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CIENCIA

Metano, el gas que da la vida

Un equipo de investigadores estadounidenses acaba de sintetizar metano, el principal componente del gas natural, en el laboratorio simulando las condiciones de presión y temperatura que reinan en el interior de la Tierra y Marte. Aunque al profano el experimento puede parecerle una insignificancia, la realidad es bien otra. pero para los se antoja tan inquietante.

Un equipo de investigadores estadounidenses acaba de sintetizar metano, el principal componente del gas natural, en el laboratorio simulando las condiciones de presión y temperatura que reinan en el interior de la Tierra y Marte. Aunque al profano el experimento puede parecerle una insignificancia, la realidad es bien otra. pero para los se antoja tan inquietante.
Molécula de metano
El metano surgido del submundo virtual da pábulo a la idea de que este gas podría en teoría alimentar colonias de microorganismos en la Tierra, así como en el Planeta Rojo, lo que ha despertado el interés de los exobiólogos. Y el estudio deja entrever la posibilidad de que existan vastas reservas de combustibles fósiles a profundidades hasta ahora no exploradas, lo que ha llamado la atención de las petroleras.
 
El metano es un hidrocarburo que guarda una íntima relación con otros combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón. Los tres provienen de la descomposición de restos animales y vegetales que murieron hace cientos de millones de años, y que pasaron a formar parte de las llamadas rocas sedimentarias. Al menos, ésta la hipótesis defendida por la mayoría de los científicos, que otorgan al petróleo y demás hidrocarburos una génesis biológica. Ahora bien, no todos los expertos comulgan con esta idea. Ya en los años noventa, el recientemente fallecido Thomas Gold, astrofísico de la Universidad de Cornell, lanzó la posibilidad de que el petróleo tuviera un origen inorgánico y que surgiera de hidrocarburos, como el metano, que quedaron atrapados en el interior de la Tierra cuando se formó hace 4.500 millones de años. Estos gases migrarían desde el manto terrestre, que posee unos 2.895 kilómetros de espesor, hasta la superficie a través de las grietas presentes en la corteza, que se extiende hasta unos 33 kilómetros de profundidad. Ahora bien, una parte de los gases quedaron atrapados debajo de la superficie terrestre y, de ésta, una proporción considerable sufrió una serie de transformaciones químicas que dieron origen al petróleo y al carbón. Los planteamientos de Gold eran plausibles, pero tenían un punto débil, ya que no explicaban la presencia de moléculas biológicas en el petróleo.
 
Para salir al paso de los detractores, el astrofísico propuso que la materia orgánica era la huella de una actividad biológica dejaba por microbios que se alimentaban de petróleo e hidrocarburos. La idea de microbios zampapetróleo desató la risa de muchos, hasta que en el año 2002 un equipo de científicos estadounidenses informara de la presencia de microorganismos a 200 metros de profundidad, debajo del suelo de Idaho. Estos seres del averno comen hidrógeno y eructan metano en un ambiente con una temperatura por encima del punto de ebullición y a una presión infernal.
 
Para sintetizar el mismo metano, Henry Scott y sus colegas de la Universidad de South Bend han mezclado agua, óxido de hierro y calcita, y han sometido el cóctel a una presión salvaje y a una temperatura ?1.500 ºC? similares a las que hay en el manto superior terrestre. Resultado: el gas surgió de una reacción sencilla. La lectura de este ensayo, que acaba de ser hecho público por la National Academy of Sciences estadounidense, sugiere que el metano puede permanecer estable en regiones profundas de nuestro planeta que, según los cálculos, alcanzarían los 100. Las compañías petrolíferas generalmente no perforan más allá de los 8 kilómetros, lo que significa que a mayor profundidad podrían existir unas reservas de combustible fósil gigantescas, si tenemos en cuenta las dimensiones del manto terrestre. Obviamante, el principal problema estaría en cómo explotarlas.
 
El metano sintetizado por el equipo de Scott no sólo posee implicaciones en la economía y ecología terrestre, sino que tiene un efecto inmediato en la ciencia de la exobiología, que se dedica a la búsqueda de vida extraterrestre. Esto es así porque la presencia de metano en la atmósfera de un planeta alberga la posibilidad de que sea producto de la actividad biológica. En el mes de marzo, la nave Mars Mars Express, en órbita en el planeta rojo desde el pasado mes de diciembre, detectó este gas en la atmósfera marciana. Algunos científicos no tardaron en declarar de que podría ser una señal de vida, sobre todo porque el metano se mantiene por un corto período de tiempo en la atmósfera de Marte. Esto significa que tiene que ser reemplazado de manera constante de alguna forma. Y los dos productores de metano son los volcanes y los microbios. Si fuera a través de la actividad volcánica, la lava depositada en la superficie produciría el gas, pero hasta ahora no se han localizado zonas volcánicas en el planeta rojo. La otra alternativa es a través de microbios, ya que en la Tierra las bacterias producen gas metano del hidrógeno y el dióxido de carbono, y no necesitan oxígeno para desarrollarse. Ahora bien, el experimento de Scott ofrece una tercera génesis del metano; esto es, un origen químico en las profundidades marcianas. Pero no hay mal que por bien no venga: este metáno de padres inorgánicos podría servir de fuente de alimento para colonias de microorganismos que prosperaran en el infierno marciano.

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