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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

No es eso, no es eso

Me imagino que se habrán dado cuenta de que El País resulta cada día más aburrido. Creen haber resuelto su crisis interna y silenciada echando mano de columnistas cada vez más necios; y menos mal –para ellos– que la siniestra actualidad, los preparativos terroristas de ETA, los muertos en el Líbano, etcétera, les permiten rellenar páginas y guardar lectores.

Me imagino que se habrán dado cuenta de que El País resulta cada día más aburrido. Creen haber resuelto su crisis interna y silenciada echando mano de columnistas cada vez más necios; y menos mal –para ellos– que la siniestra actualidad, los preparativos terroristas de ETA, los muertos en el Líbano, etcétera, les permiten rellenar páginas y guardar lectores.
Claro que mantienen en sus puestos a sus habituales asnos con capirote, los Javier Pradera y los Miguel Ángel Aguilar, pongamos, que se merecen una medallita, porque si siempre fueron aburridos y lameculos del poder sociata, hoy lo son mucho más, y más tristemente. Fernando Savater, que a veces decía algo, al verse censurado se refugia en la frivolidad: anuncia que él y sus amigos de ¡Basta Ya! van a fundar un nuevo partido, porque no pueden continuar toda la vida votando en blanco, para no votar PSOE ni PP, y se dedica a comentar el Derby de Epson. ¡Viva la Pepa!
 
El que al parecer sigue impertérrito, al pie de cañón, es Antonio Elorza, maestro en sofismas del Reino: el otro día (23-VI-07) sentaba cátedra sobre Turquía. Puede, ya que hizo turismo en aquel país. En su artículo se dedicaba a criticar el fundamentalismo islámico turco y a defender la figura histórica de Kemal Ataturk, el gran reformador laico, que, entre otras cosas, concedió el derecho al voto a las mujeres mucho antes que la democrática Francia.
 
Elorza parece tener simpatía por las grandes manifestaciones contra la islamización total del país de Ataturk, y se mofa, una vez más, de la "alianza de civilizaciones" en su versión Erdogán/Zapatero. También se mofa de Gema Martín, una de las pocas mujeres directamente subvencionadas por el fundamentalismo islámico para hacer su publicidad retorciendo los hechos, o de Juan Goytisolo, cuyo caso es francamente patológico: no sólo defiende todo lo musulmán, lo que sea, donde sea, incluso los países en que se ahorca o encarcela a los homosexuales, sino que ha "descubierto", tratándose de Turquía, que el genocidio de los armenios es culpa de los propios armenios. ¡Repugnante cucaracha!
 
Pues bien, Elorza, después de ese artículo relativamente crítico, llega a la conclusión de que la única solución es la entrada de Turquía en la UE. Le cito: "Ojalá la democracia se afirme con un Gobierno de origen islamista. Pero es la crítica cordial la que puede propiciar la incorporación [a la UE] de un gran país musulmán y laico, salvando el muro Sarkozy. Otra fórmula no existe". Escribe un artículo para demostrar las terribles contradicciones entre laicismo e islam en Turquía y concluye dando por milagrosamente zanjadas dichas contradicciones y sacándose de la manga un "laicismo musulmán" que no existe pero que se debe integrar en la UE. Es como si Elorza, por los años 30 del siglo pasado, defendiera los Acuerdos de Múnich después de criticar el nazismo.
 
Lo malo no es Elorza, que no pinta nada, escuálido florero en los salones de Polanco; lo malo es que la UE hace lo mismo. Sin acuerdo de los Gobiernos, que además están cambiando y pueden volver a cambiar cada cuatro o cinco años, la Comisión está encargada de negociar, punto por punto, la adhesión de Turquía a la Unión. El peso de la inercia burocrática hace que la Comisión continúe las negociaciones sin tener la menor idea de qué quieren los Gobiernos, sin metas definidas.
 
Yo no tengo la menor simpatía por Erdogán, ni por ese tipo de islam, sea turco, indonesio o saudí, pero fácil es entender el cabreo de los gobernantes turcos cuando se dan cuenta de que negocian en el vacío, porque nadie sabe lo que quiere. Se negocia por negociar, sin el menor objetivo claramente definido. Un aquelarre kafkiano. No el único: todo lo concerniente a la UE es puro Kafka.
 
