de los derechos de las personas.
Por el contrario, el mercantilismo –así como el socialismo y el nacionalsocialismo (nazismo)– se basa en el dirigismo de la economía por parte del Gobierno; es decir, de los burócratas y los políticos. Son ellos los encargados de legislar y aplicar las políticas económicas para encauzar el quehacer diario de los ciudadanos hacia ciertas metas... que no son las que éstos escogerían. De ahí que proliferen los reglamentos que criminalizan hasta faltas leves cometidas sin intención y que impere el terrorismo fiscal.
 
La mezcla de poder y discrecionalidad crea tentadoras oportunidades para la práctica de la extorsión, lo cual desemboca inevitablemente en la corrupción. Proliferan el compadreo y el clientelismo políticos, tan característicos de América Latina. Los más listos compiten por desviar el poder del Gobierno hacia sus propios objetivos y, así, aprovecharse de la explotación de los demás derivada de los privilegios legales, los mercados cautivos, etcétera. El éxito depende del cabildeo, del soborno, de la astucia que se tenga a la hora de influir en la legislación.
 
En cambio, en un sistema liberal el éxito depende de la habilidad a la hora de competir en el mercado por los recursos, los productos y los servicios. Lo que han de buscar los productores es satisfacer mejor las necesidades de los consumidores al menor costo posible.
 
El mercantilismo es pragmático (el fin justifica los medios) y no respeta los principios, pues éstos no dependen del gobernante, quien con frecuencia los considera obstáculos para sus fines. Como su legislación no respeta los derechos individuales (la propiedad, la libertad y los contratos), escasean las plazas de trabajo, abunda la ineficiencia, surgen las economías informales, aumenta la violencia, se arruina el medio ambiente y crece la miseria.
 
A diferencia del liberalismo, el mercantilismo no es cosmopolita y cree que para que un país sea rico ha de atesorar reservas, exportar mucho e importar poco. Se trata de un sistema que surgió cuando imperaba el feudalismo, en la Edad Media, cuando el comercio se consideraba una cuestión entre los recién creados Estados-nación y no entre las personas. Inglaterra, una pequeña isla, abandonó el mercantilismo en el siglo XIX y acto seguido emergió como una ejemplar potencia económica mundial.
 
Bajo el liberalismo, el Gobierno respeta la libertad de las personas, limitada solamente por los iguales derechos de los demás, protege la integridad física de la gente (la vida) y sus legítimas posesiones (la propiedad privada), y deja a los individuos que busquen en libertad su felicidad, en cooperación pacífica con los demás.
 
Ni el mercantilismo ni el socialismo logran triunfar, y no lo hacen por las mismas razones, algunas meramente técnicas y otras relacionadas con la ausencia de incentivos constructivos y la abundancia de incentivos perversos. Tanto el mercantilismo como el socialismo fomentan que las personas y los grupos de interés corrompan y controlen al Gobierno, y que se enriquezcan sacrificando a los demás. En cambio, bajo un sistema de libertad (limitada por los iguales derechos de los demás, aunque siempre existirán diferencias de riqueza) las personas sólo se pueden enriquecer en la medida en que sirvan y enriquezcan a los demás.
 
 
© AIPE
 
MANUEL F. AYAU CORDÓN, rector emérito de la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala).
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