Nicolás Sarkozy, el "muro Sarkozy", designado por Elorza como el enemigo, se ha expresado claramente: Turquía es un país de Asia Menor, y por lo tanto no tiene vocación para formar parte de la UE. Ángela Merkel opina más o menos lo mismo. Pero otros miembros de la UE piensan lo contrario, y todo queda en entredicho. Pero la Comisión, ciega, sorda y muda, sigue con la noria de las negociaciones con Turquía.
 
Todo el mundo, por lo visto, se ha felicitado de los "pasos decisivos" para la construcción europea que el nuevo tratado, "sencillito", permitiría. Todo el mundo, hasta el ex todo de Joschka Fischer. Pues es un bulo, un quiero y no puedo, otra farsa burocrática espectacular.
 
¿Para qué nos servirá ese presidente estable, y qué va a presidir? Lo mismo puede decirse del Alto Comisario, que desempeñará el papel de necio oficial que ya desempeña Javier Solana. No sólo es culpa suya, son las circunstancias. El otro día, un famoso periodista francés, Jean-Pierre Elkabbach, le llamó por teléfono para saber qué opinaba del "minitratado", y se le respondió que no se podía molestar al señor Solana porque estaba desayunando... Con esto demuestra Solana que tiene sentido de las realidades, y de la vacuidad de los asuntos europeos.
 
Lo que en cambio nadie parece haber notado es el papel nefasto de Sarkozy en la reciente cumbre tratadista: impuso la idea de ilusorias protecciones arancelarias y demostró su desconfianza hacia la libre competencia, situándose así en lo peor de la tradición gaullo-sociata francesa, que complace a los franchutes pero no a los países del Este, ni al Reino Unido.
 
No me extraña nada, desgraciadamente, porque en política interior Sarkozy, apenas asoma la posibilidad de un conflicto, como la reforma de las universidades, actualmente en discusión, se echa para atrás y cede ante los sindicatos carcaprogres.
 
Sarkozy.Debería saber, sin embargo, que en Francia no podrá haber reformas sin conflictos. La izquierda y su fuerza principal, el PS, no tienen visión, programa, perspectivas de alternancia, pero, bien instalada en los centros de decisión, mantiene una fuerte capacidad de inmovilismo y conservadurismo, con cierto apoyo popular, además.
 
Está al comienzo de su mandato, y éste se juzgará al final, pero sus primeros pasos como presidente sólo pueden defraudar a los liberales, hasta a los más "moderados". Sobre todo, cuando se constata con qué entusiasmo se han lanzado todos, presidente y Gobierno en primera fila, a la más gigantesca estafa político-mediática de todos los tiempos. Y no sólo, claro, los franceses, como se constata todos los días. Me refiero a la monstruosa estafa medioambiental, climática, ecológica, esa nueva y pujante superstición que, como la fe, mueve montañas, pero montañas de imbecilidad.
 
Firman el "pacto ecológico" de Nicolás Hulot sin el menor contenido científico, invitan al farsante en jefe, Al Gore, como si fuera el Duque de la Niebla (el título existe), fomentan una ideología milenarista según la cual habría que consumir y producir menos y, sobre todo, cambiar nuestra forma de vivir... ¡y hasta nuestro ser! ¡Al carajo con estas porquerías!
 
Puede que el principio de precaución aconseje ciertas medidas, pero éstas son técnicas y se conocen, y nada tienen que ver con esas filosofías oscurantistas. Por ejemplo: desarrollar la energía nuclear (no contaminante), reducir el peso del petróleo y de la petroquímica (pero no a base de convertir los cereales en carburante... ¡en un mundo con millones de subalimentados!). Medidas técnicas, repito, que nada tienen que ver con una "vuelta atrás", sino que se basan en el progreso técnico, económico, industrial.
 
Esa gigantesca superstición que se ha apoderado de tantos cerebros tiene como objetivo implícito (y a veces explícito) ocultar bajo el manto de la sagrada Naturaleza los verdaderos problemas: el terrorismo, la pobreza, la corrupción y la guerra. Problemas políticos, económicos y sociales (también sanitarios), y no pesadillas de fumadores de opio.
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